La RFEF negocia la recompra de su histórica sede de Alberto Bosch

Rafael Louzán, presidente de la Federación (RFEF), se ha volcado para recuperar el liderazgo de la Candidatura Ibérica que España, Marruecos y Portugal comparten para la organización del Mundial 2030. Los problemas judiciales en la RFEF que obligaron a salir a Luis Rubiales y a Pedro Rocha fueron aprovechados por Fouzi Lekjaa, su homólogo de la federación marroquí, para hacerse fuerte ante la FIFA, y Louzán quiere recuperar el tiempo y la influencia perdidas.

Con ese objetivo negocia recomprar la antigua sede federativa en la calle Alberto Bosch, en la zona más noble de Madrid, junto al Museo del Prado. El edificio, que fue el cuartel general de la RFEF durante los últimos 50 años previos al desembarco en Las Rozas, tiene seis plantas más un ático espectacular con vistas al parque del Retiro, y la idea es renovarlo y adecuarlo como oficinas de máxima representatividad tanto para la FIFA como para los tres socios de la candidatura mundialista. La operación inmobiliaria es una de las más atractivas de la capital, donde escasean estos espacios, pero al tiempo acarrea una fuerte inversión que la RFEF está en condiciones de afrontar gracias a su músculo financiero, a los millones que deja la Supercopa en Arabia Saudí y a la venta, ya en marcha, del edifico federativo en la calle Mateo Inurria, otra zona muy cotizada.

España necesita recuperar la iniciativa como locomotora del Mundial 2030, algo que ahora mismo está en disputa con Marruecos, un país que entró por la exclusión de Ucrania, el primer socio hispano-luso, que fue invitada a abandonar tanto por la corrupción en la federación de aquel país como por la entonces amenaza de Putin, ya consumada y aún en ebullición. Louzán precisa volver a liderar la candidatura por muchos motivos, pero especialmente por dos: para salvar la final en el Bernabéu y para conseguir que Valencia sea sede del Mundial, algo que aún no está conseguido.

En lo referente a la final en el estadio del Real Madrid, Lekjaa pretende que el Gran Estadio Hassan II, que se está construyendo en Casablanca y que tendrá capacidad para 118.000 espectadores, reciba el último partido del campeonato. La FIFA exige que el estadio de la final del Mundial tenga un aforo mínimo de ochenta mil espectadores. De momento sólo uno, el Bernabéu, cumple esa condición, ya que los otros dos, el Camp Nou y el Hassan II, aún están en construcción y tardarán muchos meses en ser una realidad. Precisamente esta es la baza a jugar por la RFEF: conseguir el compromiso de la FIFA para que la final sea en Madrid antes de que los estadios competidores del Bernabéu sean inaugurados.

Por lo que respecta a la sede de Valencia, está prácticamente imposible que la FIFA amplíe el cupo de estadios. En total serán nueve ciudades españolas las que recibirán partidos del Mundial 2030 en once estadios distintos. Madrid y Barcelona tendrán dos cada una (Bernabéu y Metropolitano y Camp Nou y Cornellà, respectivamente). Además están La Cartuja (Sevilla), La Rosaleda (Málaga), San Mamés (Bilbao), Anoeta (San Sebastián), Riazor (A Coruña), Gran Canaria (Las Palmas) y La Romareda (Zaragoza). En cuanto al resto de sedes, Marruecos tendrá seis y Portugal, tres. El país norteafricano acogerá partidos en Casablanca, Rabat, Tánger, Agadir, Fez y Marrakech; mientras que Portugal lo hará en los estadios de Do Dragão (Oporto) y Da Luz y José Alvalade (Lisboa). Las posibilidades de Valencia pasan por la renuncia de algunas de las citadas anteriormente. Por ahora presentan dificultades dos de ellas, ambas en territorio español: Riazor (A Coruña) y La Rosaleda (Málaga).

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