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¿Leyendas pepineras sin despedida?

Bustinza, Rubén Pérez y Cuéllar, los tres capitanes del Leganés, terminan contrato y podrían dejar Butarque sin boatos o tributos. Cuéllar ya ha sido el primero en decir adiós.

¿Leyendas pepineras sin despedida?
Kiko HuescaEFE

La cartela electrónica se elevó al cielo de Butarque y en recuadro marcado con números rojos, el que señala qué jugador tenía que salir, mostró el dorsal 21. El de Rubén Pérez. Corría el minuto 75 de la vuelta de las semifinales del playoff y el Leganés se desangraba ante un Rayo que acabaría ganando el partido, aunque en ese instante el duelo aún iba empate a uno. Rubén, apresurado, se quitó el brazalete, se lo dio a Eraso y chocó la mano de Diego García, su reemplazo. La escena fue silenciada en el anonimato de la tele. Ni un plano mostró la que podría ser despedida del Leganés de su futbolista con más partidos en Primera División. Y puede que no sea la única.

El Leganés anda en un periodo de reconversión. Los pepineros tienen que decidir qué quieren ser de mayores. Gallitos en Segunda o, de nuevo, equipo aspirante a aspirante. Las estrecheces económicas y las opciones de hacer esfuerzos marcarán el futuro. Pero mientras tanto, en el limbo se suspenden unos cuantos nombres que han formado parte de la historia más gloriosa del club y que, por las anómalas circunstancias del fútbol de pandemia, podrían dejar Butarque por la puerta de atrás. En silencio y sin los tributos que merecen.

La marcha de Cuéllar

Ya le ha pasado a Iván, el Pichu, Cuéllar. El arquero anunció ayer que no continuaría después de que el propio Leganés le comunicara personalmente que no habría oferta de renovación. Trató el club de tener un trato especial con el que es portero con más partidos del Lega en la élite (96 entorchados). Que no se marchara con una simple llamada de teléfono. Hoy las redes sociales de la entidad han hecho oficial esa despedida que, sobre el césped, no tuvo boato alguno.

Cuéllar, suplente en el último partido ante el Rayo (Riesgo le ha adelantado como titular del equipo), solo pudo salir al césped pare consolar a sus compañeros después de la no clasificación para la final del playoff. Desde allí, como todos sus compañeros, aplaudió a los 1.500 hinchas que regresaron a Butarque. Tapado por el anonimato del grupo, dijo adiós a cuatro temporadas como arquero del Leganés. En total, 126 partidos.

La situación de Rubén Pérez

El caso de Rubén Pérez es parecido. Su contrato termina en 2022, pero la última campaña estaba supeditada a que el Leganés estuviera en Primera. Sin ascenso, es libre de marchar. El club estudia las opciones para retenerlo, pero conjuntos de la élite ya se han interesado. Es el caso del Alavés, informa El Correo Vasco. Retenerlo será complicado. Como su despedida.

Rubén Pérez es el único jugador del Leganés que ha superado los 100 partidos en la élite (118) de un total de 165 encuentros con los pepineros, lo que le convierte en el 13er jugador del club con más partidos oficiales en competiciones profesionales. Una leyenda que ejercía como segundo capitán de los pepineros y que siempre ha sido referente de la imagen que pretende transmitir el club. Normalidad. Ambición.

El adiós en silencio, sin apenas público que le aplaudiera y tras una derrota dolorosa pondría fin a cinco temporadas que conforman su periodo más estable en un club. No son formas para una despedida, si es que finalmente abandona Butarque. Aunque él, al menos, pudo jugar ese último encuentro.

La lesión de Bustinza

Unai Bustinza, primer capitán, no pudo estar en el césped. Una lesión el 4 de abril ante el Sabadell lo dejó fuera de combate y desde entonces no ha regresado a los terrenos de juego. De haberse clasificado para la final lo habría tenido muy complicado para jugar junto a sus compañeros.

Él, al igual que Rubén Pérez, está en situación de indefinición. El Leganés estudia su continuidad, pero siempre bajo las nuevas condiciones a las que tendrá que adaptarse en una categoría en la que ya no percibirá, como el curso pasado, ayudas al descenso. Así que tampoco está claro que pueda seguir en Butarque. Su adiós supondría despedir al único superviviente de la plantilla del ascenso y hacerlo, también, sin la oportunidad de haber jugado un partido para el adiós con público en las gradas. Sin la ocasión de un adiós como el que merece una leyenda.