Cambiar en tiempos revueltos
El Sevilla pierde dos puntos contra el Mallorca por una cantada de su portero pero la crítica apunta a la tardanza de García Pimienta en las sustituciones.

El Sevilla dejó volar dos puntos del Sánchez-Pizjuán contra el Mallorca porque en la penúltima jugada del partido su portero, Orjan Nyland, prefirió cantar por bulerías e intentar atajar un balón aéreo en lugar de despejarlo. Sin embargo, el foco de las críticas más furibundas apunta a García Pimienta y a su tardanza, una vez más, a la hora de realizar sustituciones que cambien el rumbo de la segunda mitad. Un drama de telenovela con sus diversas tramas.
Tan cierto es que el Sevilla hizo su primer cambio en el minuto 81 como que los que entraron al campo fueron Ejuke y Agoumé, nada del otro jueves. El último cambio fue en el 85 y fue Manu Bueno. Tan cierto es que García Pimienta se dejó dos cambios por hacer como que los candidatos a entrar, tras el inaudito mercado invernal, eran Marcao, Idumbo y los los jugadores del filial Ramón Martínez y Antonetti, por el que el Sevilla pagó más de medio millón de euros al Lugo en verano. También estaban Gudelj, lesionado, y Suso, fuera de forma después de más de dos meses casi sin jugar por indicaciones del club para intentar colocarlo en enero.
¿Exime esto de culpa a García Pimienta? Ni mucho menos, puesto que en el sueldo del entrenador está saber leer los partidos y aunque solo hubiera sido por romper el ritmo de un Mallorca que estaba acechando al Sevilla, debía haber hecho cambios antes. También está en su sueldo tener la valentía de sentar a Lukebakio por mucho que sea el jugador estrella del equipo si no está teniendo su noche, como era el caso.
Pero también pensará García Pimienta que de valientes está lleno el cementerio, y que si se formó la que se formó cuando puso sobre la mesa la evidencia palmaria de la plantilla tan corta que le han dejado tras enero, ¿cómo va a cambiar a Lukebakio para que le echen en cara que los mejores siempre tienen que estar en el campo? Lo que no ayuda al técnico es excusarse como lo hizo en rueda de prensa aludiendo a la dificultad de entrar desde el banquillo, porque los suplentes del Mallorca tuvieron una facilidad tremenda en mejorar lo que había.
Quizás lo que le pide el cuerpo a García Pimienta es decir que con lo que tiene qué más va a hacer, pero el catalán va a tomar todas las precauciones del mundo antes de hacer saltar cualquier chispa en el mar de gasolina que es el Sevilla. Sus detractores dentro del club aluden a que equipos como el Mallorca no tienen mejor plantilla como para tener más puntos, pero la realidad tozuda del fútbol les dio en la cara en la noche del lunes. Un simple detalle: Arrasate tenía a dos delanteros en el banquillo. El Sevilla, a ninguno.
Un partido visto hasta la saciedad en la época de Lopetegui con la diferencia de que en vez de que Bono hiciera el milagro, Nyland se la comió con patatas y rebañó la salsa. Pero el drama ahora se centra en la realidad de que las sustituciones de García Pimienta tardan mucho. ¿Tardan porque no lee bien los partidos o porque si mira al banquillo le entran ganas de meter al guardia jurado? Qué difícil es cambiar en tiempos revueltos.
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