BARCELONA

En crisis, maquillajes Bartomeu

Su reacción tras cada debacle siempre es la misma: cortina de humo. Utilizó las elecciones, el contrato de Messi, Zubi, el adiós a Qatar… y ayer, la renovación de Busquets.

El Barcelona, a través de su presidente Josep Bartomeu, anunció ayer la renovación de Busquets sólo unas horas después de la debacle de Butarque y del segundo pinchazo consecutivo en LaLiga. Las redes sociales se llenaron de críticas desde la bancada culé. No por la decisión del club de atar al mediocentro hasta 2023, muy aplaudida por cierto tras llevar pactada desde hace mucho tiempo. Los dardos se lanzaron, sobre todo, por el momento del anuncio.¿Casual? No es la primera vez que Bartomeu, en mitad de una crisis, se saca un as de la manga. Más que una anécdota parece una rutina. Las hemerotecas le delatan.

Bartomeu llegó a la presidencia en enero de 2014 en sustitución de Rosell, dimitido tras los problemas judiciales que acabaron con él en la cárcel. Desde entonces, se hizo cargo de la presidencia en funciones hasta que se celebraron las elecciones en julio de 2015 y las ganó. Pero en esa segunda vuelta ya comenzó a dejar huella de su modus operandi. El Barça del Tata se enfrentó (y perdió) al Madrid en la final de Copa disputada en Mestalla (la de la famosa y decisiva carrera de Bale contra Bartra). Eso fue el 16 de abril y al poco tiempo el presidente cambió de tercio públicamente, posiblemente con la intención de que se hablara de otros asuntos más llevaderos que las derrotas: “No habrá elecciones y Zubizarreta liderará el cambio”, dijo. Sólo era el principio. El equipo llegó al final de esa Liga dependiendo de sí mismo. Pero el Atleti se la arrebató en el Camp Nou. Bartomeu, ese mismo día, y sin esperar a que pasará el luto, volvió a dar la cara (lo hace a menudo, y más que muchos otros presidentes) y fue así de tajante ante los periodistas: “Habrá cambios. Hay jugadores que no seguirán y hace tiempo que trabajamos en un proyecto nuevo y ya tenemos cosas avanzadas”. Pudo decir aquella noche hasta que a Iniesta le anularon un gol legal, pero prefirió marcar la agenda del futuro a corto plazo sabedor de que el pasado ya no se puede retocar. Días después, en mitad de la depresión, presentó a Luis Enrique a toda prisa. El nuñismo vuelve a estar de moda.

Con el nuevo entrenador vivió su primera crisis en enero de 2015. La noche de Anoeta en la que Neymar y Messi se quedaron en el banquillo después de disfrutar unas Navidades en toda regla. La derrota, los roces y las críticas pusieron el foco en el palco, así que Bartomeu reaccionó rápido: Zubi fue despedido. Hubo Junta de urgencia, elogió a Messi en plena guerra con el entrenador (“él es el que ejerce el liderazgo aquí”) y dio otra noticia que propició que se hablara más del futuro que del autogol de Alba. “Habrá elecciones anticipadas y me presentaré”. Después rompió con la FIFA y el club no acudió al Balón de Oro. La Real, quisiera o no el aficionado culé, ya estaba olvidada. El triplete pudo con todo.

FERNANDO ZUERASDIARIO AS

Tras ese verano glorioso llegó la Supercopa de España ante el Athletic. El Barça se llevó un escandaloso 4-0 en San Mamés con medio equipo aún con las agujetas veraniegas. En la vuelta hubo un pequeño amago de reacción, pero la expulsión de Piqué acabó con cualquier sueño de remontada. Con el Athletic celebrando en el Camp Nou, Bartomeu volvió pronto a escena. El día del partido fue elegante y dijo que no hablaba de los árbitros. Pero a las pocas horas, aún con la herida de la derrota abierta, contragolpeó con fuerza. Anunció que el Barça iba a distanciarse del patrocinio de Qatar por “presión social” y que luciría Rakuten y, además, tiró de populismo sin demasiado tino, como se confirmaría después: “Neymar no se irá”. Esa temporada hubo más. El Barça cayó en Liga en Vigo (4-1) y al día siguiente el club anunció que la prensa no viajaría más con el equipo. Fueron momentos de ácidas polémicas que taparon lo que había ocurrido en Balaídos. Tras caer en Sevilla (2-1), días después 1-O que sacudió a Cataluña, prefirió no hablar de fútbol y hacerlo de política a pesar de que otras veces aseguraba que prefería quedarse al margen. Justificó las esteladas en un momento en el que estaban de rabiosa actualidad: “Es una demostración cívica”. En Champions, llegó lo peor. El Barça se midió al Atleti en cuartos de final y fue eliminado en el Calderón. Ahí, Bartomeu tiró por la vía rápida y, con ironía, cuestionó hasta los sorteos de Champions: "No están dirigidos. Es puro azar. Nosotros el año pasado tuvimos que enfrentarnos a todos los campeones de las Ligas más fuertes de toda Europa... azar". Y dio esperanzas con Neymar: “Si alguien viene a por él no lo autorizaremos”.

En la temporada 16-17 también hay ejemplos que confirman que Bartomeu se preocupa mucho por el día siguiente a una derrota. El City ganó al Barça 3-1 en la fase de grupos de La Champions y se apresuró para anunciar que “ya había contactos para la renovación de Messi”, pese a que el propio entorno del jugador lo negaba una y otra vez. En esa misma edición de la máxima competición europea, el 4-0 al PSG motivó un seísmo en Can Barça. Así que Bartomeu, preguntado por el tema Messi, aprovechó para animar a la hinchada anunciando que ya estaban encaminadas las renovaciones de “Rakitic, Iniesta y Ter Stegen” además de la de Messi. Una por cada gol encajado en París. Sólo consoló al barcelonismo el histórico 6-1 de la vuelta. Empañado después por la Juve, que eliminó al Barça y le alejó de la Champions deseada. A Bartomeu se le acumulaba el trabajo. Al día siguiente, mientras la afición pedía a gritos su dimisión, anunció que no iría al Clásico, aunque al final el amago se quedó sólo en el rechaazo al banquete de las directivas previo al partido del Bernabéu. Dio una sonada explicación: No me gusta ver en el palco al que imputa a Neymar y a Messi”.

La temporada pasada el Barça la inició cayendo en la Supercopa de España ante el Madrid. Después de la ida (derrota 1-3 en casa) Bartomeu denunció una persecución y amenazas a su familia y después de la vuelta (2-0 que se confirmó con un repaso en el Bernabéu), se atrevió a presentar a Paulinho a las pocas horas. Después, se le acumularon los problemas. Neymar se fue y casi sin digerirlo anunció, no sin polémica ni desmentidos, que “Messi ya firmó su contrato”. A los pocos días llegó Dembélé. Su último disgusto hasta esta semana fue la caída de Roma. Y ahí, volvió a refugiarse en la política en varias declaraciones posteriores, pese a que el barcelonismo estaba de uñas: “Hay políticos escogidos democráticamente en prisión”.

Su notición de la renovación de Busquets tras este inicio irregular de temporada ya parece menos sorprendente.

ClasificaciónPTSPGPEPP
Clasificación completa
Próximos partidos
Calendario

Lo más visto

Más noticias