El derbi cambia el paradigma

No solo transcurrieron 771 días, dos años y un mes largo, entre el anterior Espanyol-Barcelona y el de este pasado domingo. Y eso que en ambos casos el resultado fue idéntico: 2-2. Lo que ha pasado es un cambio de paradigma. Seguramente, por la cronología de los hechos. Pero también por el contexto y por las perspectivas, al menos en el caso de un conjunto perico que se echó las manos en la cabeza por empatar ante su eterno rival –lo nunca visto desde hace muchos años–, pero que tiene la percepción de que sale reforzado para lo que viene.

En el derbi anterior, el 4 de enero de 2020, el 2-2 supuso un estallido de júbilo para la parroquia del RCDE Stadium, puesto que fue un jugador perico, Wu Lei, el que rescataba un punto para los pericos en el minuto 87. Y, sin embargo, la sensación pasada la euforia de las primeras horas seguía siendo la de un equipo desahuciado, que ya en aquel momento, justo en el ecuador de LaLiga 2019-20, marchaba ya colista y a cuatro puntos de la permanencia. Todo lo contrario de un Barcelona que, pese al tropiezo en el derbi, seguía de líder, otra cosa es que la directiva tomara la precipitada decisión de despedir a Ernesto Valverde tras el partido siguiente, la semifinal de la Supercopa de España frente al Atlético de Madrid (2-3).

Ahora las tornas se han girado. No llegaba el Espanyol a 29 puntos de su eterno rival, sino solo a 11 pese a estar más avanzado el campeonato, y distan tanto los pericos de hundirse en la tabla como los azulgrana de luchar por el título. Y sin embargo, dado que el 2-2 se certificó con un gol de Luuk de Jong en el minuto 96, la impresión de los blanquiazules fue de absoluta frustración en un primer momento, pero de punto de inflexión hacia el resto de la temporada, empezando por la visita este próximo domingo del Sevilla al RCDE Stadium. De que calidad y competitividad atesora la plantilla para alcanzar sobradamente la permanencia, cuando no algo más, pese a los continuos fallos defensivos.

No se trata de una sensación infundada, sino de la consecuencia de ese cambio de paradigma en el derbi –y en otros partidos, como la victoria ante el Real Madrid o el empate que se acarició frente al Atlético de Madrid–: no fue el todopoderoso Barcelona superior en ninguno de los dos enfrentamientos de esta temporada, ni en un Camp Nou donde acaso merecieron ganar los pericos a pesar de que perdieron (1-0), ni en Cornellà, donde los justo a pesar del mal sabor de boca de los locales seguramente fue ese empate final. Un paso adelante que debe refrendar el Espanyol en los próximos encuentros para volver a la senda ganadora.