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SEVILLA - ATHLETIC

Fase VI: un Athletic herido

El Sevilla ha ganado cinco partidos seguidos y no puede fallar en otros cinco para que no haya un Game Over por LaLiga. Los vizcaínos sólo juegan ya por autoestima.

Williams, Balenziaga y Marcelino.
AIOLDIARIO AS
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Hace tiempo que al Sevilla dejaron de considerarle un tapado, pero partir con la menor puntuación de los cuatro que andan en la carrera por LaLiga impide al equipo de Nervión pinchar en ninguno de los partidos que le quedan. Imaginen ese videojuego en el que sólo te queda una vida: perder, o incluso empatar, provocará que en la pantalla aparezca el temido Game Over. Cinco partidos seguidos ha ganado el Sevilla y cinco le quedan para (quizá) pasarse este tremendo Arcade que significaría levantar el título. En la fase 6 aparece un enemigo rojiblanco, el Athletic. Un grupo que abrazó la permanencia y anda ya demasiado lejos de Europa, sin objetivos pero con el orgullo herido (sigue el partido en directo en As.com).

Necesita un chute de autoestima el equipo vizcaíno. Se resume en Williams (Iñaki, que habrá que precisar desde que debutó Nico) y las secuelas mentales que, así lo desveló en la previa Marcelino, dejaron las dos finales de Copa perdidas con apenas dos semanas de margen. Demasiada crueldad. Llegan los rojiblancos con las importantes bajas de Yuri, Muniain y Capa, al que han perdido para lo que queda de campaña. Villalibre y Berenguer han cogido galones en los de Marcelino, que aprovechará esta recta final de campaña para convertir a algunos aún cachorros en leones. No es el caso de Nico Williams, que vuelve al filial porque se está jugando el ascenso.

A Lopetegui le tienen en vilo las molestias musculares de uno de sus pilares, Jules Koundé. Y otro asunto: además del francés, Acuña y Navas se encuentran apercibidos. Más de media defensa se perdería la final (otra) ante el Real Madrid si ve tarjeta. Un dilema futbolístico de marca mayor que el entrenador guipuzcoano resolverá durante esta mañana de lunes, cuando conozca el estado físico de Koundé. Si Jules no llega, el resto de descansos se deberá posponer. Así lo reclama un videojego frenético, en el que no cabe una pestañeo, ni una mirada hacia atrás.