La tragedia que llevó a Mateu a ser árbitro
El colegiado ha desvelado en un documental de Informe+ que el fallecimiento de su padre le hizo trabajar para meter dinero en casa y su hermano le 'obligó' a meterse a árbitro.
Mateu Lahoz es un árbitro peculiar. Con una personalidad arrolladora, poco a poco, ha ido escalando a nivel internacional hasta el punto de dirigir la final de la Champions de 2021 entre Chelsea y Manchester City. Pero, por supuesto, detrás de un colegiado también hay una persona. Y Movistar, a través del programa Informe+, ha emitido un documental en el que estudia a fondo su figura y le da voz para que el público le conozca más allá de lo que ha mostrado sobre el césped. Nacido en el pequeño pueblo de Algimia de Alfara, en Valencia y con solo 1.079 habitantes según el INE, no fue hasta los 14 años cuando empezó a pensar en esto del arbitraje. Fue una tragedia lo que le llevó a ello y unas palabras que estarán siempre en su recuerdo.
Un domingo cualquiera, cuando Mateu Lahoz, en el documental conocido como Toño, renunció a jugar con su equipo de fútbol, el Estivella, y fue a recoger aceituna junto a unos vecinos. Ese mismo día, su padre le abroncó, cosa que el hijo no entendió. Pasaron el resto de la tarde enfadados, tal y como ha revelado el árbitro, visiblemente emocionado. Unas horas más tarde falleció, bañando de tristeza a la familia. El ahora colegiado de Primera División ya amaba el fútbol para aquel entonces y con el tiempo entendió por qué su ascendiente le habló así poco antes de morir. Él era un virtuoso del tiro al plato y la salud no le permitía disfrutar de su pasión: "La mía era el fútbol y después entendí su postura, no había con mi equipo para recoger olivos". Toño había renunciado a lo que más quería, pensando que así estaba ayudando a su familia: "Me dijo que no había sido responsable, yo no lo entendía. Me llevo ese aprendizaje, me lo ha dejado para siempre".
Para aquel entonces, Mateu Lahoz jugaba al fútbol en el Estivella, donde mejoró notablemente tras unos años en los que era el último en ser elegido en las cuadrillas o en el patio del colegio. Disfrutaba jugando, pero el fallecimiento de su padre le dejó tocado a él y a su círculo familiar. Decidió coger las riendas y comenzar a trabajar para llevar dinero a casa. Entonces le cambió la vida. Su madre no quería, con 14 años, que entrara en el mundo laboral, pero él estaba convencido. Su hermano encontró una solución: que volcara su pasión por el deporte en el arbitraje. Se sacó el cursillo y comenzó.
No obstante, Mateu desvela que pudo tirar su carrera por otro lado: "Me llegó una oferta del Gimnástico, para jugar en Tercera División. Decidí colgar las botas, quedarme arbitrando en Regional y ese año ascendí. Me considero árbitro desde Preferente". Una pena, al menos para Juanra Cabrero, exfutbolista: "Toño era buen jugador, muy competitivo, era un líder. Era mediocentro ofensivo, tenía un aire, por su pelo y todo, a Fernando Redondo. Podía prometer en el mundo del fútbol".
Pero no. Porque a Toño siempre se le dio bien llevar el silbato. Así recuerda su estreno: "La primera vez que arbitré se me dio muy bien. Pité un penalti en el último minuto a favor de los visitantes. Nadie protestó. Nunca quería que nadie me acompañase en los partidos". Fue el primer día de su nueva vida. Un ascenso meteórico, que ha llenado de orgullo a los suyos, en especial a su madre, Lola Lahoz: "Me llamaron para felicitarme por mi hijo. Me dijeron que llegaría a donde quisiera llegar".
Me llegó una oferta del Gimnástico, para jugar en Tercera División. Decidí colgar las botas, quedarme arbitrando
Primera División
En el año 2008, Mateu llega a Primera División para revolucionar el arbitraje español. Es un colegiado carismático, de dejar jugar, escuela Premier League y de mucho diálogo con los futbolistas. Ancelotti, sin ir más lejos, se ha rendido a él: "Para mí es el mejor no solo de España, sino de Europa". Pero, en tantos años, no ha dejado indiferente a nadie. Algunos le admiran, otros le cuestionan. Su primer día fue en un Sevilla-Sporting de Gijón y lo revive como si el tiempo no hubiera pasado: "El partido era a las diez de la noche. A las seis de la mañana ya tenía los ojos abiertos, no dormí siesta, que siempre lo hago. Disfruté como un enano, como un cerdo. Es la verdad. Incluso el postpartido. Hice algo que luego nunca más he podido repetir. Salí del estadio por mi propio pie, andando, acompañando a la familia de Palop. Con total tranquilidad. Recuerdo ese partido como si fuese hoy".
Algo impensable a día de hoy, si bien Toño siempre fue un árbitro de dejar imposibles. Xabier Aguilar Gutiérrez, que fue durante años su asistente, ha recordado un curioso episodio que vivió con Mourinho. Fue tras un Real Sociedad-Real Madrid, cuando el técnico portugués fue corriendo al centro del campo, le dio la mano y se dirigió a él en los siguientes términos: "Eres el mejor, no entiendo cómo no eres internacional". Posteriormente, en rueda de prensa, Mou volvió a elogiarle: "Parecía que estaba en un campo inglés". Nunca llueve a gusto de todos. Mientras Mourinho le dedicaba unas cariñosas palabras, Xavi Hernández le criticaba duramente semanas después: "Te desquicia futbolísticamente. Te quedas parado, no pita faltas que todos pitan".
Respeto la opinión de Xavi, pero no la comparto
Ahora, tanto tiempo después, Mateu Lahoz ha respondido a ambos: "De Xavi... Es su opinión, no la comparto, sin ningún tipo de duda, pero la respeto. Las palabras de Mourinho las miro con la misma naturalidad que Xavi". Porque, en definitiva, el técnico sigue con los pies en la tierra. Si se han fijado alguna vez, cuando suena el himno de la Champions o en la previa de partidos de Liga, guiña un ojo a la cámara. Hay una explicación: "Siempre le guiño el ojo a mi madre en el arranque de los partidos, para que sepa que todo está bien. Alguna vez me han llamado la atención, pero para mí tiene mucho significado. Bienvenido sea que haya cámaras siguiendo a un árbitro, ojalá sirvan para difundir nuestra labor".
Las excentricidades de Mateu
Su manera de arbitrar no es la única que le ha hecho ser reconocido a nivel internacional. Informe+ de Movistar ha recordado alguno de los episodios más característicos de su carrera como colegiado. En un duelo entre Atlético y Barcelona, los jugadores blaugranas le protestaron enérgicamente un penalti por mano de Godín, a lo que él aprovechó para felicitar a Messi por el nacimiento de su hijo Mateo. También se rememoraron las palabras que dedicó a Iniesta y Casillas antes del arranque de un Clásico: "Dad ejemplo, hacednos disfrutar como siempre lo hacéis, representáis mucho más que un partido de fútbol". O su reacción ante el enfado de Umtiti: "Mírame, vale, pero mírame. Ahora ya hablamos de lo que quieras".
¿Por qué no voy a llamar a los jugadores por su nombre?
Un comportamiento que ha sido analizado por la coach Ángela Pinero: "El contacto físico para él es como un lenguaje. Hay veces que dices 'ha vuelto a tocar', pero qué le vas a hacer así es él". Una particularidad que va de la mano a que siempre se dirija a los jugadores por su nombre de pila. Tiene una explicación para ello: "Me he aprendido siempre el nombre de mis alumnos y alumnas, ¿por qué no me voy a aprender el de los jugadores? Y si me lo sé, ¿por qué me iba a dirigir a ellos por el dorsal o el apellido? Les llamo por su nombre. Es cuestión de gustos. Me gusta tratar como me trataran a mí".
El único arrepentimiento
El primer mandamiento de un árbitro es que es imposible no equivocarse. Pero los errores, como seres humanos, son inevitables. Por ello, Mateu Lahoz no se puede arrepentir. Aunque sí hay un episodio del que todavía le queda una espinita clavada. En un duelo entre Espanyol y Getafe, el equipo madrileño llevaba ventaja en el marcador y no dejaba de arañar segundos al cronómetro, entre otras, con caídas prolongadas en el suelo. El portero Kiko Casilla se enfadó notablemente y así se lo hizo saber al protagonista de estas líneas.
Por lo único que pido perdón fue por las palabras malsonantes a Kiko Casilla
Este reaccionó notoriamente enfadado y le dijo: "Me cago en la puta, no me toques los cojones. ¿Que me lo estás diciendo bien? Una polla me lo dices bien. Lo tienes claro conmigo, me cago en la puta". Unas palabras impropias de un colegiado, que ahora se disculpa: "En muchas ocasiones me he reído. Las situaciones complicadas me han ayudado a crecer. Alguna vez me han recomendado que no hablase o que me tapase la boca, pero lo mejor que he podido hacer es ser yo mismo. Por lo único que pido perdón fue por las palabras malsonantes a Kiko Casilla, pero él sabe en la situación en la que estaba. Hay palabras ahí de las que no me siento orgulloso, pero no somos perfectos. Usamos una verborrea que no es la adecuada, ni la más civilizada. Pero es fruto del momento y me sirvió para aprender".
La tragedia de París
Era noviembre de 2015. Mateu Lahoz pitaba junto a su equipo el amistoso entre Francia y Alemania en París. En mitad del partido, sonó una gran explosión. Tenía el balón Evra, que se quedó petrificado por unos instantes, pero después continuó jugando, sin ser consciente de lo que había sucedido. El partido terminó sin que los protagonistas supieran que se había dado en la ciudad un terrible atentado yihadista que se cobró más de un centenar de víctimas mortales. Los ataques consistieron en tiroteos en la terraza de cinco restaurantes, tiroteos y tomas de rehenes en la sala Bataclán y explosiones suicidas en las inmediaciones del Stade de France y la Plaza de la Nación. Su asistente Pau recuerda lo ocurrido: "No fuimos conscientes hasta el pitido final. Vimos en las pantallas que ya no se hablaba del partido, no recuerdo algo peor". Salieron del país al día siguiente tras participar también de algunos de los actos públicos organizados contra la barbarie. El árbitro principal recuerda lo que le impactó: "Lo primero que hice al llegar a España fue recoger aceituna en Algimia, para tratar de olvidar aquello. Me asusté muchísimo. Me hizo crecer en empatía".
También vivió de primera mano la batalla campal entre las aficiones de Olympique de Lyon y Besiktas en un partido de Europa League en 2017. Aquello hizo que se aplazara el arranque del duelo y Mateu tomó la voz cantante y permitió a personas mayores o niños a bajar al césped para que no se vieran salpicados por la salvaje actitud de los más radicales. Tras lograr la seguridad disolver los disturbios, el colegiado abogó porque todos los futbolistas se reunieran en el círculo central, se dieran la mano y mostraran concordia y deportividad ante lo sucedido.
La curiosa anécdota en Turquía
La siguiente vez que fue a Turquía tras aquel lamentable incidente, el público le ovacionó. Otro día, recibió una oferta que a buen seguro dará que hablar en redes sociales en los próximos días. Le llegó de una popular empresa, especializada en injertos capilares, tal y como él mismo ha reconocido en Informe+. Por supuesto, le ofrecieron ponerse pelo y posteriormente ser la seña de identidad de la marca, con el antes y el después: "Ahí me di cuenta de lo calvo que estaba, cada vez más. Le di las gracias, pero la deseché, porque no me apetecía, estoy bien como estoy". Sus asistentes recordaron aquello entre risas: "Quizás estaría más guapo".
LaLiga del Tata Martino
La 2013-14 fue una de las temporadas deportivas para Mateu Lahoz. Le tocó arbitrar la última jornada de Liga, el duelo decisivo entre Atlético y Barcelona. Si los de Simeone puntuaban se alzaban con el campeonato, si el Tata Martino y los suyos vencían, sería ellos los campeones. Messi marcó, pero el colegiado anuló erróneamente el tanto. Para aquel entonces no había VAR. El argentino estaba adelantado, pero el balón no venía de un compañero suyo, sino de Juanfran. Un fallo que condicionó enormente quién sería el campeón. Meses después, el entrenador y el árbitro se reencontraron: "El equipo del Tata me dejó una impronta inolvidable. Tuvimos la suerte de vivir el final de la Liga de la temporada 2013-14. Coincidimos en un hotel meses después, hablamos de muchas cosas, entre esas de esa jugada. Tuve la suerte de poder decirles que no estuve a la altura, que no fui capaz de discernir a quién le había dado el balón. Hablamos con total naturalidad de ese tema y creo que ellos lo agradecieron.
Mateu Lahoz ha reconocido que sufre cuando se equivoca, tal y como hacen sus asistentes y cualquier compañero del gremio: "Cuesta dormir cuando te equivocas. Nunca puedes convencer a todo el mundo, pero eso es la magia del fútbol. Puedo mirar la cara a todo el mundo, no se me caen los anillos por pedir perdón por un error. Hablar de jugadas no tiene ningún sentido, tenemos la responsabilidad de hablar en el campo". Por ello, se muestra a favor de la llegada del vídeoarbitraje: "El VAR es uan herramienta básica para el fútbol, pero hay que respetar la esencia. Debe ser una herramienta más, llevada por un asistente más del equipo".
La Champions y la Eurocopa
Tras decenas y decenas de partidos a nivel internacional, Mateu y su equipo recibieron el gran premio de dirigir una final de la Champions, Fue entre el Chelsea y el Manchester City y no tuvieron ningún tipo de incidencia en el resultado. Un detalle que habla de la clase de persona que es el colegiado es que, por la pandemia, UEFA les entregaba menos entradas de lo habitual hasta el punto de que sus asistentes Rober y Pau solo tenían una localidad asignada para cada uno. Algo que no gustó a Toño, que pidió al organismo más tickets para que sus compañeros pudieran estar acompañados por su familia. Lo logró. Tras el duelo, se le vio visiblemente emocionado, con lágrimas en los ojos: "Mis lágrimas fueron de dar muchas gracias a todos los que lo habían hecho posible, me sabe mal haberlas exteriorizado. Mi hijo me dijo unas palabras al acabar el partido... No somos de piedra".
Una experiencia brillante, como la Eurocopa, aunque deportivamente no fueran comparables. A Mateu Lahoz le cayeron partidos exigentes en la primera fase y no tuvo su mejor día en un polémico Portugal-Francia. "Éramos merecedores de regresar a casa a casa", reconoce. Aun así, se quedó satisfecho por unas palabras que le dedicó Pepe solo unos minutos después de señalar un polémico y riguroso penalti sobre Kylian Mbappé: "No pasa nada, tu actitud siempre es la adecuada. No te preocupes, ahora a por la segunda parte".
El final se acerca
Hasta hace unos años, cumplir 45 años era directamente decir adiós al arbitraje y colgar las botas. Los tiempos evolucionando y ya se permite a los colegiados ser más veteranos, siempre y cuando se mantengan en forma. Pese a ello, Mateu ya tiene 45 en su carnet de identidad y sabe que el final no está lejos: "Empiezas a ver que el último partido está por llegar, no depende de ti. Puede haber dirigentes que ya no confíen en ti. Ojalá pueda estirar este chicle todavía más. Quiero mantener viva la llama del arbitraje. Sé que alguien puede llegar y apagarla, pero hasta entonces, ahí estaremos".