Ocho minutos condenan al Fuenla a Primera RFEF

El Fuenlabrada es equipo de Primera RFEF. Si Málaga y Sporting ganan, lo serían ya casi matemáticamente pero, incluso con el empate o derrota de estos, la vitola de equipo descendido no cambiaría porque el Fuenlabrada no tiene lo necesario para salvarse pese a merecerlo, como hoy. La Ponferradina, por su lado, se lleva una afortunada e inmerecida victoria que le mantiene vivo en la lucha por el playoff.

La final anticipada del Fuenlabrada no empezó bien para los intereses azulones. El estadio estuvo muy lejos del lleno pese a los intentos del club. La afición creyó hasta el final, pero este ya se produjo hace varias jornadas. Además, la Ponferradina entró mucho mejor al partido: sin juego de toque pero con peligro en todo su fútbol directo. Los locales, mientras, a sobrevivir y con la salvación en juego.

Poco a poco, los de Sandoval se fueron estirando Bouldini y Kanté mediante. Marroquí y gambiano eran los estiletes de un equipo con defensa de cinco y Diamé como libero, principal noveddad en el once fuenlabreño. Bouldini, primero, y Kanté, después, estuvieron cerca de conectar con dos servicios de Cristóbal y poner en peligro a Amir.

En una de estas estiradas, Kanté cumplió con la primera parte del plan: la de adelantarse en el marcador. Saliendo desde la izquierda, el atacante tuvo la pausa de la que a veces adolece para batir a Amir con una buena definición en el 37'. Celebración fría la suya, consciente de que todavía queda mucho, muchísimo para, al menos, poder ilusionarse.

Ahora le tocaba a la Ponferradina enseñar sus colmillos y a los locales, su mayor defecto: el de resistir. Y es que lo hacen tan mal que se negaron a ello, volvieron a buscar la portería rival y sus rivales, atónitos. Todavía más sorprendidos cuando en el 40', Bouldini amplió la ventaja al verse sólo delante de Amir con un sutil pase de Agu. El africano no falla en esos escenarios y batió a placer al cancerbero berciano.

Los de Bolo no tardaron en levantarse de la lona. Morán y Medina buscaron derribar el muro local a base de juego por las bandas. La sala de máquina visitante servía a sus interiores y laterales que no dejaban de buscar a los Espiau y Yuri con centros laterales. Todo ello, sin suerte ya que el Fuenlabrada, por primera vez un mes, se veía sólido en tareas defensivas.

El paso por los vestuarios no cambió el guion de lo visto en los últimos minutos del primer acto. El Fuenlabrada llevaba peligro en cada una de sus jugadas de fútbol directo; Bouldini estuvo muy cerca de poner el tercer gol en el marcador, segundo para su cuenta personal, con un escorzo que se marchó desviado. Los visitantes, por su parte, buscaban un cambio de aires ofensivo con la entrada de Sergi Enrich y este nunca llegó.

El VAR tuvo que intervenir para señalar un inoportuno penalti de Pulido sobre Pascanu. El central azulón derribó a su compañero en el equipo rival a la salida de un córner cuando intentaba despejar el balón. Naranjo era el encargado de lanzarlo y Belman, de pararlo. Y lo paró y no por demérito del atacante berciano. Muchas veces se dice, con poco acierto, que los penaltis se fallan por el lanzador si el esférico no acaba dentro de las mallas, y nada más lejos de la realidad. Los porteros tienen mucha culpa de los penaltis detenidos y en el Torres, Belman, que se reivindicó otra jornada más, dio esperanza a su gente.

La actuación de Belman anestesió el timorato despertar de los de Bolo y el Fuenlabrada, por su parte, se envalentonó. Todo parecía que, por una vez, iba a sonreír a los intereses azulones. Parecía porque al Fuenlabrada le remontaron el partido cuando ganaba en el 87'. 2-0 en el 87', 2-3 al acabar el partido.

Esta remontada es difícil de explicar para alguien que no hubiese visto el partido, pero es imposible para el que lo viese. Primero, Sergi Enrich remató con más fortuna que otra cosa un centro lateral poniendo el 2-1 en el 88'. Después, el mismo Enrich 'sacó', y es que falta no fue y sólo se pita entendiendo el nivel arbitral español, una pelota parada para los suyos en el centro del campo. A los de Sandoval ya les temblaban las piernas y en una de estas ocasiones podían los de Bolo meterles todavía más mano, y lo hicieron. Pascanu ponía la igualada en el 92' con una jugada embarullada de esas que un infantil despeja y el Fuenlabrada no sabe. Y, por último, el 2-3 que acaba con el primer viaje del Fuenlabrada por el fútbol profesional. Ojeda, en la última jugada del duelo y con la portería vacía al subir Belman a rematar un córner, culminaba la remontada en el minuto 100.

El tanto de Ojeda no fue el final porque los partidos del Fuenlabrada siempre pueden ir a peor incluso cuando no lo merecen. Belman fue expulsado al intentar 'cazar' con la pierna a Ojeda en el último gol berciano y Sandoval, que ya tenía una amarilla al quejarse de la simulación de Enrich en el 2-2, vio la roja en una trifulca final de esas que es fruto de la impotencia y la rabia.