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BARCELONA

Valverde, entre fuego cruzado

Tras la tragedia de Anfield, el papel del técnico vuelve a quedar en entredicho. Por un lado los defensores del estilo, por el otro, la directiva.

Ernesto Valverde
Ernesto ValverdeAFP

La debacle de Liverpool ha abierto una herida que se abrió en Roma y que pareció cicatrizar durante un año, pero que lejos de cauterizar, acumuló pus hasta que explotó el martes por la noche en Anfield. Por mucho que el Barcelona de Valverde se haya hecho con el dominio de LaLiga y la competición doméstica, los sonoros batacazos en la Champions durante dos temporadas consecutivas dejan a Valverde en medio de un fuego cruzado que amenaza su continuidad.

Por un lado están los defensores de un estilo que se sublimó con Guardiola y que no puede seguir practicándose con unos jugadores que van acumulando años dejando a un lado que otros han tenido que dar un paso al costado. Estos le reprochan al técnico una traición al ADN blaugrana que se basaba en la posesión y el dominio del juego. Hay presión externa para regresar al origen. Y que si se pierde, se pierda de otra forma.

Por el otro, está la directiva, ávida de resultados inmediatos sin que les interese demasiado el estilo excepto como escudo defensivo. Para el palco, mientras se gane, todo vale, pero en cuanto se fracasa, ya se cuestiona cualquier cosa y el éxito anterior (el 8 de 11, para entendernos) no cuenta. Así pasó en la víspera de la final de la Copa del Rey ante el Sevilla el curso pasado a la que llegó Valverde con un ultimátum tras la caída en Roma. Ahora, la situación se reproduce.

Para muestra, las palabras del presidente Josep Maria Bartomeu tras el partido: "Supongo que hay muchas explicaciones, pero en caliente prefiero no hacerlas. Ya habrá tiempo hacer una profunda reflexión. Lo hablaremos internamente en la directiva. El año pasado tuvimos una gran decepción y este año ha vuelto a pasar". Si no suena a ultimátum, se le parece mucho. Dos 4-0 con ventaja en el marcador parecen ser una losa que no la aguantan ni dos dobletes.

Por tanto, el técnico culé está entre dos fuegos. El de los nostálgicos y el de los supuestos amigos. Situación muy complicada ante la que falta una tercera variable: la decisión del técnico, acabado de renovar y que estaba convencido de seguir pero al que le vuelven a asaltar las dudas de cara al futuro inmediato. Ojo que no sea él el que dé el primer paso.

La herida está fresca y las prisas son malas consejeras. Como siempre, lo que diga la aristocracia del vestuario se tendrá muy en cuenta. Ellos también saben que lo de ayer, como lo de Roma, va más allá de las decisiones tácticas.

Cuando todo estaba tranquilo se abrió en Anfield la caja de los truenos y ya nadie parece asentado en el puesto que daba como seguro hace sólo 48 horas.