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JUAN GUEDES (VII)

Castellano: “Juanito Guedes fue como un dios para mí”

El legendario ex futbolista de Las Palmas narra sus vivencias junto al malogrado centrocampista. “Era nuestra pieza clave”, dice sobre su influencia.

Actualizado a
Castellano: “Juanito Guedes fue como un dios para mí”
Carlos Díaz-RecioDiario AS

Existen muy pocas voces, de hecho casi ninguna, más autorizada que la de Paco Castellano para hablar sobre la figura de Juanito Guedes, leyenda de leyendas de la Unión Deportiva Las Palmas, de quien mañana, 9 de marzo, se conmemora el 50ª aniversario de su fallecimiento. Por tal motivo, en Diario AS venimos homenajeando su figura desde hace una semana a través de destacadas personalidades del fútbol insular.

El célebre central amarillo compartió de todo con “Juanito”, como siempre lo llama cariñosamente. Tanto da que fuera en el vestuario o sobre el césped, lo mismo da en la calle que en los respectivos hogares de cada uno. Así son las familias que se eligen, aquellas que te regala la vida, que igualmente lo son para siempre. “Es que nos comportábamos así: éramos una familia”, dice un emocionado Castellano a través de esa inconfundible voz ronca, siempre tan cariñoso, servicial hasta donde no se puede más. Aquella generación de los años 60 y 70 del siglo pasado, que tantas alegrías le dio al fútbol grancanario, no ha tenido parangón: “Nos uníamos con la familia, hijos… Siempre estábamos juntos. Fue una cosa espectacular. Viví aquello y nunca he podido ver a un equipo como ese. No como jugadores, que creo que fuimos más o menos buenos (se ríe). Es que allí teníamos a personas extraordinarias”.

La cantidad de talento que había en aquella Unión Deportiva no tiene cabida en ningún artículo. Castellano nunca dejó que sentirse un “afortunado por haber estado con fenómenos como Juanito Guedes, Germán, Tonono, León, Martín… No te los nombre a todos para no cansarte (se ríe). Eran futbolistas extraordinarios”.

De todos aquellos, la imponente figura de Guedes pasó a tener una importancia capital. De hecho, cuando alzaba la voz las victorias caían sin cesar. “Me acuerdo que cuando iban las cosas mal nos reunía en una habitación. Se ponía a hablarnos y a decir que la Unión Deportiva Las Palmas era nuestra, que teníamos que pelear a muerte por ella y sacar los partidos. Cada vez que nos reunía le metíamos 4 al equipo contrario”, rememora Castellano, que añade: “Uno recuerda tanto de este hombre porque fue nuestra pieza clave. Era el hombre para todo lo hacíamos en aquellos momentos. Era nuestro capitán”. Otra vez, amago de quiebro en la voz, tan profunda la pena como aquellos pases largos con los que hacían maravillar a propios y extraños.

Siempre fue el ‘Mariscal’. “Se merecía totalmente que le llamaran así. Era un hombre ideal en el fútbol. Parecía que él solo llenaba todo el estadio, cortaba balones, daba unos pases extraordinarios”, recuerda antes de recordar a dos de los grandes beneficiados del mejor mediocentro que diera el fútbol insular: “Los pases en largo eran espectaculares; mandaba la pelota por detrás de los defensas y los dejaba muertos. José Manuel León, ‘Mamé’, y Gilberto I le cogían la espalda al contrario, con lo que hacíamos un daño tremendo. Juanito tenía la cabeza precisa para dar ese pase profundo y vertical que nos ayudó a conseguir tantas victorias”. Semejante talento le daría para ser también una estrella en el fútbol actual. “Estaría en el mejor equipo de España en el que pudiera estar. Como futbolista lo tenía todo”, dice tan convencido su amigo. Pregunta sin respuesta aunque todos coincidamos en esta última.

El “piñazo”.

Tantos años juntos dieron para tantas vivencias compartidas entre Guedes y Castellano, astros absolutos, imperecedero su lugar en la historia y capital la importancia que adquirieron en la Las Palmas y la sociedad grancanaria de la época. Si había que dar la cara, literal, por su amigo y compañero, Paco Castellano era el primero en hacerlo. Con aquel partido contra el Elche en el Estadio Insular. “Me acuerdo perfectamente, como si estuviera pasándome ahora”, dice el ex central y ex de casi todo lo posible en la propia UD. Se refiere a aquella persecución a García, del Elche, tras dejar malherido al gran capitán amarillo. “Es que le hizo una herida impresionante en la pierna”, rememora Castellano. La familia es lo primero, debió pensar. “Salí corriendo detrás de él. Se viró y, viendo que venía corriendo, me dio un piñazo en la cara que me jodió la ceja. Al final nos fuimos a la calle los dos”, recuerda, riéndose otra vez, siempre intacta aquella sonrisa inconfundible.

Nombrar a Juanito Guedes consigue iluminar la cara y el alma de Paco Castellano, auténtico caballero, cariño infinito el suyo por los amigos. Para él, su “familia”. En el caso de Guedes, abraza incluso la veneración más absoluta por el compañero desaparecido. “Me resolvió muchos problemas. Para mí fue como un hermano mayor”, considera sin tapujos.

Juanito Guedes, en un entrenamiento en el Estadio Insular.
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Juanito Guedes, en un entrenamiento en el Estadio Insular.Diario AS

Si había que acudir al rescate, “Juanito” siempre fue el primero. Tanto dentro como fuera del campo. Como en aquella conversación de vestuario escuchada por el mediocentro desde el otro extremo. “Don Jesús García Panasco (histórico dirigente del club), como no estábamos jugando nada bien y el equipo iba fatal, me preguntó que qué es lo que me pasaba. Le dije que tenía un coche y una casa que le había enseñado para ir pagando poco a poco. Me dijo que fuera vendiendo una cosa para que pudiera pagar la otra. Pero lo dijo para picarme, conmigo fue siempre una persona también extraordinaria”, relata Castellano. Ni que fuera una escena teatral, Germán Dévora entró en escena. “Se lo conté a Germán ese día, llorando, en la caseta, diciéndole que me parecía horroroso que dejara de pagar a una persona. No quería dejar de ser serio y dejar de pagar”, comentaba un serio Castellano. Al fondo, Guedes. Y antes de bajarse el telón, la esperanza. El final feliz, con gente así al lado, estaba escrito: “Juanito Guedes, desde lejos, nos estaba escuchando y se fue después del entrenamiento y me resolvió el problema que tenía en esos momentos. Para mí fue una satisfacción tremenda. Que un compañero me hiciera eso… Fue como un dios para mí. Puedo decir que se portó de maravilla en todo momento”.

“Asombroso”.

Así definió Castellano el sepelio de su amigo. “Es que había una cantidad gente asombrosa en la calle”, insiste esta otra leyenda de Las Palmas. Tocó recuperarse, no había más remedio. “Su muerte nos dolió muchísimo. Estuvimos mucho tiempo pasándolo mal con el equipo hasta que nos volvimos a recuperar”, desvela. Se fue un amigo, un hermano, un futbolista descomunal y una personalidad desbordante, tan influyente como ninguna. También un futuro “presidente”: “Estando en la clínica, malo de cáncer, nos dijo: “Yo no jugaré más, pero seré el presidente de ustedes”. Siempre estaba mirando por la Unión Deportiva Las Palmas, por nosotros”.

Hoy sigue mirando, orgulloso, cómo su legado permanece intacto. El peso de la leyenda no se olvida. La devoción con la que se habla de él no lo permite.