BARCELONA

PSV, el fútbol de los obreros

El equipo holandés nació como actividad lúdica de los trabajadores a principios del S.XX.

DIARIO AS (1987)

Desde finales del Siglo XIX y a principio del S. XX, las grandes empresas vieron en el fútbol una manera de entretener y aumentar la producción de sus trabajadores. Los ricos industriales consideraban que implantar entre sus empleados la práctica deportiva era una medida que comportaba el aumento de la productividad. Los trabajadores así estaban mas sanos, activos y en vez de pasarse las horas en el pub bebiendo se dedicaban a hacer deporte. La iniciativa empezó en Inglaterra y pronto se exportó a los países más desarrollados.

En 1891, Gerard Philips junto a su hermano Anton y su padre Benjamin, que curiosamente era primo hermano de Karl Marx, fundaron en Eindhoven la empresa con su apellido dedicada a la fabricación de lámparas incandescentes.

Fue el inicio de una compañía multinacional de inmenso éxito a la que se le debe, entre otros avances el sello musical Polygram, la invención junto a Sony del Compact Disc o las televisiones con teletexto.

Muy pronto, la mayoría de la población de Eindhoven empezó a trabajar en la fábrica y en 1913 la dirección y los obreros fundaron el Philips Sport Vereniging (Club deportivo de los empleados de Philips). Una iniciativa, que como pasó en Inglaterra acabó yendo más a favor de los obreros que de los patronos.

Los inicios no fueron fáciles, porque los líderes socialistas desconfiaban del fútbol. Los obreros, en vez de ir a las asambleas se iban a pegar patadas a un balón y muchos escribieron que “la misa y la pelota son el opio para el obrero”.

No obstante, la realidad fue otra. El pensador socialista Antonio Gramsci alabó el carácter solidario del fútbol y los anarquistas definieron al nuevo deporte como “un juego socialista. Todos jugando en conjunto para al final llegar al gol, que es el triunfo, que es la revolución porque se consigue colectivamente”. Muchos equipos se crearon bajo las ideas socialistas, como es el caso del equipo argentino Mártires de Chicago (1904), que luego derivó en Argentinos Juniors, o Chacarita, que se fundo en una biblioteca anarquista en 1906.

También los obreros, primero en Inglaterra y luego en sitios como Eindhoven, obtuvieron grandes ventajas gracias al fútbol. Consiguieron que los trabajadores que se lesionaban en defensa de los colores de la empresa no perdieran su puesto en la fábrica y lograron que el fin de la jornada laboral se estipulara el sábado al mediodía para poder, unos jugar al fútbol y los otros acudir al estadio en lo que se conoció en toda Europa como “la semana inglesa”.

Y además, acabaron jugando mejor y derrotando a los aristócratas que reglaron el juego en las exclusivas universidades de Cambridge, Eton o Harrow. En 1883, los obreros del Blackburn Olympic, con un juego más solidario, duro e industrial, derrotaron en la final de la FA Cup al Old Etonians, equipo de caballeretes que denunció que los obreros que les había vencido cobraban y no eran amateurs. No les hicieron caso, el fútbol ya era un ascensor social y en 1885 se aceptó el profesionalismo. Los señoritos de Eton y similares (que no necesitaban el dinero del juego para vivir) se retiraron al rugby, al remo o la caza.

Lo mismo pasó en Eindhoven, donde a partir de un grupo de obreros se creó uno de los equipos más importantes de Europa.

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