Peligros familiares para el Madrid: Lopetegui más Reguilón
Un Sevilla feliz e impenetrable pone a prueba la depresión postchampions de los de Zidane con el liderato en juego. Vuelve Sergio Ramos.
Sucedió en el Pizjuán y el jueves se cumplirá un año: el Sevilla pasó por encima del Madrid con Lopetegui en el banquillo visitante. Hasta entonces todo pintaba bien para el campeón de Europa. Después de aquel 3-0 cayó a plomo. El técnico guipuzcoano aguantó aún seis partidos, de los que sólo ganó uno, antes de su despido fulminante tras una paliza en el Camp Nou. Aquella tarde metió dos goles André Silva y uno Ben Yedder, otros dos que han desaparecido de LaLiga, y al Sevilla luego no le fue tan bien como parecía. Despidieron a Machín y Caparrós no fue capaz de meter al equipo en Champions. Un año es un siglo en el fútbol. Incluso una semana: este Madrid en recesión podría quitarle el liderato al Sevilla si gana.
Lopetegui dirige ahora a un equipo con todas las luces encendidas. No sólo por su liderato, sino porque los indicadores hablan de un grupo insospechadamente rocoso desde el comienzo después de haber fichado 14 jugadores. No dejó piedra sobre piedra Monchi, el conseguidor del Sevilla, que ha vuelto a lo grande. Pero Lopetegui ha conseguido el ensamblaje de tanta novedad en tiempo récord: le han metido un gol en cinco partidos, en los que le han tirado a puerta apenas siete veces y no hay equipo que recupere más balones en la Liga ni que gane más disputas. Y, a la vez, es el cuarto en posesión y el tercero, tras Madrid y Barça, que suma más pases. Unos datos que revelan que funciona en los dos lados del campo y dejan en buen lugar el trabajo de un entrenador. El 60% de sus goles provienen de la estrategia. Y sólo perdió uno de sus nueve partidos de pretemporada, lo que revela un alto índice de compenetración entre plantilla y cuerpo técnico desde el primer día.
A ese equipo feliz se mide un Madrid deprimido y con casi todo en cuestión. Zidane, para empezar, no tanto por su labor de dirección como de planificación. Todas las salidas del verano se han vuelto inexplicables. El índice de efectividad de Keylor casi triplica al de Courtois; en cuanto han asomado las primeras lesiones, el centro del campo se ha vuelto esquelético; cualquier ausencia de Ramos resulta dramática; Hazard está bajo sospecha; Benzema está solo ante el gol. De hecho, nadie dispara más que el Madrid en esta Liga, casi 20 veces por partido, pero lo aprovecha poco, enfermedad incurable desde la salida de Cristiano. Al Sevilla, en cambio, cinco goles le han dado diez puntos. La diferencia está más en retaguardia que en vanguardia.
Chicharito y la BBH
Lopetegui cambió siete de Vitoria a Bakú y todo indica que volverá al once que le ganó al Alavés, con la duda de si repetirá con De Jong, que no acaba de romper, o apostará por Chicharito, brillante en la Europa League. Un ex con guasa, como Reguilón, desatado en Sevilla, adonde llegó cedido en contra de la opinión general. Anda suelto tras la abolición de la cláusula del miedo.
Zidane tiene menos margen de maniobra. Volverá Ramos y quizá se replantee repetir con la BBH, reducida a cenizas en París. En el Pizjuán necesitará un equipo más junto, con mejor repliegue y mejor dureza física y mental. De baja aún Modric e Isco, no son descartables ni Lucas Vázquez ni el recuperado Valverde, jugadores vigorosos. Y entra en lo posible que algún primer espada comience en el banquillo e, incluso, una incursión en la defensa de tres centrales.
Con unos o con otros, al Madrid, con Mourinho en lenguas, le aguarda un camino lleno de espinas. Nervión es territorio comanche en la historia reciente. Sólo ha ganado un partido de los últimos ocho y ha encajado goles en todas sus visitas durante ese periodo. Ningún otro campo se le ha dado peor desde 2011. En definitiva, otro puerto de primera cuando ya huele a derbi.