Moscú, teléfono rojo para el Espanyol de David Gallego

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Abril de 1931. Recibe Stalin en su despacho de secretario general del partido comunista de la Unión Soviética la noticia de la proclamación de la Segunda República española con Alcalá-Zamora de presidente. "¿Quién? ¿El portero?", pregunta con asombro. Hasta hoy ha llegado esta anécdota, quizá leyenda, que de ser cierta pondría fecha al conocimiento que en Rusia tienen del Divino y, por extensión, del Espanyol. Casi 90 años después, el reto de los pericos en Moscú resulta bastante más prosaico en términos históricos, pero relevante para el aquí y ahora.

Ante el CSKA, tan solo vale ganar, o al menos puntuar; nunca una derrota. Para depurar el tropiezo en el debut de la fase de grupos, en casa ante el Ferencvaros (1-1) y para no quedar por tanto descabalgados los blanquiazules con un punto a falta aún de otras cuatro jornadas. Pero, sobre todo, le conviene al Espanyol sumar en Moscú para que evitar que incluso la Europa League, tras 12 años de ilusionante espera, se convierta también en el polvorín que es LaLiga, con el equipo en descenso y Gallego en el alambre.

A favor del entrenador juegan el récord con el que llega a Rusia el club, 22 partidos continentales invicto, y también los seis meses que lleva sin perder lejos de Cornellà. Curioso.

En contra va casi todo lo demás, empezando por el rival, un CSKA habitual de la Champions (hace un año el Real Madrid cayó por partida doble ante los de Goncharenko) que no tropezó, sino que cayó de bruces en la jornada inaugural, 5-1 ante el Ludogorets, pero que en la potente Premier rusa marcha líder, como en los tiempos más triunfales de este Club Central de Deportes del Ejército, y que puede repetir la alineación de su 0-3 ante el Ural, salvo probablemente la entrada de Bijol por Kuchaev.

Va a por todas el CSKA y debería hacer lo mismo Gallego, que se juega el crédito en Moscú, a medio camino entre Cornellà-El Prat y China...