Lucescu, el más veterano de la historia de la Champions
A sus 75 años, el técnico del Dinamo de Kiev ya es leyenda de la máxima competición continental. Lleva entrenando desde 1979. Suma 33 títulos.
Mircea Lucescu (Bucarest, 1945) logró clasificar en la noche de ayer al Dinamo de Kiev para la fase de grupos de la Champions League. El billete conseguido no será uno más ni para él ni para su club. Con él, se ha convertido en el técnico más veterano de la historia en dirigir a un equipo en la máxima competición continental. A sus 75 años, el rumano sigue viviendo el fútbol como su gran pasión y no está en su mente dejarlo. Al menos, de momento.
Su currículum, conocido por todos, recoge victorias duelos como el del partido ante el Madrid de los Galácticos en la Supercopa de Europa del 2000, su UEFA con el Shakhtar, sus piques con Pep Guardiola o sus innumerables títulos. Si bien prácticamente ninguno tiene reconocimiento internacional, como entrenador suma un total de 33 trofeos conquistados. Muy pocos están a su altura, si bien está lejos de Sir Alex Ferguson, actor principal de 48.
Desde que debutara allá por el año 1964 como futbolista profesional, no se ha separado del deporte rey en ni un solo momento. El Dinamo de Bucarest ha sido el club de su vida. En 1965 lo abandonó para poner rumbo al Sportul Studentesc, pero volvió dos temporadas después. Ahí se hizo un nombre para triunfar durante diez campañas de nuevo en la capital de Rumanía. Ya con 32 años, comenzó su última etapa como profesional en el Corvinul Hunedoara.
Fíjense si ha llovido desde entonces que Lucescu fue entrenador-jugador del Corvinul Hunedoara hasta el fin de su trayectoria. Nada más concluir, sus avanzados conocimientos sobre el fútbol rumano y el liderazgo que siempre demostró sobre el terreno de juego le llevaron a dirigir la selección en 1981. Con ella, logró la clasificación para la Eurocopa del 84, aunque nunca terminó de encontrar la continuidad necesaria para asentar al combinado nacional en las fases finales de torneos internacionales.
Jugador... ¡con 45 años!
Antes de dar su salto a otras ligas del continente europeo, Lucescu regresó a 'su' Dinamo de Bucarest. De 1986 a 1990 tomó el cargo de técnico, pero llegó a disputar, debido a las circunstancias, algunos partidos como jugador. En una entrevista en UEFA, el entrenador del Dinamo de Kiev explicó por qué fue entonces el momento de dejar su país: "Tan pronto como me fue posible, en 1990, tras la caída del comunismo, abandoné Rumanía. Venía de un lugar donde había reglas muy estrictas, así que cuando puse un pie en el mundo democrático hubo mucha responsabilidad".
En 1991 firmó por el Pisa Calcio, italiano, con el que no pudo certificar la permanencia en la máxima categoría. De ser idolatrado en Rumanía al primer varapalo en su carrera como entrenador. Aun así, recibió una segunda oportunidad en el Brescia. Dicho y hecho, consiguió el ascenso a la primera, aunque bajó de nuevo la siguiente campaña. En 1994, conseguiría, una vez más, ser de los mejores de la Serie B. Compró el billete de vuelta a su país natal en 1997, cuando finalizó su etapa en el Reggiana.
El gran salto
Una vez cubierta la 'morriña' a lo largo de la temporada 1997-98, llegó la gran oportunidad de su carrera deportiva. Todo un Inter de Milán llamó a su puerta para la 98-99. No era su hábitat natural y no tuvo problema en reconocerlo. "Siento que me impresionara la popularidad de alguno de mis jugadores, era imposible hacerlos jugar a todos a la vez. Saqué a Ventola en sustitución de Ronaldo. Quería jugar, pero no entrenaba. Del estadio se marchó al aeropuerto y se fue a Brasil. Fue un placer verlo jugar, un auténtico placer". Nunca terminó de encontrarse cómodo y presentó su dimisión para volver al Rapid de Bucarest.
Rumanía era su colchón, su casa, pero no su meta. Firmó con el Galatasaray, con el que logró una Supercopa de Europa, una Liga y una Copa. Posteriormente, llegó al Besiktas. En 2004, con 59 años, encontró un nuevo hogar en Ucrania. El Shakhtar le tentó, él aceptó y unieron sus caminos durante más de una década. De 2004 a 2016, Lucescu vivió una época gloriosa a nivel de títulos. Ganó ocho Ligas, seis Copas, siete Supercopas y lo que seguramente ha sido su mayor éxito profesional, una Europa League en 2009.
Vuelve a una selección, pero no a la rumana
En 2016, Shakhtar y Lucescu acordaron despedirse, con el reconocimiento a una trayectoria intachable. Solo unos días después llegó a Rusia, al Zenit de San Petersburgo. No brilló como se esperaba y fue destituido. Llegó su momento para dirigir de nuevo a un equipo nacional. Pero no al rumano, sino al turco. Su experiencia y veteranía no ayudó a sus futbolistas a lograr la clasificación para el Mundial ni tampoco para amarrar la permanencia en su grupo de la Liga de Naciones. Ahora, hace historia con el Dinamo de Kiev, al que ha clasificado para la Champions para convertirse en el más veterano de la historia de la competición. Casi nada.
Simeone y Pirlo
A lo largo de su dilatada carrera como entrenador, Lucescu ha tenido la oportunidad de dirigir o enfrentarse a lo que posteriormente fueron leyendas del fútbol. A Simeone, actual técnico del Atlético de Madrid, tuvo el honor de aconsejarle en varias temporadas. Sin embargo, en una entrevista a la revista Panenka, consideró que al argentino aún le quedaba mucho para brillar: "Técnicamente era una catástrofe, pero tenía un alma maravillosa y era muy inteligente. Tenía mucha ambición, perfeccionó su técnica y, sobre todo, su carrera futbolística".
También fue el encargado de hacer debutar a un tal Andrea Pirlo. Con tan solo 15 años en su carnet de identidad, un joven de la cantera del Brescia empezaba a entrenar con los mayores. En mayo del 95, con 16 años y dos días, disputó diez minutos contra el Reggina en un partido de la Serie A. En aquella época, nadie había debutado tan pronto en la máxima categoría del fútbol italiano. No solo influyó su talento, sino la visión del técnico que apostó por él antes que nadie. Sí, Lucescu. El resto es historia. Quien sabe si pupilo y maestro se volverán a encontrar en la Champions, ahora ambos en el banquillo.