Una Supercopa marcada por la Cibeles

El fútbol y la mitología griega se mezclan en la Supercopa de Europa. El Real Madrid y el Atalanta, que se enfrentan este miércoles, están unidos por la historia que hay detrás de la famosa fuente donde celebran los blancos sus títulos y los leones que tiran de su diosa. Uno de ellos, Atalanta, sirvió de inspiración a cinco estudiantes italianos que en 1907 fundaron el club.

La historia de Atalanta está marcada desde su nacimiento. El ser mujer y no hombre fue tal disgusto para su padre que decidió que fuera abandonada en el bosque. Una osa la encontró y la crió como si fuera propia hasta que un cazador se la llevó a casa para adoptarla dado que no había podido tener descendencia con su mujer. Le dieron el nombre de Atalanta. La joven ninfa presumía de ser la mejor cazadora y la mujer más rápida. Tal era su belleza que había consagrado su virginidad a Artemisa, diosa de la caza, la naturaleza salvaje y la virginidad. Cansada ante la infinidad de propuestas que le llovían para cortejarla, la heroína anunció que sólo aquel que le ganara en una carrera merecería ser su amante y todos los perdedores morirían. Una tarea difícil dada la ventaja que sacaba a todos sus rivales.

Hipómenes estaba enamorado de Atalanta y tenía un plan. El discípulo de Quirón recurrió a la ayuda de Afrodita, diosa del amor, para asegurarse su victoria ante la mujer más rápida en una carrera. Afrodita dio a Hipómenes tres manzanas de oro que dejó caer para distraer a la ninfa. Atalanta cogió las dos primeras manzanas y recuperó la distancia con el joven. Fue entonces cuando usó su arma secreta: la tercera manzana estaba hechizada. Así, ella perdió más tiempo y el astuto heleno terminó por ganar la carrera y el amor de la mujer de la que estaba prendado.

La historia de amor entre Hipómenes y Atalanta paso de la felicidad al triste final. El poeta romano Ovidio cuenta que la relación entre los jóvenes era tan pasional que, bajo la influencia de Afrodita, llegaron a mantener relaciones sexuales dentro de un templo que estaba dedicado a Cibeles. Un hecho que enfadó terriblemente a la diosa transformando a ambos en leones que desde entonces tiran de su carro sin mirarse.

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