Ocampos, el año de la verdad

Lucas Ocampos se incorporó esta misma semana a los entrenamientos del Sevilla en Alicante, tras alargar sus vacaciones unos días por los compromisos que vivió con Argentina a comienzos de junio aunque, al final, la albiceleste no le convocara para la Copa América. Una espina en las aspiraciones del extremo de Quilmes, que afronta la próxima temporada, su tercera en Nervión, como una reválida: su primer año fue espectacular y el segundo, marcado por el poco descanso y una lesión importante, bajó el nivel.

Ocampos ha dispuesto por fin de varias semanas de desconexión después de que en 2020 no llegaran ni a cinco los días libres que tuvo entre la conclusión de una temporada y el comienzo de otra, con la Sexta Europa League de Colonia a finales de agosto y los compromisos internacionales en el inicio de septiembre. La 2019-20 le convirtió en una de las revelaciones, si no la que más, en LaLiga. Fue Pichichi sevillista del año, con 17 goles en todas las competiciones, y su valor de mercado se disparó hasta los entre 30 y 40 millones en que lo tasa el CIES Observatory de Suiza.

Recién cumplidos los 27 años, en el inicio ya de su madurez futbolística, Lucas afronta una 2021-22 en la que a priori tendrá más competencia que la pasada campaña, con la incorporación al equipo del canterano Bryan Gil (ahora en los Juegos Olímpicos) y tal vez de algún extremo más por la banda izquierda, eso si no se queda en el equipo (algo improbable) el marroquí Idrissi.

Ocampos necesita mejorar sus números de la pasada temporada, en la que descendió hasta los 8 tantos, y dejar atrás el exceso de revoluciones durante algunos partidos. Un futbolista que, Lopetegui lo sabe, le da siempre al equipo en otros apartados como el desequilibrio y las ayudas defensivas, además de marcar el ritmo. Y que tiene ante sí uno de los años de su carrera para además tratar de ir con Argentina al Mundial de Qatar.