Un fracaso imperial
El equipo de Valverde se derrumbó en Roma con una actuación insólita. Dzeko, De Rossi de penalti y Manolas obraron el milagro, remontando el 4-1 de la ida.
Un fracaso imperial. Por tercer año consecutivo el Barcelona volvió a quedarse fuera de las semifinales de la Champions League tras ser arrasado por el Roma por 3-0 en el peor partido que se le recuerda a los de Valverde desde que en agosto los barrió el Real Madrid en la Supercopa. Sin personalidad, sin juego, sin Messi y sin ningún argumento, el Barça volvió a naufragar en el Olímpico ante un equipo inmensamente superior que bajó a los barcelonistas de un pedestal artificial.
En teoría, el rival era el ideal para pasar a semifinales, el resultado de la ida, lo mismo, de las plantillas y el presupuestos, ni hablamos, pero no queda más que decir y aceptar que el Roma fue mejor. Y que, encima en un alarde de justicia poética, De Rossi y Manolas pudieron subsanar con goles los dos tantos que se marcaron en ropia portería en el Camp Nou. El fracaso del Barça en Europa viene a dar la razón a Valverde, que en la previa advertía ante la risa generalizada que la eliminatoria no estaba ganada. Se lo creyó solo él. Y no supo transmitirlo a sus jugadores, que deambularon por el Olímpico de una manera ridícula para caer eliminados ante un equipo claramente inferior.
Estaba claro que para que algo cambiara respecto al partido de ida, algo tenía que cambiar, especialmente en el equipo romano. Mientras en el Barcelona Valverde repetía la alineación de la ida, en el Roma, Di Francesco cambiaba de cabo a rabo el sistema y el equipo para dar de nuevo un baño al técnico barcelonista (ya se lo había dado con el Sassuolo cuando se enfretó al Athletic Club). Salió el equipo local con una defensa de tres con Juan Jesús, Manolas y Fazio y cargando en ataque el cuerpo de Schick para ayudar a Dzeko. El Barça no se enteró de nada. Fue arrasado por una manada de búfalos. Del 0 al minuto 94. Sin excusas.
Este planteamiento le rentó mucho más al Roma que al Barcelona, que se pasó la primera parte sufriendo a lo grande. La salida del equipo romano fue inasumible para un Barcelona que por mucho que avisara Valverde en la previa, salió al campo muy blandito ante las acometidas del Roma, cuyos jugadores ganaban todos los duelos individuales a los barcelonistas, excepto cuando intervenía Gerard Piqué, el único bastión que le quedaba firme al Barcelona en una situación de emergencia. Pero hasta Piqué acabó por naufragar. Y con él, todo el equipo.
La alarma naranja con la que se inició el partido se volvió roja cuando a los seis minutos de partido Dzeko cazó un pase largo para ganarle la espalda a Alba y a un ensimismado Umtiti para rematar solo ante la salida de Ter Stegen el primer gol del partido.
Ese tanto dejó al Barça groggy. Únicamente reaccionaría en la primera parte el equipo blaugrana cuando Messi pudo chutar faltas, pero las dos que lanzó en el primer tiempo no encontraron portería. Más allá de eso, su participación fue anecdótica e impropia de un jugador de su jerarquía. Un fiasco.
En cambio, el Roma siguió presionando la salida de balón del Barcelona y colgando balones para que tanto Dzeko como Schick dispusieran de ocasiones para ampliar el marcador. Piqué se multiplicaba para conjurar en el último momento las oportunidades de los romanos. Y cuando no estaba él, compareció Ter Stegen ante Dzeko, que tuvo una primera parte espectacular.
Llegó el Barcelona a los 45 minutos pidiendo el descanso y con la sensación más que cierta que lo mejor hasta el momento era el resultado. Era tan cierto que el Roma se había desgastado en la primera parte como que el Barça necesitaba reiniciarse y empezar a mandar en un partido en el que brillaba por su ausencia.
Y en contra de lo que se suponía, el Roma siguió brillando en el inicio de la segunda parte. No dejó de hacerlo. El Roma no levantó el pie del acelerador y el Barcelona volvió a verse superado en todos los aspectos del juego. A medida que avanzaba el partido, el Barça iba a peor y el Roma a mejor.
Superado un calamitoso Umtiti por tierra, mar y aire, Piqué cometió penalti de libro ante Dzeko que transformó De Rossi. 2-0 y más de media hora para que el Roma consiguiera el milagro. Roma soñaba, el Barça sufría.
Y en medio del caos, un córner sacado en el minuto 82 ofreció a Manolas la oportunidad de conseguir el milagro y consumar un ridículo imperial del Barcelona y un éxito romanista más que merecido. En los momentos de apuro, el equipo barcelonista no tuvo ni argumentos para discutir un gol que valía una semifinal en los ocho minutos que restaban tras el tanto del central griego. Un desastre en toda regla que puede pasar factura. Sólo la Liga y la Copa pueden borrar este fracaso imperial.
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