ESPANYOL

De Tomás, a lo Hugo Sánchez

Cinco de los siete goles del delantero del Espanyol han llegado al primer toque, entre ellos los cuatro últimos y todos los que ha anotado a asistencia de Embarba.

Carlos MiraRCDE

Cuatro jornadas consecutivas lleva Raúl de Tomás encontrándose con el gol, siete en total de las 12 que se han disputado en Segunda. Tantas como goles acumula el 'pichichi' del Espanyol, casi el doble de los cuatro que anotó en sus primeros meses con la camiseta blanquiazul, y que en su mayoría reúnen una peculiaridad: se está convirtiendo el delantero madrileño en un goleador al primer toque.

En la estela del inabarcable reto que alcanzó Hugo Sánchez con el Real Madrid hace justo tres décadas, y no por las volteretas sino al marcar todas y cada una de sus 38 dianas en un solo toque, De Tomás ha conseguido así cinco de las siete que lleva esta temporada. Las únicas excepciones fueron el 0-2 ante el Oviedo en el Carlos Tartiere, en el que necesitó un toque más para acomodarse el balón antes de chutar, y especialmente el 1-0 en el RCDE Stadium contra el Alcorcón. Ahí sí que, tras recibir un centro de Dídac Vilà, dio un recital de control, regate, temple y definición: hasta seis veces movió el esférico en el área chica antes de finalizar.

Los demás, sin embargo, han sido goles de primeras. Obviamente, así llegó el 0-1 frente al Oviedo, pues lo transformó de penalti. Pero también el 1-0 contra la Ponferradina, con la zurda, tras un estratosférico centro de Sergi Darder. A partir de ese momento, su gran aliado ha sido Adrián Embarba. De cabeza en el primer palo y con un guion calcado (solo que cambiando la banda de la asistencia) superó al Málaga en el 0-2 y puso el 2-1 contra el Lugo, y finalmente con el pie derecho empujó a gol el 0-1 en Fuenlabrada, el pasado sábado.

Se puede decir que solo 13 toques, sumándolos todos, le han bastado a Raúl de Tomás para anotar siete goles en esta Segunda División, lo que de seguir así daría una proyección de entre 24 y 25 tantos al final de temporada sin llegar a tocar el balón ni siquiera 50 veces. Una utopía, aunque con el 'pichichi' perico todo es posible.

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