La primera vuelta en Segunda B, con el nuevo formato, una 'guillotina' de entrenadores
Este año hay más equipos en la categoría, más fases, está todo más ajustado y con la mitad de partidos ya se ha acabado la primera vuelta.
Esta temporada la Segunda División B es una locura. Hasta ahora, salvo cambios muy específicos por cuestiones de ajustar el número de equipos, en la historia reciente la categoría se había dividido siempre en cuatro grupos de 20 equipos cada uno. Con la pandemia y el parón de la pasada campaña por la cuarentena, la Federación Española de Fútbol decidió aumentar para esta el número de equipos de 80 a 102, con cinco grupos, divididos en dos subgrupos cada uno y varias fases que disputar.
Con esta nueva distribución, que explicamos en Diario As al comienzo de la temporada, y con la ilusión de todos los equipos por formar parte de la que será la Primera RFEF o mantenerse al menos en la actual (será la Segunda RFEF), la exigencia es máxima.
¿En qué se traduce eso? ¿Hacia dónde se inclina la balanza cuando un equipo se pone una meta ambiciosa y no se está compitiendo acorde a ella? Efectivamente, hacia el entrenador. Y esta campaña eso se eleva a la máxima potencia. Hasta 24 cambios de entrenador se han producido en lo que va de curso (con la primera vuelta de la primera fase acabada), sin contar interinos, y 12 de ellos incluso en este primer mes de 2021.
Los más tempraneros, por sufrir abajo o descolgarse de arriba
Da igual el objetivo, da igual la posición, da igual el presupuesto. La competición manda y una ligera desviación en cuanto a puntos, unida a malos resultados o malas sensaciones tiene una consecuencia: el cambio de entrenador está asegurado.
El primer equipo que tuvo que acudir al mercado de técnicos fue el CD Badajoz, que ya incluso antes de empezar se quedó sin entrenador por la marcha de Munitis. Tras un primer partido de José María Cidoncha como interino, llegó Fernando Estévez.
Por la parte alta, cuatro conjuntos no estaban cumpliendo con las expectativas. Tras la jornada 5, el Extremadura sustituyó a Manuel Mosquera por José Antonio Ruiz, que casualmente fue reemplazado de nuevo por Mosquera unas jornadas más tarde. Tras la jornada 6, Pablo Alfaro (por Juan Sabas) e Iñigo Idiakez (por David Cabello) llegaron al Córdoba y a la Cultural Leonesa. Y finalmente el Racing de Santander, antes de finalizar el año, firmó a Aritz Solabarrieta por Javi Rozada.
En la zona baja, la SD Ejea apostó tras la jornada 4 por Javi Moreno en lugar de Jaime Molina, y en esa misma jornada Iván Helguera fue despedido de Las Rozas, que fichó a Manolo Cano. Tras la jornada 5, un clásico en esto de cambiar de entrenador, el Salamanca UDS, echó a Sergio Egea, dejó unas jornadas a Rafa Dueñas como interino, y apostó tras la jornada 8 por Lolo Escobar.
Finalmente, cerraron las destituciones del año 2020, tras la jornada octava también, el Atlético Levante cambiando a Luis Tevenet por Alessio Lisci, el Lorca Deportivo echando a Iban Urbano para fichar a Juan José Asensio, y el Barakaldo con la firma de Germán Beltrán por Aitor Larrazabal.
El inicio de 2021, un carrusel de cambios de entrenador
Los tres primeros meses de competición solo fueron un aperitivo de lo que ha venido en este mes de enero de 2021. Entre la finalización de la corta primera vuelta e inicio de una segunda decisiva en esta primera fase, han sido muchos (12) los equipos que han apostado por jugar su última bala antes de la siguiente.
Lo más sorprendente es que han parecido ponerse de acuerdo por la coincidencia de días. Tras la Navidad y una primera semana de tanteo, el lunes 11 de enero explotó todo. El exfutbolista de Cádiz o Betis, Oli, dejó su cargo en el Marino de Luanco, siendo reemplazado por Manel Menéndez. Y el Deportivo de la Coruña echó a Fernando Vázquez, apostando por Rubén de la Barrera.
Al día siguiente, el 12 de enero, fue el Melilla el que anunció la salida de Aloisio, siendo sustituido por Ángel Viadero. Una semana después, se produjeron cuatro cambios. El 17 de enero, el Numancia destituyó a Manix Mandiola a cambio de Álex Huerta, y el 18 de enero el Andorra hizo lo mismo con Nacho Castro por Eder Sarabia y el Portugalete también con Ezequiel Loza por Asier Santana.
Los últimos en caer han sido Pablo Álvarez, en el Izarra, el 19 de enero, el que era el entrenador más joven de Primera, Segunda y Segunda B, con 26 años. Tito García Sanjuán, en el CD El Ejido, el 22 de enero. Claudio Barragán, en el Recreativo de Huelva, el 24 de enero. David Cubillo en el Hércules y Samuel Baños en el Sporting B el 25 de enero. Y Raúl Garrido en el Olot el 26 de enero.
¿Qué ha cambiado con respecto a la campaña pasada?
Si ponemos un límite en las primeras once jornadas y nos preguntamos cómo estaba la situación en los banquillos de Segunda B tras la undécima, es decir, de cara a afrontar la duodécima, se habían producido 14 destituciones (sin contar interinos) o cambios de entrenador. Es decir, ha habido un aumento esta temporada.
Los técnicos que dejaron su puesto libre pasadas once jornadas fueron Enrique Martín (Córdoba CF), Rozada (Oviedo Vetusta), Luis Miguel Areda (Pontevedra), Manolo Cano (San Sebastián de los Reyes), Víctor Cea (Melilla), Estévez (Burgos), Unai Jáuregui (Izarra), Roberto Aguirre (Unionistas), Pablo Cortés (Salamanca), Planagumà (Hércules), Juan Manuel Pons (Badalona), Miguel Ángel Villafaina (Orihuela), Santi Amaro (Mérida) y Rubén Albés (UCAM Murcia).
Sin poder llegar a saber qué habría pasado en caso de no haberse parado la competición por la pandemia, en total hubo 42 cambios reales (sin interinos) de entrenadores. 31 conjuntos de los 80 acabaron la temporada con un técnico distinto. A final de temporada se podrá hacer una comparativa con esta cifra total y ver la incidencia final del formato, aunque basta con ver las destituciones en Primera y Segunda División para comprobar que este año en general está siendo diferente.