El Espanyol con menos disparo y más puntería de la era Quique

La metamorfosis del Espanyol en Balaídos fue tan asombrosa que resulta prácticamente inexplicable. Hace solo unos días, AS explicaba cómo el conjunto perico necesitaba esta temporada 11’5 remates para marcar un solo gol, y que disparaba un promedio de 9’9 veces por partido, unos datos que afianzaba el propio Quique Sánchez Flores en su comparecencia del pasado sábado para explicar el principal problema de esta Liga: la falta de gol. Pero ante el Celta, al día siguiente, todo salió al revés.

Únicamente disparó a puerta dos veces el Espanyol en todo el partido, y ambos chuts se tradujeron en gol: el de Leo Baptistao a los diez minutos y el de Gerard Moreno en el 87’. Y las estadísticas solo reflejan un tercer remate, también de Gerard (en el 33’), que fue interceptado por un defensa. Jamás en la era Quique había tenido tanta efectividad el Espanyol como la que se encontró en Balaídos: tres disparos, dos goles. Sí que había conseguido traducir en gol todos sus disparos a puerta en anteriores ocasiones (este curso, en Anoeta, y el anterior contra Málaga, Real Sociedad, Osasuna, Barcelona y precisamente Celta), pero en todos esos partidos había dispuesto de como mínimo otros tres lanzamientos que se marcharon fuera, al poste o que fueron interceptados sin ir a portería.

Si el récord positivo es el de la puntería, el negativo está claramente en esa producción. Es la segunda vez en los 61 partidos de Liga disputados con Quique al mando en que no pasa el Espanyol de tres remates, pero la anterior fue nada menos que en el Bernabéu (2-0, el curso pasado). En lo que sí coinciden ambos encuentros es en un planteamiento ultra-conservador.