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REAL MADRID

Florentino Pérez-Cristiano Ronaldo: historia de un divorcio

El crack portugués se sintió engañado tras la final de Cardiff. Su relación nunca fue buena, pero con el tiempo ha ido empeorando.

Cristiano saluda a Florentino Pérez.
Cristiano saluda a Florentino Pérez.JAVIER GANDULDIARIO AS
ASTV

Cristiano se ha ido del Madrid, como ya insinuó claramente tras la final de la Champions en Kiev. Sin embargo, lo ha hecho mordiéndose la lengua, sin desvelar la razón que le llevó a querer irse. Muchos madridistas le recriminan que no haya dado explicaciones y que simplemente se haya despedido con un comunicado. Pero es que esa era una de las premisas impuestas por el Madrid: asumir que el traspaso era por petición suya y que se iría sin decir una mala palabra. Así que ha preferido callar para poder irse del Madrid. Sin embargo, él se habría quedado más a gusto si realmente pudiera señalar a quien él considera culpable de su marcha: Florentino Pérez.

La relación entre jugador y presidente nunca fue buena, pero con el paso del tiempo fue empeorando. El fichaje de Cristiano por el Madrid fue realizado por Ramón Calderón en 2008 y Florentino Pérez se limitó a ejecutarlo en 2009, quien además intentó rebajar los 96 millones de su precio porque la consideraba una cantidad muy elevada. Su fichaje galáctico esa temporada había sido Kaká. A Cristiano sólo lo consideraba una imposición del régimen anterior y así lo sintió Cristiano durante los nueve años que ha estado en el club. Pero las relaciones entre el jugador y el presidente se deterioraron más en las últimas fechas, especialmente tras la final de Champions en Cardiff. Ese día Cristiano, con una exhibición antológica ante la Juve, lideró al Madrid a ganar la Duodécima y en plena euforia recibió la promesa de Florentino de mejorarle el contrato. Sin embargo, mientras el crack se encontraba inmerso en un proceso judicial por un presunto fraude de 14,7 millones, sólo encontró largas y disculpas por parte del club para alargar una mejora que nunca llegó a producirse, y eso hizo que se sintiera engañado por el presidente.

La gota que colmó el vaso se produjo el pasado 7 de diciembre. Minutos después de que Cristiano ganara su quinto Balón de Oro, Florentino lanzó su primer guiño en público a Neymar (“En el Madrid tendría más facilidad para ganar el Balón de Oro”, dijo en la SER). Posteriormente, llegó a oídos del portugués que el presidente “andaba diciendo en el palco del Bernabéu que si Cristiano no estaba a gusto en el Madrid, lo cambiaría por Neymar”. Jorge Mendes entonces comunicó al Madrid el deseo del delantero de irse. Lejos de encontrar una reacción contraria a su salida, se vio con las puertas abiertas a modo de una rebaja de la cláusula de rescisión de 1.000 a 100 millones.

Ese gesto fue tomado por Cristiano como la confirmación definitiva de ese sentimiento de falta de cariño por parte de Florentino. Así que todavía sin posible comprador en el horizonte, Cristiano ya desvelaba en el vestuario que su etapa en el Madrid acabaría al final la temporada. Incluso, se lo llegó a decir a Zidane antes de que el francés también decidiera abandonar el club. Y sólo unos segundos después de acabar la temporada, sobre el césped del Olímpico de Kiev, anunció su adiós: “Fue muy bonito estar en el Madrid”. En las celebraciones de la Decimotercera, Cristiano ya no disimuló su enfado con el presidente madridista y escenificó públicamente su malestar con repetidos desplantes y hasta alguna mueca de desprecio hacia él. Parecía el enésimo amago de Cristiano y que todo se acabaría solucionando con una mejora salarial, pero al final se ha materializado con su marcha.

La primera vez que se planteó irse fue en 2012. Tras marcarle dos goles al Granada, anunció sentirse triste ante la Prensa. Previamente, había visitado el despacho presidencial. “Si te vas, trae el dinero para fichar a Messi, fue la respuesta que recibió entonces. Además, se sintió desamparado en la gala UEFA. Florentino no le acompañó, como sí hizo Rosell, entonces presidente del Barça, con Messi. No obstante, cuando las diferencias parecían insalvables, renovó hasta 2018. Fue la primera de sus dos mejoras de contrato. A partir de ese instante y hasta el pasado 27 de mayo, la corrección gestual presidió los encuentros entre jugador y presidente, pero la empatía entre ellos nunca existió.