Róber Pier, un año en blanco
El central del Levante cumple 365 días desde que sufrió su lesión de ligamento cruzado en el crucial encuentro por la permanencia en Girona.
Róber Pier cumple un año desde la última vez que pisó un terreno de juego de forma oficial. Fue el 12 de mayo de 2019, en la penúltima jornada de LaLiga, con la permanencia en juego, cuando el central del Levante calló fulminado a los 19 minutos de encuentro en Montilivi echándose las manos a la rodilla. El gallego vivió el agónico final del partido entre lágrimas en la grada, mezclando sensaciones entre lo que le acababa de suceder y lo que estaba en juego. Sin embargo, Enis Bardhi dio unos momentos de tregua a Pier y estalló el delirio de los numerosos aficionados granotas que coparon las gradas del feudo del Girona al firmar la permanencia en el 86.
La imagen, por otro lado, no dejó dudas; la lesión del zaguero era dura. Pero los peores presagios llegaban horas después, Róber Pier sufrió una rotura completa del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha en un momento clave para él y su carrera después de su temporada más completa como profesional, con 2853 en Primera División. Cinco días más tarde era operado por el Doctor Cugat en la Quirón de Barcelona.
Después de tres años cedido consecutivamente en el conjunto de Orriols por parte del Deportivo de la Coruña, estructura donde se formó quemando etapas en Abegondo y que le dio la oportunidad de estrenarse en el fútbol profesional, el central afrontaba su último año de contrato como deportivista en una temporada en la que no podría jugar hasta bien entrado el 2020.
Pero las cartas estaban marcadas. Levante, que en todo momento le manifestó su intención de hacerse con sus servicios en propiedad, y Deportivo negociaron para liberar al defensa de su último año de contrato. La idea del club gallego, y la intención del propio jugador, pasaban por dejar una compensación por su marcha.
Finalmente, después de tres años de cesión, en agosto Róber Pier firmó definitivamente su contrato hasta 2023 con el Levante. Su lesión, mientras tanto, iba más lento de lo esperado. Desde enero entrena con el grupo pero todavía no se ha estrenado en convocatoria, el parón por la crisis del coronavirus no ha hecho más que alargar la espera. Si bien es cierto que la tregua le da mayor posibilidades de estrenarse a lo largo de las once jornadas que restan.
Con una defensa poblada, con Sergio Postigo, Rubén Vezo, Óscar Duarte y Bruno González, que llegó tras la venta de Erick Cabaco al Getafe, deportivamente no corre prisa su regreso. Así de cautos se han mostrado los técnicos. Su lesión merece la paciencia necesaria para regresar al nivel de antaño. Su articulación necesita asentarse.
Ahora, el gallego entrena como uno más desde la vuelta de los entrenamientos con la mente puesta en volver a pisar el césped en partido oficial después de un año de su lesión. Un buen momento para ponerse al nivel del resto de la plantilla y partir con opciones en los planes de Paco López cuando vuelva la competición.