El Fuenlabrada abochorna a un Lugo de vacaciones

Hay cosas en el fútbol más allá de los objetivos. Hay muchos modos de transmitir alegría a los aficionados más allá de las matemáticas de la tabla clasificatoria. A pesar de estar ya descendidos y arrastrando una racha pavorosa de siete derrotas consecutivas, los aficionados del Fuenlabrada pudieron sentirse orgullosos de su equipo, que ganó al Lugo tras dominarlo de cabo a rabo y se tomo el partido con la seriedad e intensidad que se le supone a una plantilla profesional. El Lugo, por su parte, decidió que una vez salvados matemáticamente no había nada en juego y pasaron por el Anxo Carro dejando una imagen triste, de dejadez y pasividad. No merecía esto ni el público ni lo importante de la fecha. Una pena.

El partido comenzó flojo, con el Fuenlabrada al trote y el Lugo al paso. Tan poca tensión había que a los cinco minutos un absurdo penalti, tan extraño que el trencilla tuvo que chequearlo en el VAR, sirvió para que Pedro León adelantase a los azulones. Decir que hubo reacción local sería exagerar, más bien al contrario, con un Fuenlabrada que dominaba la pelota y aprovechaba cada error no forzado de los locales, que seguían en la inopia. El Lugo se agarraba a la jerarquía de Señé y al remate de Chris Ramos para superar un juego grupal manifiestamente mejorable. Empató el Lugo con un buen disparo de Señe, de largo el mejor de los locales.

No cambiaron mucho las cosas en la reanudación. El Lugo intentaba activarse pero el Fuenlabrada, más metido en el partido a pesar de estar descendido, llegaba más y mejor al área local. Whalley sacó un balón que se colaba de Pedro León, pero no pudo evitar el gol de Kanté tras un regate de alta escuela de León. A estas alturas ya era indiscutible la superioridad del equipo de Sandoval, que no solo sometía al Lugo sino que llegaba con peligro a la portería de un Lugo dormido, con una intensidad impropia del fútbol profesional al que pertenece, tanto así que antes del minuto 70 Albés ya había hecho los cinco cambios. Pudo ser mayor el escarnio si Whalley no estuviese perfecto en otro mano a mano frente a Kanté. Al final, justo premio para el que quiso competir el partido.