¿Por qué evitó el Leganés el ERTE en el último suspiro?
Los pactos de Viana, clave. La reanudación de la Liga hizo pensar al Leganés que había que llegar sí o sí a un acuerdo para evitar un retorno enrarecido. El ERTE invitaba a lo contrario.
El Leganés anunció ayer a través de una carta de su presidenta, de Victoria Pavón, el acuerdo de recortes salariales alcanzado con su plantilla. Hace una semana, ese acuerdo era utopía. En los despachos de Butarque (o en la casa de sus inquilinos) se preparaba la documentación con la que presentar un ERTE que ambas partes, club y futbolistas, veían inevitable. Tanto es así, que el Lega tenía previsto mandar toda la documentación del expediente a LaLiga el martes y presentar oficialmente el miércoles este proceso. ¿Qué pasó para evitar el expediente y firmar el acuerdo pactado?
El inicio de este desbloqueo se sitúa el sábado anterior, el 18 de abril, cuando en el Palacio de Viana, Irene Lozano, presidenta del CSD convocó a Javier Tebas (presidente de LaLiga) y Luis Rubiales (presidente de la RFEF) para desbloquear la tensión entre ambos y consensuar el retorno ordenado del fútbol. Al día siguiente el mensaje común de los tres actores en este encuentro apuntaba a la misma dirección: la competición retornará. O al menos se pondrán todos los mecanismos necesarios para que así sea.
Antes de esta reunión, la alternativa contraria, la de la cancelación de lo que resta de temporada, iba ganando fuerza en el colectivo de directivos de fútbol español. En Butarque no eran ajenos a esa situación. El pálpito era que, puestos a apostar, lo normal era que el fútbol no retornara. Los pactos de Viana cambiaron esta percepción y también la estrategia de un Leganés que comprendió que era necesario llegar a un pacto sí o sí con la plantilla.
Evitar el ERTE para no enturbiar el retorno
Entrar en un ERTE, suponía abrir una herida con una plantilla que, con los presupuestos en la mano, entendía que el Leganés podía evitar los recortes. Los ingresos extraordinarios por la venta de En Nesyri y Braithwaite (38 millones), más la gestión económica de los últimos años otorgan al club una cintura suficiente para no ejecutar rebaja alguna. Menos aún la inicialmente propuesta de un 20%. La primera petición de los futbolistas se situó en un 10%.
Las posturas de unos y de otros apenas avanzaron en los primeros 20 días de negociación en los que, además, molestó mucho a la plantilla no cobrar el mes de marzo. También que no se hubiera incluido en el diálogo al cuerpo técnico. Fue así como los capitanes dieron el paso y contrataron a un bufete de abogados para que llevara en su nombre el diálogo. Las cosas se pusieron tensas.
En el escenario de la cancelación de la temporada, el club tenía las de ganar. Todo apuntaba (aún apunta) a que habría salvación administrativa y, con o sin acuerdo, con o sin ERTE, se ahorraría una importante suma que añadir a los beneficios por las ventas. Sin embargo, en el escenario de retomar la competición, el Leganés tenía más que perder.
Su destino deportivo se ponía en manos de un grupo de jugadores descontentos con cómo se había llevado el diálogo desde Butarque. No era la mejor de las perspectivas para volver a los entrenamientos. Un ambiente tan enrarecido no ayuda a ningún trabajo.
Un mejor recorte si el torneo volvía
El Leganés lo entendió así. De ahí el cambio de chip. La entidad, por sorpresa, activó el lunes a la tarde una última oferta inesperada que recortaba del 17,5% al 16% la rebaja si no había torneo, e implementaba su propuesta si se jugaba. Al 0% de recortes y doble de prima por salvación deportiva se incluía cobrar las primas pactadas si la Liga se cancelaba después de haberse retomado y el equipo, para entonces, estaba fuera del descenso.
Esta última propuesta, además, incluyó de forma más activa a un cuerpo técnico que no participó en el inicio del diálogo. Eso, unido a que varias voces del vestuario también abogaban por alcanzar un acuerdo que evitara la amenaza del ERTE, acabó por propiciar el sí de los futbolistas a este acuerdo que, ayer, se hizo público y que ponía punto y final a casi un mes de largo y tenso diálogo.