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Michael Robinson: "Pensaba que era un calzonazos, pero estoy para la batalla contra el cáncer"
Tras anunciar en diciembre un cáncer con metástasis, Robinson dice sentirse “abrumado” por el apoyo recibido. Charla con As en un acto de la Sociedad Española de Oncología Médica. Esta es su batalla.
¿Cómo está?
Pues muy bien. Otro día en la vida y me encuentro fenomenal. Sorprendentemente... Porque la palabra cáncer suena terrible. Tiene unido a ella una especie de estigma. No se habla... Y me extraña porque el cáncer vive dentro de nosotros. El cincuenta por ciento de las personas de este planeta, si no lo han padecido, tienen un familiar o un amigo que sí lo padece. Yo soy el primer sorprendido de poder decir que me encuentro bien. Imaginaba que lo llevaría peor, pero estoy recibiendo información y la dirección de los que saben, de mi Messi, que es mi oncólogo Emiliano Calvo.
¿Cómo diría que va el partido con él?
Ha entrado a falta de muy poco, pero está dispuesto a meter unos cuantos goles para que este partido lo ganemos. Yo estaría muy sorprendido si muriese de esto. Tengo mucha fe depositada en la ciencia y la suerte de estar siendo tratado por un tipo de inmunoterapia que está salvando muchas vidas. Es curioso. Nunca, ni en mis peores sueños, imaginaba que tendría que lidiar con esto, pero ya que es lo que hay, me encuentro preparado para esta lucha.
¿Qué ha aprendido? ¿El proceso le ha hecho más fuerte?
Después de sesenta años conviviendo conmigo pensaba que ya me conocía. Estaba cómodo en mi propia piel o al menos no estaba a disgusto conmigo mismo. Sí pensaba que era más bien un calzonazos, un poco avestruz que hundía la cabeza con las malas noticias. He aprendido mucho. Recuerdo cuando murió mi amigo Severiano Ballesteros. Me ponía en su piel y pensaba que no podría sobrellevar esto... Cuando me ha tocado, estoy sorprendido por la reacción positiva, porque me encuentro fuerte y estoy para la batalla. Claro que estoy arropado por una maravillosa familia, por Cris, mi maravillosa mujer.
¿Cómo decide contarlo?
Iba a ser muy difícil mantenerlo en secreto. Había hablado con mi familia sobre cómo contar mi problema y habíamos acordado hacerlo con Carles Francino. Por nuestra gran amistad. Todo se precipitó por Rubiales y Bartomeu, que dijeron públicamente que estaban conmigo, sin mencionar nada más. A partir de ahí mi teléfono se bloqueó de tantos mensajes. Pensé comentarlo para que se supiera directamente de mí.
El apoyo ha sido enorme...
Es otra de las sorpresas. Yo me he sentido muy querido después de contar que estoy enfermo. Y nunca me lo había planteado. Desde que eres futbolista tienes que navegar entre esos dos impostores que son el triunfo y el fracaso. Para blindarte nunca te crees rey del mambo y nunca te vienes abajo. Son dos lugares muy peligrosos para estar. Y desde que trabajo en los medios no he pensado si la gente me quiere mucho o piensa que apesto o algo así... Simplemente hago mi trabajo con el mejor talante posible esperando que haya en mí algo de talento y luego ya veremos si me siguen contratando o no. Ahora, después de la respuesta a mi publicación de mi enfermedad, estoy absolutamente abrumado. Absolutamente.
Colabora con la Sociedad Española de Oncología Médica en su campaña de concienciación sobre la normalización de la enfermedad y el uso de la palabra cáncer.
Es un deseo por parte de la SEOM. Hay un estigma sobre el cáncer. Hay más casos, pero también menos muertes. Y podemos llegar a hacer del cáncer una enfermedad crónica. A lo mejor podemos aprender a vivir con ello. Y luego también está el mal uso de la palabra cáncer. La gente lo usa muchas veces en vano. En el mundo del fútbol, por ejemplo cuando se dice este es el cáncer del vestuario. Hablándole como paciente le digo que ahora escucho más la palabra cáncer en conversaciones, la leo más. Cada vez que se usa estoy muy atento.
¿Qué mensaje envía como paciente?
No puedo hablar por otros. Cada uno lo lleva como buenamente puede. Puedo decir que cada quince días voy al hospital, me dan mi chute y es tremendo el buen rollo entre todos. En muchas ocasiones son los familiares los que peor lo pasan. Por la empatía, el amor... Estuve tres días en otro mundo. En shock... Vivía con una especie de anestesia. No filtraba ni entendía nada. Tampoco sabía qué preguntar a los médicos ni cómo hablar con mi mujer. A partir de entonces lo he tomado con cierta filosofía y humor negro. Y nos hemos reído por no haber llorado.
Y sigue trabajando. No para.
Sigo exactamente con el mismo ritmo. He perdido dos partidos porque me han tenido que operar varias veces, pero no pienso perder ninguno más hasta que termine mi contrato. Mi jefe me preguntaba cuántos días necesitaré de baja y no sabía cómo tomarlo, si esperaba que tendría muchos... (Risas). Estoy bien. Hay una serie de personas empeñadas en salvarme la vida. El nivel de agradecimiento que tengo hacia los oncólogos es tremendo.
Muchas gracias por atendernos y mucha fuerza.
Gracias.