Bryan Gil evita una humillación ante un Las Rozas heroico
Mendilibar tuvo que poner a los pesos pesados tras empatar el equipo madrileño con tres goles en seis minutos. El extremo metió el pase del gol definitivo a Sergi Enrich en la prórroga.
La Copa bajo este formato permite cantos épicos y conmovedores como el de hoy en Las Rozas. Un equipo pequeño, casi diminuto, el último de su subgrupo de Segunda B, es capaz de angustiar a otro de LaLiga, de la competición de las estrellas, de llevarle al límite. A 18 minutos para acabar todo parecía resuelto. Del 0-3 se pasó al empate en seis minutos mágicos y frenéticos, inspirados en el Alcorconazo, Unionazo y otras perlas célebres del fútbol español. Rafita, un chaval del Juvenil A que debutaba con las Rozas, lideró la revuelta. El partido, que contaba con gente, acabó con temperatura bajo cero, pero la emoción flameó la nieve acumulada. En ocho partidos llevaban una victoria y cinco goles y en ese suspiro hicieron tres. De locos.
Tuvo que poner a los pesos pesados Mendilibar, que acabó prácticamente con su equipo de gala, para salir el atolladero. De nuevo un destello de clase de Bryan Gil alegró el día al equipo de Ipurua. Un gran pase suyo a Sergi Enrich puso el definitivo 3-4 en la prórroga. El Eibar ya estuvo el año pasado a medio palmo de la cuneta con el Cacereño y parece que no aprende. Al final el lobo acabará comiéndole el rebaño.
Era un día para soñar en Las Rozas, en un club humilde, que vive en la periferia de esa celebridad que es la Ciudad del Fútbol. Aquí, a poca distancia del Navalcarbón, se disputa mañana el sorteo de Copa, y no estará en él por un pelo. Se ganó el derecho a estar en este evento que ha engrandecido al ser finalista de la Copa Federación, en la que perdió ante el Llagostera. El actual programa del torneo del KO permite sorpresas gordas pero los equipos de Primera tienen que poner mucho de su parte para que se produzcan, al margen del ímpetu de los conjuntos de Segunda B, y ese fue el caso del Eibar, que salió muy concentrado y en tres minutos, desde el 14 al 17, creyó pasaportar su primer corte copero. Casi fue su perdición.
Los operarios del consistorio roceño se afanaron durante todo el día para retirar la nieve que cubría de mañana el estadio de la Dehesa de Navalcarbón. La nochecita se las traía en el oeste de la capital de España, pero el hecho de poder entrar público animó a unos cuantos héroes a ver la primera huella de un equipo de élite en Las Rozas en partido oficial.
Manolo Cano, un técnico que escoltaba a Anquela en aquel histórico Alcorconazo al Madrid, se sabe, por tanto, el camino hacia la épica. Ha espabilado a un grupo que solo había logrado un punto con Iván Helguera. Siguen siendo colistas de su grupo, pero al menos han sumado cuatro puntos más. Se notaba, de todos modos, con el saque inicial que llevaban un mes sin jugar un partido oficial, desde el 16 de diciembre, en aquella gesta copera ante el Mirandés que materializó Carrasco. Aparecieron con muy poro ritmo y sin filo, les costó entrar en calor.
Kadzior se mostró muy activo en la banda derecha y un centro suyo, mal peritado por los centrales roceños, sirvió para marcar en plancha de cabeza a Muto. Después Malón cometió un error mayúsculo al tratar de ceder de cabeza a su portero. Le robó la cartera Quique González para marcar, algo que tan poco está saboreando en su etapa armera. Como iba de pifias, Arbilla cometió luego la suya, pero se le fue alto a Portero, un jugador que se buscó la vida en Guatemala, ahí es nada.
Las Rozas, que solo tenía la baja de Algarra por problemas musculares, empezaba a mostrar las garras, pero nada hacía presagiar lo que iba a venir. Albur conectaba con Portero, que tenía la escopeta cargada. Augusto, que ya sabe de gestas coperas tras eliminar al Atlético con la Leonesa, fue uno de los revulsivos. Todos los que salieron del banquillo revolucionaron la eliminatoria, excitaron al personal con sus lanzallamas. Y eso que en un pase de Cubero a Kadzior, que hizo un gran control y remate, este hizo el 0-3, pero fue anulado por fuera de juego. No había VAR, pero ni falta que hacía porque era claro.
El Eibar se dedicó a vivir de las rentas y eso parece mal negocio en esta Copa que te apuñala si te recuestas. Ramos en un córner estuvo a punto de hacer el tanto que parecía del honor en el 65’, pero le molestó Malón. El partido, de mantita y siesta, subió la intensidad con los cambios locales. Pedro León trató de enfriarlo, de meterlo en la cubitera, como si lo enterrase en las montoneras de nieve que había salpicadas por el perímetro del campo de hierba artificial, con un golazo espectacular tras robar la cartera a saque de banda azul. La picó por encima del portero Loic ante la salida de este. Pero dos desastres en la vigilancia defensiva permitieron marcar a Losada y Ramos de cabeza dentro del área y Augusto un metro dentro de la misma. Desataron la locura en seis minutos. Un auténtico regalo de Reyes armero, algo impropio para un equipo de Mendilibar, al que se llevaban los demonios.
El técnico azulgrana se dejó de historias y fue poniendo a todos los pesos pesados para la prórroga. Seis recambios, algo permitido por haber período de prolongación. Salieron Inui y Expósito, y finalmente, en el minuto 100 mandó al terreno de juego a Bryan Gil, la sensación actualmente en LaLiga. Su presencia amedrenta a cualquiera y más a un Segunda B. Sergi Enrich se unió al acoso y derribo. Con toda la artillería, el asunto quedó visto para sentencia. Quique bajó un poco para apoyar y abrir a Gil, que metió el pase de la muerte para Enrich. Ahí murió la epopeya azul. Bravo por este Las Rozas. "Si esto nos hace un equipo de Segunda B, ¿qué no nos va a hacer uno de Primera?". Palabras sabias de Mendi a la conclusión del horror.