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Julio Iricibar cambia los guantes de portero por los sanitarios

El portero del UCAM, vallisoletano y canterano blanquivioleta, cuida de su padre, Antonio, en aislamiento por coronavirus. Lo peor ya ha pasado.

Valladolid
AS

Su historia es una más de las miles que suceden en tantos hogares españoles estos días donde hay una persona afectada por el coronavirus. Unos están aislados y otros tienen que cuidar de ellos. La diferencia es que Julio Iricibar es portero del UCAM, vallisoletano de nacimiento, canterano blanquivioleta de sentimiento y que, además, llegó a debutar con el primer equipo del Real Valladolid en Segunda División, cuando jugó tres partidos en las temporadas 2014-15 y 2015-16, en la que se recuerda todavía su gran actuación en La Romareda (0-2). Ahora, en esta pandemia, Julio Iricibar ha cambiado los guantes de portero por los sanitarios.

Antonio Iricibar, padre del portero vallisoletano, Julio Iricibar, el día que salió del hospital.AS

Y es que el vallisoletano, que pasó por todas las categorías del club, marchó para jugar en Izarra, dos años, y firmó el pasado verano por el UCAM, donde ha disputado casi todos los partidos siendo uno de los más destacados de su equipo, en el grupo 4 de Segund B. Cuando se suspendió la competición pidió permiso al club para desplazarse a Valladolid ya que su padre vive solo, con 64 años, y quería estar cerca de él. De esta manera, el 20 de marzo volvió a casa, donde Antonio empezaba a tener síntomas "aunque él se negaba a que llamaramos pese a los dolores, la tos seca y la fiebre. Estuvo así muchos días hasta que el 6 de abril me lo llevé a urgencias. Le ingresaron de inmediato, le diagnósticaron neumonía bilateral y positivo en coronavirus y estuvo una semana ingresado. El día 13, el pasado lunes, le dieron el alta", explica el portero, que agradece el trato de los sanitarios del Hospital Río Hortega al paciente Antonio.

A partir de ahí empezó la nueva tarea de Julio Iricibar, que todos los días tiene sesión física por una aplicación con el preparador físico de su equipo de 12 a 13 horas: cuidar de su padre que vive confinado en una habitación durante 15 días. Cuando acaba la sesión grupal, se ducha y "comienzo a hacer la comida a mi padre, como antes hago el desayuno y por la noche la cena. Se la dejó en una silla delante de su puerta, él la coge y cuando acaba vuelve a dejarlo todo en la silla para que yo lo recoja", explica el portero.

El canterano blanquivioleta, que agradece los gestos de comprensión de su actual club ante la situación, explica que "a mí no me han hecho la prueba porque afirman que, aún viviendo con una persona que lo está pasando, si no tengo síntomas, ni fiebre, ni tos, no pueden hacérmela" y está convencido de que está haciendo lo que debe: "Si yo no estuviera aquí, cuidándole, mi padre no podría hacer las cosas, así que he cambiado los guantes de la portería, por lo guantes sanitarios (se ríe). Hago la comida, desinfecto la casa y, sobre todo, el baño cuando él lo usa".

El portero, que acaba contrato el 30 de junio, es pesimista sobre la reanudación de la Liga en Segunda B, por lo que ya está deseando que comience la próxima para volver a cambiarse los guantes sanitarios por los de portero, otra vez.

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