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CONFINAD@S | MARTÍN VÁZQUEZ

"No me fui por gusto del Madrid"

Martín Vázquez, miembro de la 'Quinta del Buitre', ha concedido una entrevista a AS en la que repasa anécdotas y los mejores episodios de sus 16 años en el fútbol.

"No me fui por gusto del Madrid"
Pascu MendezDIARIO AS

Rafael Martín Vázquez (25-9-1965, Madrid) ha repasado desde su confinamiento las mejores anécdotas y episodios de sus 16 años como futbolista, en cinco países (España, Italia, Francia, México y Alemania). También desvela cuáles son sus planes para cuando se instaure la 'nueva' normalidad a raíz de la crisis del coronavirus.

¿Le parece acertado el plan de LaLiga de empezar el 12 de junio, bajo el auspicio del Gobierno, o lo ve prematuro?

Yo creo que los clubes, al fin y al cabo LaLiga, va a poner todo de su parte, siguiendo los protocolos que dictan las autoridades sanitarias, para que la vuelta del fútbol tenga los menores riesgos posibles. No va a ser fácil, porque nos enteramos que se están dando positivos en los controles de los clubes, pero también leemos que algunas ligas importantes de Europa ya tienen fecha de vuelta. En cualquier caso, cuando se vuelva a jugar va a ser en unas condiciones atípicas.

¿A qué condiciones atípicas se refiere y para usted cuáles serán los principales cambios en el fútbol?

No sé, se va a perder la espontaneidad, va a ser más frío, sin tanta emoción. Ya el VAR ha supuesto un cambio importante en la manera en la que se desarrolla el fútbol, con esto muchísimo más: sin público, y yo que jugué un partido a puerta cerrada ante el Nápoles, de Copa de Europa, sé de la sensación que hablo; sin poder abrazarse para celebrar los goles, sin saludarse ni acercarse a hablar, con las distancias rigurosas que habrá que cumplir…

¿Qué recuerda del día de su debut con el Real Madrid, qué consejo le dio Di Stéfano y qué destacaría de él como entrenador?

Mi debut con el Madrid fue el gran momento de mi carrera, como cuando lo hice con la Selección. Fue un sueño, tan joven y poder jugar donde siempre quise, compartir vestuario con grandes jugadores a los que admiraba. Y fue gracias a Alfredo, que era increíble en las distancias cortas, muy directo. Su relación con nosotros no tenía nada que ver con la imagen que él podía dar hacia fuera. Aquel día nos dijo, a Manolo Sanchís y a mí, que sólo teníamos 18 años, que hiciéramos en el campo lo que sabíamos, nos dio mucha confianza. Eso y la ayuda de los compañeros, que desde que subimos a entrenar la semana previa al partido nos dieron mucha cercanía, facilitaron que las cosas nos salieran bien.

No era de marcar muchos goles, pero gran parte de los que hacía eran de bella factura o de notable trascendencia. Uno seguramente inolvidable en su carrera fue el de la victoria en el minuto 92 del Real Madrid ante el Atlético, en el Bernabéu. ¿Cómo lo recuerda?

Con mucha satisfacción, porque fue en un derbi, el tiempo estaba cumplido, el partido había sido muy difícil y bronco con tres expulsados…

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Siendo uno de los mejores en el Madrid, Mendoza le empujó hacia el Torino cuando ya tenían un preacuerdo para renovar. En su segunda etapa en el club, al terminar contrato, se le volvió a mostrar la puerta de salida pese a que usted aceptaba bajarse el sueldo la mitad. ¿El Madrid no se portó bien con Martín Vázquez pese a todo lo que le dio a la entidad?

Seguramente no. Yo no soy rencoroso, pero los acontecimientos fueron así. Lo que ocurrió en 1990 fue inexplicable: estábamos de acuerdo en todos los aspectos para renovar, entonces el presidente salió un momento de la reunión y cuando volvió era otra persona, no sé con quién habló, pero pasé en minutos de continuar a sentir que no contaban conmigo. Y en 1995, algo similar. El Madrid atravesaba por una época económica complicada y yo di instrucciones a mi representante de que estaba dispuesto a bajarme el sueldo a la mitad, pero lo que fuere, no querían que siguiese.

Este verano se cumplen 25 años de su salida del Madrid y su fichaje por el Dépor. ¿Cómo fue aquella situación?

Ya he comentado que no me fui del Madrid por gusto, sino porque no me presentó ninguna oferta de renovación la segunda vez. En ese momento, no tuve demasiadas opciones y, desde luego, la del Dépor era la mejor, primero porque era un club que estaba en pleno esplendor, y segundo porque había fichado como entrenador a Toshack, que me llamó para convencerme de que fuera para allá. Lástima que al poco de llegar a La Coruña me lesioné gravemente y estuve nueve meses parado.

Usted compartió habitación en las concentraciones y viajes mucho tiempo con Hugo Sánchez. ¿Cómo era? Cuéntenos detalles hasta donde pueda...

Bueno, todos somos muy particulares. De Hugo aprendí mucho, él además tenía cinco o seis años más de experiencia profesional y de él siempre han destacado su fuerza mental, su concentración, su disciplina, más allá de sus condiciones como goleador, que han estado fuera de toda duda. Como compañero era fantástico, nos llevábamos fenomenal, yo en aquella época estaba soltero y salíamos juntos de vez en cuando.

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Ahora es normal ver a jugadores españoles en el extranjero. Como lo fueron Peiró o Luis Suárez, usted también fue un pionero en dejar la liga española. ¿Fue difícil?

Muy difícil, sobre todo porque tuve que marcharme sintiendo que no me valoraban en mi casa, porque yo he sido, soy y seré madridista. En Italia, a nivel de club, ciudad y afición, los dos años que estuve en el Torino fueron una experiencia maravillosa. Y a pesar de que me costó adaptarme al fútbol del Calcio, mis ganas de triunfar y de aprender y lo respaldado que estaba me ayudaron mucho.

¿Qué recuerdo tiene del mítico Mondonico, su entrenador en el Torino, del que se ha cumplido dos años de su fallecimiento?

Era un entrenador diferente, en un fútbol distinto de lo que yo estaba acostumbrado hasta que llegue a Italia. En el Madrid jugábamos al ataque y solíamos ganar siempre, pero el Torino, que estaba recién ascendido, practicaba un fútbol más defensivo y táctico, muy habitual en el Calcio de aquella década de los 90. Mondonico me ayudó mucho en mi adaptación y en mi reeducación táctica y de preparación física, dos características de aquel fútbol italiano. Era muy inteligente y flexible en los partidos, y fue pieza básica para que aquel Torino, que tenía una gran plantilla, hiciera las dos temporadas que yo estuve a un altísimo nivel.

En el Torino vivió una de las noches más mágicas del club, la victoria ante el Madrid en la semifinal de la Copa de la UEFA de 1992, una eliminatoria muy especial para usted. ¿Cómo fueron aquellos partidos?

Sobre todo los viví con una sensación muy extraña. Siempre he pensado que si se hubiera hecho aposta, no habría salido así: nunca se había dado un enfrentamiento oficial Torino-Real Madrid y justo cuando se produce, yo estoy en el otro bando para enfrentarme al equipo de toda mi vida. Y, además, el primer partido de la eliminatoria fue en Madrid, con todas sus connotaciones: el recibimiento nada más llegar a Barajas, en el hotel, en el estadio, entrar a un vestuario en el que nunca había estado, enfrentarme a muchos que habían sido compañeros… El Torino pasó, pero yo tuve un sabor agridulce.

Usted jugó en el Olympique de Marsella de la temporada 1992-93 que después ganaría la Champions League. ¿Se ha reconocido, de alguna manera, que usted también debería ser considerado como campeón de Europa?

Es cierto que no sé si oficialmente lo soy, pero yo jugué los dos partidos de la primera eliminatoria, en septiembre, ante el Glentoran y marqué dos goles. Después, en octubre volví al Madrid y no puede participar con el equipo en la Copa de la UEFA porque ya había jugado competición europea con el Marsella. Si me preguntan, pues hombre, no me siento campeón de Europa del todo, pero en esos dos primeros partidos estuve y mi granito de arena puse. Si hubiera sido otro, habría proclamado que fui el primero de la Quinta en ser campeón de Europa, pero no soy así.

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FOTO AS

¿Por qué cree que Clemente no contó con usted para la Selección? ¿Lamenta que su trayectoria con España fuera tan breve?

Sí es cierto que lamento que fuera tan breve, podría haber tenido mayor recorrido, pese a que estuve con Miguel Muñoz en la Eurocopa de Alemania de 1988 y en el Mundial de Italia de 1990 con Luis Suárez. Cuando Clemente llegó al puesto, después de Miera, yo jugaba en Francia, en el Marsella, pero a los dos meses volví al Madrid. Hablamos y me dijo que contaba conmigo, pero fui de más a menos: empecé siendo titular, aunque solía sustituirme, y después ya entraba en las segundas partes. Me lesioné en el quinto metatarsiano, estuve de baja unos tres o cuatro meses, y ya él empezó a dejar de llamarme. Yo lo acepté, pero es verdad que siento que podía haber jugado más en la Selección.

¿Cómo calificaría sus experiencias en el Atlético Celaya y en el Karlsruhe?

Cuando acabé en 1997 en el Deportivo, donde es verdad que jugué poco por las lesiones, estuve esperando una oferta interesante, pero se cerró el mercado en agosto. Era joven todavía, iba a cumplir 32 años y de la rodilla estaba ya perfectamente. Ese verano me había estado entrenando solo, pero al quedarme sin equipo hablé con el Leganés, que estaba en Segunda, y me entrené con ellos cerca de tres meses; siempre les estaré agradecido. Por Navidad me surgió la posibilidad de ir a México después de que Míchel, que había acabado con el Atlético Celaya e iba a colgar las botas, me dijo que hablara con Emilio (Butragueño), que también jugaba allí. No jugué mucho y la adaptación me resultó complicada, sobre todo, por la altitud, además de que tuvimos un susto importante porque estuvieron a punto de raptar a mis hijas, que entonces eran muy pequeñas. Cuando acabo, el equipo se mantiene en la primera división mexicana, y regreso a España donde me surge la posibilidad de ir a Alemania. Me querían firmar tres años, pero yo les digo que solo uno, que había que ver cómo nos adaptábamos mutuamente. El Karlsruhe había bajado a Segunda, las estrellas del equipo se habían ido, el equipo era nuevo y yo era el más conocido, con lo que todos los focos estaban más en mí. Se perdieron los primeros partidos de liga y echaron al entrenador. Quien lo sustituyó era su ayudante y no sé por qué, quizás para ganarse el respeto del vestuario, empezó a no contar conmigo y se lo transmitió al club, y rescindimos el contrato cuatro meses después de llegar. Otra vez de regreso a España, en Madrid. Yo quería seguir jugando y esta vez hablo con el Getafe para entrenarme con ellos, que también se portaron de diez conmigo. De hecho, estuve hasta final de temporada prácticamente. Me mujer había dado a luz a mi tercer hijo. Surgió alguna oferta, de Arabia Saudí, de Brasil, de Argentina, incluso en Estados Unidos, pero después de la experiencia de Alemania y, sobre todo, del susto en México con lo de mis hijas, no quisimos arriesgar y decidí retirarme, con la sensación de hastío.

¿Cree que el Madrid debe repescar a Odegaard la próxima temporada?

Odegaard es uno de los exponentes de la política de los últimos años del Real Madrid de apostar por jóvenes valores. Él llegó con 16 años, se decía que era una estrella, pero le faltaba la madurez que ha alcanzado primero en la liga holandesa y esta temporada en la Real Sociedad, donde se ha destapado y está rindiendo a un grandísimo nivel. Pero hay una cosa evidente, en la primera plantilla del Madrid no cogen todos. Él está demostrando que tiene nivel para jugar en el Madrid, y si lo repesca, entiendo que será para utilizarlo… Si no, es mejor que siga creciendo en otro equipo.

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Usted tiene el título de entrenador desde 2006, pero tu primera experiencia profesional fue en 2018, en el Extremadura, donde sólo estuvo tres meses. ¿Por qué tanto tiempo para ejercer?

Mire, nunca se me había pasado por la cabeza ser entrenador por ese hastío que le he comentado por cómo fueron las experiencias de mis últimos años en el fútbol, y me dediqué a otras cosas. En 2006 surgió la posibilidad de sacarme los tres niveles del título UEFA Pro, en la promoción coincidí con Guardiola, Luis Enrique, Paco Jémez, Djukic, Pizzi, Pellegrino…, y se despertó en mí el 'gusanillo' de poder ser entrenador. Mi primera experiencia fue llevar una selección de La Coruña en la Copa Coca-Cola. Después, en un proyecto con Manolo Sanchís, en Madrid, con niños de diferentes categorías. Estuve cuatro y me di cuenta de que ya quería dar el salto a profesional. Entonces, en 2018 me surgió lo del Extremadura, y aunque es verdad que estuve pocos meses, fue una experiencia estupenda y al menos puedo decir que puse mi granito de arena para el ascenso del equipo.

¿Y qué planes tienes para cuando vuelva la nueva normalidad?

Aunque estos años también he estado colaborando con distintos medios y me siento cómodo, me gustaría que surgiera algún equipo donde poder dar continuidad a lo que hice en el Extremadura y seguir demostrando, aunque se haya despertado tarde en mí, que puedo tener recorrido como entrenador.