La falta de puntería condenó a un Leganés que dominó y generó más peligro frente al Girona, pero que fue incapaz de aprovechar el elevado número de ocasiones de las que dispuso. Son los de Machín una pesadilla para Asier Garitano. En los cinco enfrentamientos entre ambos equipos, entre ambos entrenadores, jamás el Lega sacó los tres puntos. Ayer se repitió el guión pese a que los catalanes llegaron con dos días menos de descanso. Y lo pudo hacer incluso con desenlace trágico para los pepineros. Stuani en la primera parte y Juanpe (al larguero), en la segunda, amenazaron con adelantar a los gerundenses. Fueron avisos en medio de la cascada de peligro local en la que también hubo de todo: desde un larguero recién arrancado el partido, hasta un gol anulado por fuera de juego en los estertores del duelo.
Comenzó el Leganés como un equipo de palpitar constante desde el minuto uno. Bueno, en realidad desde el segundo 36. Clavado el crono en tan tempranero instante, Szymanowski se vistió de rabia. De ira. De impotencia. Acababa de mandar un zurdazo al larguero tras un buen servicio de Beauvue. Iba camino a ser el gol más rápido de la temporada, pero le faltaron unos centímetros, los suficientes para dejar temblando la madera.
El Girona imitó al travesaño. Sus futbolistas también temblaron. El susto los dejó inertes. Llegaron los temores. Esa inseguridad se hizo carne en los abismos que dejaban tras los laterales, la zona más castigada por los locales.
Mientras, el Lega, a lo suyo. A palpitar. Pum-pum, pum-pum, pum-pum… Los corazones pepineros parecían inyectar más sangre en sus piernas y cerebro. Se había inaugurado un asedio que tuvo en Beauvue al Jack Sparrow blanquiazul, siempre al abordaje de la nave gerundense, rematando todo lo que le llegaba.
La más clara del francés fue en el 20’, cuando mandó cerca de la escuadra una buena combinación entre Brasanac y Szymanowski. Antes ya había protagonizado tres más. Ninguna tan evidente con la que Eraso rozó el 1-0 en el 6’. Su latigazo tras una contra terminó desviado por Mojica, el mejor de la primera mitad en el Girona.
Suyo fue el inicio de la jugada que, paradojas del fútbol, pudo adelantar al Girona. Su pase raso, largo, intenso, acabó en la corona del área. Kayode la dejó de primera entre las piernas de Mantovani y puso sólo a Stuani frente a Cuellar. Era gol. Lo era. De verdad que lo era. Pero por alguna extraña razón inexplicable, el uruguayo la mandó fuera. La virgen de Butarque había salvado al Lega.
Pasaba media hora del encuentro y a la primera mitad aún le quedaba una clara ocasión. Szymanowski puso broche capicúa al acto mandando a centímetros del palo izquierdo una clara contra blanquiazul, un cuatro para dos que acabó con Brasanac y Beauvue reclamando al argentino un pase para aprovechar su mejor situación.
La reanudación reactivó el gen competitivo a un Girona que empezó a sentirse cómodo agazapado en su rincón, esperando sus escasas ocasiones para rozar el mentón del enemigo. Mújica, como si de un gancho de izquierda constante se tratase, fue el mayor peligro de los visitantes. Lo hizo con fantasía. Caño aquí, finta allá. Incluso se permitió algún remate lejano. No tuvo el peligro que inyectó Juanpe a dos cabezazos con los que rozó el 0-1. En el primera Cuéllar salvó el tanto. En la segunda la sacó el larguero.
No bajó ritmo el Lega, aunque sí el número de sus ocasiones. Las hubo, sí, menos reiteradas, pero igualmente claras. Gabriel, con un tiro cruzado, y Omar, con un zurdazo lejano desde la frontal del área pudieron adelantar al Lega antes de que Amrabat hiciera el 1-0… en posición ilegal. El internacional marroquí jugaba ya de delantero centro después de que Garitano quitara del campo a Beauvue para sacar a Erik Morán, un mediocentro. Algunos pitidos cruzaron las gradas de Butarque en desacuerdo con un cambio que parecía firmar el empate. La realidad es que Omar jugaba lesionado con una rotura de fibra. El técnico sólo buscó evitar riesgos con uno menos y salvar el 0-0, resultado con el que acabó un duelo que mereció ganar el Leganés, pero que pudo acabar al traste gracias a la pegada de un Girona serio.