El Espanyol más coral
Sin dos de sus líderes, supo reinventar Abelardo al equipo. Funcionó el 4-2-3-1, crecieron los titulares y cumplieron los 'suplentes'. Y Wu Lei mejora el promedio goleador de RdT.
Más allá de las dudas momentáneas del Sevilla, apuntaba cuesta arriba la visita al Sánchez Pizjuán para un Espanyol obligado a puntuar por sus circunstancias y que en la previa perdía a dos de sus líderes, David López y Raúl de Tomás. Un contratiempo que se agravaba cuando, en el enésimo error individual de la temporada, Lucas Ocampos anotaba a los 14 minutos. Otrora, el cartel de 'Fin' habría aparecido en la pantalla del partido. Pero este conjunto de Abelardo Fernández parece hecho de otra madera. Empató, llegó a remontar y, aunque se quedó con diez y llegó a recibir el 2-2, supo rascar un punto en un estadio dificilísimo.
Muchas son las claves de este punto que puede valer oro en la pelea por la permanencia, pero una prevalece sobre el resto: el trabajo en equipo. Una manera de hacer que se trabaja en los entrenamientos, incluso desde los despachos y que se tradujo el día en que no estaban ni el 'pichichi' ni el futbolista que es la extensión del entrenador sobre el césped, y que más consignas y correcciones reparte. Sin De Tomás, guardó Abelardo su habitual 4-4-2 (salvo en labores defensivas) y recurrió a un 4-2-3-1 que también empleaba el curso pasado en el Alavés. Y las piezas respondieron. Lo hizo Sergi Darder, más centrado en la ubicación sobre el césped y también en su privilegiada visión de juego para dar pases en profundidad, sin olvidarse de defender. También Jonathan Calleri, estajanovista en punta y convertido en un fichaje de invierno más para un Espanyol que lo necesitaba. O Embarba, que no solo marcó, sino que redobló las ayudas defensivas por su banda. Atrás, Leandro Cabrera actúa con una jerarquía impropia de un central que lleva solo cuatro semanas en un club, y se compenetra de fábula con Bernardo Espinosa.
Pero no solo funcionaron quienes ya venían siendo titulares, sino que cumplieron con nota los llamados a sustituir a quienes estaban de baja. Adrià Pedrosa, que venía de quedarse fuera de la convocatoria ante el Mallorca, pasó la prueba del algodón de suplir al sancionado Dídac Vilà, en uno de sus partidos más contenidos, defensivos y serios que se le recuerdan. Víctor Sánchez hizo su función en el pivote y, aunque vio dos amarillas, se puede afirmar que tuvo auténtica mala suerte con la segunda, ya que justo hizo falta cuando apartaba la pierna para no cometerla. Y Wu Lei no solo se adaptó a la banda derecha en ataque y en defensa, que en el choque de la primera vuelta había sido una autopista para Sergio Reguilón, sino que plasmó sobre el césped el juego ofensivo de rápidas transiciones que Abelardo hace mes y medio largo que trata de implantar en el Espanyol.
No en vano, con su diana ante el Sevilla no solo certificó Wu Lei un punto de oro para los pericos (aunque en ese momento daba los tres), sino que se confirmó como el goleador de guardia para el técnico asturiano en ausencia de RdT. Ha marcado el chino en los dos partidos sin el delantero madrileño, contra el Barcelona y en el Sánchez Pizjuán. Y, con Abelardo, promedia ya un gol cada 56 minutos, ya que jugó 16' en el derbi, siete contra el Athletic, 17' en Granada y los 72' de Sevilla. Mejor incluso que De Tomás, con uno cada 90 minutos aunque, eso sí, cuatro en total.
El trabajo en equipo llega al banquillo
Como si de una condena se tratase, justo un mes y un día después de anotar el último de sus 11 goles de esta temporada con el Rayo Vallecano, Adrián Embarba estrenaba su casillero con el Espanyol, el domingo en el Sánchez Pizjuán. Lo hacía en un lanzamiento de falta botado a ras de suelo, por debajo de la barrera, que parecía más un recurso del instante (a pesar de que Éver Banega se tumbó sin demasiado éxito) que una jugada ensayada.
Sin embargo, Embarba lo hizo con toda la intención y el conocimiento. Fue el entrenador de porteros del Espanyol, Jesús Salvador, quien en el entrenamiento del sábado en la Ciudad Deportiva, antes de partir hacia Sevilla, había advertido al extremo de que la escuadra hispalense acostumbra a saltar en las faltas. Además, y por situarse casi en la línea que delimita el área, pocas alternativas tenía de que llegara a meta. Acertó.