Cuando el perdón comienza con un gol

El inicio de temporada de Óscar Plano no ha sido el mejor. Después de un verano de oír continuos cantos de sirena de Primera División, que escuchó y pudieron llevarle a salir del Real Valladolid, se ha encontrado con el respaldo en forma de minutos de Pacheta al tiempo que recibió críticas de la afición, crecientes después de una reacción templada a un gol de Weissman. Contra el Málaga vio puerta por primera vez este curso y buscó la reconciliación.

Lo escenificó frente al Fondo Norte, aquel donde se ubica el sector más animoso de la hinchada, juntando las manos en señal de disculpa antes de mandarles un beso, tan prolongado que parecía eso, uno que buscaba la redención entre quienes se quieren y han tenido desavenencias. "Se habla demasiado a veces y me ha pasado factura. Quiero estar aquí y quiero que el club vuelva a subir a Primera. Voy a trabajar a muerte por ello", dijo casi como promesa.

El atacante sabe que todavía le queda "mucho" para limpiar las "malas vibras" que le han perjudicado en todo este tiempo, aunque el tanto supuso "una liberación" después de pasar "momentos complicados". "Me ha dolido mucho que se diga que no tengo compromiso; me he dejado la piel. El club ha tenido ofertas, pero siempre he estado comprometido, porque aquí he cumplido el sueño de jugar en Primera", prosiguió, recalcando sus palabras varias veces.

Sin concretar cuál, Plano reconoció que se había "confundido en una cosa", y de ahí el perdón que pidió al público, sin querer entrar en más explicaciones. Y por si hacía falta, aclaró que su relación con Weissman es buena. "Le quiero mucho y nos entendemos muy bien. Nos hemos dado miles de abrazos", explicó, siempre arguyendo un estado emocional "complicado", que se hacía notar en su voz, afectada, y reiterando la promesa del trabajo en pos del ascenso.