LAS PALMAS

Néstor Doreste: "Cuando habla Ramírez, alguien se molesta"

"Cuando Miguel Ángel Ramírez me concedió el diploma por llevar más de 50 años ininterrumpidos como socio me sentí humillado", asegura.

Las Palmas de Gran Canaria
Carlos Diaz-RecioDIARIO AS

Hace ya un buen rato que Néstor Doreste entró en la séptima década de una vida plena. Futbolero forjado a sol, arena y salitre con aquella gran familia surgida en La Laja, siente a la UD como el que más. El club es más joven que él, y él es el socio vivo de más edad que le queda a la entidad. "Me lo confirmó hace un tiempo Antonio de Armas", historiador del club. Suma 69 años como socio de Las Palmas, una cuenta que se parará este verano, en absoluto por voluntad propia. A Doreste, como a Sabina, le sobran los motivos. Como este: "Cuando Miguel Ángel Ramírez me concedió el diploma por llevar más de 50 años ininterrumpidos como socio (lo muestra) me sentí humillado". Con precisión de cirujano, rememora: "No fue capaz de cruzar una sola palabra conmigo y ni siquiera me miró porque tenía prisa por volver al palco con sus amigos. Fue muy desagradable para mí su enorme falta de educación".

Apego. Asegura Néstor Doreste, con la mirada empañada de dolor, que está menguando su "apego" por el club: "Hay cosas que han terminado con mi apego por la UD, no con mi amor ni cariño. Esto de jugar de verde porque él es aficionado a la legión, cuando hemos paseado los colores amarillo y azul a lo largo de 70 años por toda la geografía española y europea... El equipo amarillo ahora es verde". "O la bandera de España el día del Referéndum, por citar otro ejemplo reciente, como las formas en que se han ido Ortuño o Mantovani", añade. Y sentencia: "Es algo legal pero que está separando al aficionado del club. Y no tiene más que hablar con los propios seguidores, a lo que mandó a ver el fútbol por la tele si no podían pagarlo. Ramírez le está haciendo un flaco favor a la historia de la UD".

Doreste no le quita sin embargo el "mérito" en la salvación de Las Palmas hace 14-15 años. "Es indudable", dice. Habla del "mérito" que tuvo: "Hay que reconocerlo. Su tándem con Cobo Plana salvó al equipo. Chapó para él". Pero "la vida está hecha de sombras y luces", y para él han fallado las formas: "Salvar a la UD no le da derecho a tratar al aficionado con las formas que tiene. Cada vez que habla, alguien se siente molesto".

Inicios. A Néstor se le llena la cara de ilusión cuando recuerda el nacimiento de la UD. "En junio de 1950 mi padre, que era fundador del equipo porque fue durante muchos años tesorero del Marino, me hizo socio. La UD se funda en agosto del 49 y yo me hice socio en junio del 50", rememora. De toda la historia amarilla, se queda con Germán Dévora: "Era tan bueno desde juvenil".

Recuerda a Quique Setién como "uno de los mejores entrenadores de la historia de Las Palmas", y reconoce, con pesar, que la entidad se ha convertido "en un chiste": "Su estilo de juego, que es además el que tenemos aquí, empezaba a ser conocido incluso en Europa. Por lo que dicen todos los que están metidos en este mundo, fue por una cuestión personal. A partir de ahí se ve una deriva negativa de la Unión Deportiva que termina con lo de esta temporada. A veces parece un chiste. Da risa lo que le ha pasado. Fichando entrenadores, directores deportivos… Un desastre, una desorganización terrible. A ver si ahora, con Pepe Mel y la victoria ante del Deportivo, sea el antes y el después para que el equipo llegue a Primera, que es donde siempre debe estar".

Néstor, que con tantos años como aparejador a sus espaldas entiende mucho de papeles, se niega en la despedida a darle a ellos la propiedad del club de su vida. "Ramírez es dueño de las acciones, pero el equipo continúa siendo de la afición. Son dos cosas distintas. El equipo tiene alma. La acción es un papel que se firma. Dentro de un año, el equipo puede ser chino", insiste. Y sentencia: “Pero el club, su alma, es de la gente. Se escribe con la A de amor, y debería estar en el escudo. ¿Cómo se fundó? A través del amor, con 5 aficiones que se peleaban entre sí”. Eran, claro, otros tiempos. Pasados y, acaso, mejores.

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