Irureta: "No ha vuelto a darse un caso como el del Deportivo"
Este martes 19 de mayo se cumplen 20 años del título de Liga del Depor. Recordamos aquella mágica temporada con Javier Irureta, técnico del milagro.
Javier Iruretagoyena Amiano (Irún, 1948) entrenó más de dos décadas en la élite del fútbol español y dirigió a 11 equipos. Pero su historia está y estará unida para siempre al Deportivo. El técnico vasco fue el arquitecto del último equipo que se unió al club de los campeones de Liga. Este martes 19 de mayo se cumplen 20 años del título coruñés que espantó las meigas del penalti de Djukic y, al mismo tiempo, inició la etapa más gloriosa de un club blanquiazul que durante un lustro tuteó a los grandes de Europa. Recordamos con 'Jabo' aquella temporada y su etapa en A Coruña, porque, como bien apunta: "No fue flor de un día":
20 años del título de Liga... ¿No son nada, como dice la canción, o empieza a verse lejano ya?
Hombre, cada vez más lejano en el tiempo, sí. Lo que me llama la atención es que en estas dos décadas no han vuelto a darse otros casos así. Ya vemos cómo está la Liga española. Hay dos equipos, tres, y luego... estuvo el Valencia que ya la había ganado, pero no hay ningún equipo que ganase su primera Liga desde entonces.
Es que mantener el ritmo durante toda una temporada...
He leído recientemente a Zidane, y a otros, que la Liga es la competición más importante. Y eso lo hemos dicho muchos entrenadores ya. Yo lo pienso así. Es la regularidad. Es un campeonato en el que tienes que jugar ida y vuelta contra todos los rivales. En otros torneos sólo juegas contra el 50 por ciento de los equipos. La Liga es lo más justo. Lo has hecho mejor que todos los demás. Has hecho más puntos. En nuestro caso fue fantástico. Una gozada para A Coruña. Una reivindicación y cobrar el título que se había escapado en el 94, que se lo había merecido.
El Depor e Irureta, Irureta y el Depor... dos partes de la historia del fútbol español que cuesta entender una sin la otra...
Es que no fue sólo ganar esa Liga. Llegamos ahí arriba y fuimos primeros, segundos dos años más y luego terceros los dos siguientes. Hubo cambios durante esos años, traspasos en un sentido u otro porque tienes que cuadrar cuentas, y a veces aciertas en eso y otras no. Son cosas que te pueden debilitar. Ganar está claro que fue un hecho importante, pero para mí lo más importante fueron esos cinco años en la Champions League. Estás compitiendo ahí y durante los cinco años estuvimos arriba en la clasificación, luchando por la Liga. Y teniendo victorias como las de París, Manchester, contra el Arsenal... fuimos el único equipo español que ganó al Bayern en el Olímpico. No es flor de un día.
Y más renovando año a año, con los famosos deberes, como le gustaba decir. ¿Cómo eran esas planificaciones con Lendoiro?
Recuerdo que el Celta no me quiso y, una vez fuera de casa, me fui para A Coruña y desde entonces firmando cada año. El club estaba contento y yo estaba contento. Eran cosas que llevaba mi representante y después lo acabábamos en una comida, o lo que fuera. Siempre hablábamos de cómo reforzar el equipo. Después de ganar la Liga y al meternos en Champions, vimos que el Atlético bajaba. Que Jesús Gil parecía estar un poco nervioso y que tiraba todo por la ventana. Lendoiro me lo comentó. Habíamos hecho un estudio de la plantilla, Songo'o ya tenía 35 años, estaba ahí Molina y pensamos en él. Pero a mí me pareció también que, para una competición más, dos jugadores como Valerón y Capdevila nos podían ayudar. Llegamos a un acuerdo y creo que no costaron tanto como el valor que tenían y cómo rindieron.
Volvamos a la Liga, ¿cuál es el primer recuerdo que se le viene de aquella temporada?
El tramo final, claro. El último partido, el antepenúltimo con la expulsión de Djalminha contra el Zaragoza, el de Santander... pero el que tengo muy presente es el decisivo ante el Espanyol. La alineación, los goles... muchas cosas del año se van olvidando, pero esos últimos tres encuentros. Quizá también porque los he vuelto a ver algunas veces más, he leído sobre ellos y también porque muchos me llaman para preguntarme (risas).
Santander, un buen resumen de lo que fue esa segunda vuelta fuera de casa...
Pero yo creo que el equipo en aquel momento estaba muy metido. Creo que llegamos bien. Está claro que a medida que faltan menos partidos hay más tensión dentro del equipo. Porque los rivales aprietan. Fuimos muy seguros siempre, íbamos a puntuar, como mínimo. Ya sé que se decía que había que ganar, y tal, pero no es tan fácil. Fuera de casa pudo estar ese punto más débil, pero en Riazor, con nuestra afición, teníamos la convicción de que íbamos a ganar muchos puntos.
Hablaba de Djalminha y el Zaragoza, ¿qué pensó cuando lo expulsaron?
Pues pensé que íbamos a tener un final de partido complicado. Y luego nos empataron. Marcó el 2-1 y teníamos el partido encarrilado... pero bueno, luego en el último incluso nos sobraron puntos, porque el Barcelona no ganó. No hubiésemos necesitado la victoria. Muchas veces me preguntan si sabíamos cómo iba el partido del Barça, pero yo no tenía ningún contacto ni radio. Intuía que en el banquillo alguno sí, pero nuestro partido también se puso bien pronto y eso fue importante.
¿En qué momento del año se dio cuenta de que iban a poder pelear el título?
Diría que una vez pasada la primera vuelta. Veíamos que era una Liga mucho más ajustada, con varios equipos que estaban ahí y nosotros nos manteníamos. No marcaría un momento concreto, pero sí hubo algún encuentro que nos dio un impulso definitivo para llegar al final.
Mantuvo una línea muy regular, en parte gracias a las rotaciones, ¿cómo gestionó esa plantilla en la que hubo tantos cambios?
No era sencillo. Era complicado porque algunos se iban quedando en el banquillo y tenía que ir intercambiando. Habíamos quedado sextos y estábamos en UEFA, eso siempre lo complica un poco más. Por eso necesitas una plantilla extensa. Pero los jugadores que fueron llegando fueron integrándose muy bien en el equipo, en la ciudad. Estaban alegres, jugaban a gusto. Era un equipo diseñado sobre tres o cuatro jugadores básicos y los otros fueron trabajando muy bien. Mauro Silva y Fran, fueron piezas importantes. Fran era indiscutible para mí. El capitán, saliendo de la cantera... era un hombre serio y formal, daba ejemplo.
¿Y hubo algún momento en el que temiera que se pudiera escapar? Que temiera a las famosas meigas…
¡Que haberlas haylas! (risas). Era inevitable que los aficionados tuvieran el recuerdo de lo que había pasado unos años antes. Pero tal y como llegamos al último partido yo tenía toda la confianza. Estábamos en casa, con todo Riazor encima, con los aficionados apoyando. Luego viendo cómo estaba la ciudad, toda engalanada... eso nos ayudó mucho a convencernos de que era posible. Después en el partido tuvimos suerte de marcar pronto y ya fue otra cosa. Se trataba de manejar el partido y el resultado.
No fue necesario, pero confiese, ¿tenía elegido lanzador en caso de que hubiera un penalti?
No, no (risas)... Supongo que lo habría tirado alguno de los de arriba. Djalminha, Makaay, Fran... por ese orden, más o menos. No pensamos en ese tema en los días previos y afortunadamente no hizo falta.