El club mantiene el crédito con Garitano

La victoria ante el Levante, dejando buenas prestaciones, acallaron buena parte de las críticas que arreciaban del entorno rojiblanco. Pero la nueva derrota en El Sadar, aunque inmerecida, vuelven a surgir las voces discordantes, los sectores que piden que sobra el entrenador y la lógica presión de un sector de los medios. Pero lo cierto es que desde el club de Ibaigane no existe ningún tipo de ultimátum señalado, sino que se mantiene la confianza en el míster de Derio. Se sostiene que merece mayor tiempo para la reacción amparado en que se trata de un club serio en este aspecto.

Obedece además a la apuesta personal del presidente, Aitor Elizegi, y el director deportivo, Rafa Alkorta, que le renovaron una campaña más junto a su escudero, Patxi Ferreira, y que a técnicos como Mendilibar, Sarriugarte o a su antecesor, Berizzo, se les concedió nueve o diez jornadas pese que la constante era más negativa.

No obstante, los partidos ante el Sevilla este domingo en San Mamés, que también viene de perder ante el Eibar (0-1) y la visita a Pucela ante el Valladolid, actual colista con 3 puntos en 7 partidos, deben marcar el devenir de este Athletic antes del parón por las distintas selecciones nacionales. La cúpula directiva y deportiva del club está tranquila, aunque pendiente de que la mejoría debe llegar más pronto que tarde, aunque no contemple decisiones drásticas en este instante ni baraje ningún inquilino en previsión para el banquillo del primer equipo.

Un Athletic que ocupa ahora mismo el puesto 16 en la clasificación, con seis puntos en seis partidos, uno menos que el resto, con dos victorias (Eibar y Levante) y cuatro derrotas, pero que ha caído por errores puntuales, groseros en ocasiones (autogol o penalti innecesario), pero encajando pocos goles y concediendo escasas ocasiones a los contrarios, de ahí esos 6 goles en contra, por 4 a favor, el gran debe del equipo. En la gestión de Garitano se le puede acusar de que se empeña en utilizar 13 o 14 jugadores muy fijos en su guardia pretoriana y que los cambios con los jóvenes, en un generación que pide paso por su calidad, se producen muy tarde, sin apenas margen de maniobra.