Un título a base de remontadas
El Atlético no fue nunca en contra en los 14 primeros partidos de Liga, pero cuando se complicó, le dio la vuelta a cinco encuentros, incluidos los dos últimos.
El Atlético nunca se rinde. Hace ocho días, el equipo rojiblanco levantaba su undécimo título de Liga en una gran celebración en el Wanda Metropolitano y la sensación de sufrimiento se iba apagando en favor de la euforia y la felicidad. Las dos últimas jornadas, con el título en juego y los nervios a flor de piel, Simeone vio como Osasuna y Valladolid se ponían por delante y el equipo rojiblanco tenía que revolverse para que no se le escapase el ansiado trofeo.
Ante los navarros, de forma dramática, después de estar todo el partido generando ocasiones y fútbol en los metros finales sin el premio ante Sergio Herrera y viendo como Budimir ponía por delante a su equipo en el minuto 74 prácticamente en el primer remate en contra. Pero el Atlético sacó su carácter y le dio la vuelta al marcador con seis minutos de infarto, con Lodi empatando en el 81’ tras una gran asistencia de João Félix y Luis Suárez desatando la locura con un remate cruzado en el área a partir de una gran acción de Carrasco en banda. El uruguayo se había frustrado en la primera mitad, pero no se dio por vencido y acabó acertando en el momento clave (minuto 87).
Y en la última jornada, el conjunto colchonero se vio sobrepasado de partida por los nervios y la tensión de saberse campeón en el caso de ganar y el Valladolid se adelantó en una contra donde Óscar Plano definió a la perfección plantándose en el mano a mano después de salir desde campo propio. Todo ello en una jugada iniciada en córner favorable al Atlético. El equipo se serenó en el descanso y volteó el marcador rápidamente con un Correa iluminado, autor de un verdadero golazo y Suárez rematando un error de Guardiola y mostrándose de nuevo fiable en el uno contra uno en su gol número 21 que certificó LaLiga. Una remontada entre el minuto 56 y 66 que acabó siendo determinante, ya que el Real Madrid también llegó a ganar su partido.
El Atlético ha tenido que tirar de épica en varias ocasiones este curso y ha demostrado tener carácter y capacidad de reacción con Luis Suárez como principal protagonista. Durante las primeras 14 jornadas de Liga nunca se vio con el marcador en contra, lo que mantenía la incertidumbre sobre la respuesta que iba a poder dar en un escenario en contra. Pero, con el uruguayo protagonista fundamental en 21 puntos, no sólo certificó las remontadas contra Osasuna y Valladolid, siempre dio la impresión de poder superar cualquier escollo.
En la primera vuelta, Suárez ya había marcado el tanto de la victoria ante el Alavés en el minuto 89 y dio la vuelta en la siguiente salida al partido frente al Eibar con un doblete, el segundo de penalti a lo Panenka en el 89’, después de que Dmitrovic hubiese puesto el 1-0 para los armeros también desde los once metros. Durante ese periodo del curso, el Atlético comenzó a encadenar contratiempos que fue sacando adelante. Una semana después de Ipurua sería el Valencia el que se adelantaría por medio de Rakic, pero João Félix, Suárez y Correa acabaron poniendo el 3-1 en el marcador.
Contra el Celta, un doblete del uruguayo pasaría del 0-1 de Mina al 2-1, pero Ferreyra empataría en el último minuto. Y contra el Athletic, en el Wanda Metropolitano, Muniain complicaba las opciones del Atlético en Liga con su gol inicial, pero entre Marcos Llorente y Suárez de penalti consiguieron que los tres puntos se quedasen en casa. En el lado contrario de la balanza, el equipo rojiblanco no perdió ningún partido después de comenzar ganando (sólo rascaron un empate Real Madrid y Betis).
Si en cursos atrás el Atlético siempre había sido fiable en la retaguardia una vez conseguía desequilibrar el partido, esta temporada ha añadido el carácter y la capacidad que tan bien simboliza Suárez para reponerse de los golpes adversos, con cinco victorias después de haber comenzado perdiendo y los dos triunfos finales que dejaron claro que los de Simeone únicamente tenían el título entre ceja y ceja y nada ni nadie les iba a desviar del objetivo.