Álex Bergantiños nunca se va
El capitán recuperó la titularidad ante el Pontevedra tras jugar dos minutos en 4 partidos. Fue pieza clave en la mejoría del Depor en un triunfo vital.
Rubén de la Barrera realizó una gran revolución en su once para el decisivo partido del pasado domingo ante el Pontevedra (1-0). El técnico sentó a Uche y planeaba lo mismo para Borges, lesionado de última hora. La caída de los intocables abría la puerta al regreso de Álex Bergantiños y un cambio de esquema basado en la versatilidad y oficio del capitán. Incrustado entre los centrales cuando tocaba defender, ancla en la salida de balón y circulación cuando tocaba atacar. El resultado fue un Deportivo superior a un rival después de mucho tiempo y, además, en el día D. Bergantiños fue el faro y volvió a demostrar sobre el césped otra de sus grandes virtudes: mejorar a los jugadores que le rodean.
El regreso por la puerta grande del gran capitán tiene un enorme mérito y vuelve a poner sobre la mesa su enorme profesionalidad. La llegada de Rubén de la Barrera supuso el ostracismo para el de la Sagrada Familia. Titular ante Salamanca y Compostela por las bajas, desaparecido en los siguientes cuatro partidos (jugó dos minutos) a pesar del bloqueo en el juego y los malos resultados del equipo. Pero Álex Bergantiños, deportivista hasta la médula y que jamás ha levantado la voz, demostró en el derbi ante el Pontevedra que nunca se rinde, nunca se va, que siempre vuelve. Es la versión blanquiazul de Leonardo DiCaprio en el Renacido.
La situación no es nueva para Álex, que empezó su carrera con varias cesiones hasta que se hizo un hueco en el Depor. Un espacio que tuvo que conquistar por segunda vez cuando fue cedido al Sporting en 2017, que militaba en Segunda, con los herculinos en la máxima categoría. Al año siguiente, tras el descenso, le volvieron a abrir las puertas en A Coruña. La pasada temporada, como esta, renació de nuevo tras la lesión de Somma. Sin ruido recuperó la titularidad y Fernando Vázquez, como ahora De la Barrera, se rindieron a él. Así hablaba ayer el técnico coruñés tras la victoria ante el Pontevedra. “No voy a descubrir a Álex. Participe o no participe siempre está. Y para lo que se pretendía hoy es un arma importantísima. Posicionalmente es muy bueno, cose al equipo. Es importante tanto defendiendo adelantados como atrás”.
Formado en la cantera blanquiazul, acumula 269 partidos con el Deportivo y mil batallas en el campo y fuera de él. Este verano fue el símbolo de un club atropellado tras ser detenido por el ‘paripé’ del caso Fuenlabrada. Su entereza y dignidad solo reafirmaron en la calle lo que demuestra en el campo: honestidad y sacrificio. A sus 35 años, Álex solo es cinco meses más joven que Rubén de la Barrera, pero todavía le queda gasolina para rato en su rol híbrido de tercer central y boya en la media, sobre todo si tiene al lado un jugador del dinamismo de Diego Villares. Ahí tiene cuerda hasta los 40, o incluso hasta Donato, espectacular ejemplo de la casa de la reconversión de mediocentro a central. Luego nadie duda lo que pasará: los banquillos le esperan.