El Betis hurga en la herida del Sevilla con el cartel de la cabalgata
El cuadro verdiblanco gana en casa del eterno rival tras casi ocho años sin hacerlo y no deja títere con cabeza a la hora de cobrarse facturas.


El lado bético de la ciudad de Sevilla ríe con fuerza en este lunes tras el derbi y desde el propio Betis se avivan las carcajadas. Casi ocho años sin ganar en casa del eterno rival, desde el 6 de enero de 2018, bien merecen una celebración por todo lo alto como se está teniendo por parte del Betis. Y es que la resaca del derbi después de 2.856 días sin ganar en el Sánchez-Pizjuán se anuncia duradera.
Por ello, el Betis está pasando facturas a los de Nervión. La primera, al que ha sido su archienemigo en el siglo XXI aunque ya no pertenezca al Sevilla: Monchi. En el inicio de la temporada 22/23 los hinchas béticos se mofaron de Monchi por pedir a la afición que se cantara el himno después de una vergonzosa derrota en Almería. Pero la tortilla se dio la vuelta y la temporada acabó con Monchi levantando la Europa League y portando una bandera en la que se leía: “Vamos a cantar el himno”. En la noche del domingo, la afición del Betis cantó su himno en la celebración y la cuenta oficial no se pudo contener y usó la misma frase.
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¡Vamos a cantar el himno!#ElGranDerbi pic.twitter.com/am9b0zV0Jl
Más reciente ha sido la polémica del cartel de la cabalgata de reyes magos en Sevilla. En Nervión no sentó bien que en un día que debe de ser de fiesta para todos los niños sin excepción, el cartel anunciara a un niño que recibía una camiseta del Betis como regalo. Hasta hubo quejas de José Castro, ex presidente y ahora vicepresidente del Sevilla, al Ateneo, organizador de la cabalgata. Y en plena era de los montajes, los memes y la IA, el Betis no se pudo resistir.
Próximamente… pic.twitter.com/DkUmAxi2Ab
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Y así, entre mensajes de “Sevilla es verdiblanca” o “Sevilla, ciudad del Betis”, transcurre la resaca de un derbi en el que unos festejan a voces y otros no pueden, ni deben, más que callarse la boca y hacer examen de conciencia analizando cómo se puede destruir la grandeza que tanto costó a semejante velocidad. Casi ocho años, 2.885 días.
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