Champions (Fase Liga) | Liverpool - Real Madrid
Salvar al vecino Trent
Su barrio enseña colmillo ante la llegada del Madrid: “¡Antes me voy yo!”. Allí es más que un referente. AS visita Clubmoor, donde pasó de niño a estrella.
Alexander-Arnold nació en Liverpool, creció en Liverpool y sólo ha jugado en el Liverpool. Es el quinto Beatle. El niño de Clubmoor. El ídolo. Aquel que representa lo más poderoso para cualquier pequeñajo: que sí, claro que se puede. Que entre las patadas, regates y celebraciones de esas callejuelas con vistas al tejado de Anfield, puede haber un red. Un futbolista. Entienden ahora que su posible salida al Real Madrid este verano es un asunto de estado, claro. Vecinal. AS visita Clubmoor, el distrito que lo vio pasar de niño, a estrella. Y que enseña colmillo.
“Help!”, gritan. Una expresión que va en la sangre. Como cuando empieza a sonar la melodía de Tiburón, aún no ven la aleta, pero saben que se acerca. El Real Madrid. Junio. Y no quieren. “Shut up”, responden a la primera pregunta de este periódico. No hace falta traducción. Y una mirada al suelo. Tampoco hace falta traducción. Alexander-Arnold es su bandera, aquel que ostenta uno de los emblemáticos murales a los pies de Anfield junto a una declaración: “Sólo soy un chico normal de Liverpool que ha visto su sueño hacerse realidad”. Blanco y en botella. O tal vez rojo. Esa es la cuestión. Y Trent tiene mucho que decir.
El chico solidario
A día de hoy continúa sin renovar... y acaba contrato este verano. El runrún es innegable, aunque en sus calles se niegan a creerlo: “No me creo que se vaya, no puede ser, me partiría el corazón. Trent es nuestro vecino”. Un apodo recurrente. “Vecino”. Trending Topic en esa curiosa red social que es la vida real. La gente empatiza con su historia y él, con su gente. De manera habitual se le ve colaborando con la Red Comunitaria de San Andrés, un hogar social en su barrio que recoge bienes de primera necesidad y los distribuye entre los más necesitados.
Y es que tiende a abusarse de aquello de que un futbolista no se olvida de sus orígenes, pero en el caso de Trent, es así. Un chico normal. Humilde, humano. Pero muy pretendido. Hoy el Real Madrid aterriza en su tierra, aunque sin saber si jugará contra él: acarrea unas molestias y la incertidumbre es máxima. “Su regreso será entre el Real Madrid y el Manchester City (este domingo)”, dijo Slot. Y hasta ahí se sabe. Hoy, en rueda de prensa (16:30h peninsulares), más detalles.
Bellingham, su mejor amigo
Entre tanto, el morbo está servido. Alexander-Arnold se mantiene sin renovar y, con 26 años, el Madrid lo ve como un refuerzo Galáctico. De presente y mucho futuro. Y gratis, claro. Anhela una operación que sería histórica (es el lateral derecho más valioso del mundo: 70 millones). Y con una mano derecha casi caída del cielo: Bellingham y Trent son mejores amigos. Tienen motivos en Liverpool para morderse las uñas, aunque algunos lo refuten. Sólo es la primera fase: negación. El problema está en el ambiente y el murmullo corta el aire.
Unanimidad en su hogar
“¡Antes me voy yo!”, grita Kate, habitante de ese pequeño distrito llamado Clubmoor. Pasea justo por enfrente de la iglesia y con un Shih Tzu que no cesa de ladrar. A él tampoco le debe gustar la idea de que Trent haga las maletas. Metáfora de la unanimidad. Dando mediavuelta, dos gigantescos prados han sido convertidos en casi diez campos de fútbol. No hay niños, lo contrario habría sido mal síntoma (es un lunes por la mañana). Allí acuden los fines de semana a jugar partidos y soñar, por qué no, con ser el futuro “chico de Liverpool que ha visto su sueño hacerse realidad”. Trent jugaba en los mismos. Y les ha marcado el camino.
“No todo es el dinero”
Pero sí hay familias. Varias. “Algunos tienen que aprender que no todo en esta vida es el dinero”, nos responden, zanjando ahí la conversación. “¿No le preocupa que aún no haya renovado?”, preguntamos a John (una parte de nosotros suspira de que tuviese un nombre tan sencillo, pues haberle pedido que lo deletrease habría sido incómodo). Su respuesta: “Es que me parece normal que el chico tenga dudas, pararte y pensar es algo humano; pero sé que acabará haciendo lo correcto”. “¿Y eso es quedarse?”, replicamos, con la voz temblorosa. “Y por muchos años”, culmina. Mientras nos marchamos, se gira y, con una sonrisa, grita: “¡Trent se queda!”. Palabra de vecino.
Uno más en un distrito de gente humilde y sencilla, pero cercana. Algo de calor en una región fría, porque el país lo es en general. Un oasis que ejerce de trampolín para tantos. En sus calles empiezan las banderas del You’ll Never Walk Alone que orientan hacia el estadio, como un camino de baldosas amarillas. La metáfora tal vez es un mensaje meditado, pero es real. Alexander-Arnold no es un simple jugador inglés más. Es el niño de Clubmoor. El quinto Beatle. El vecino. Su gente no quiere que se vaya. Nadie, de niños a ancianos. El Madrid y Belllingham, sí. Por ahora, let it be.