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366 HISTORIAS DEL FÚTBOL MUNDIAL | 8 DE DICIEMBRE

Se edita el primer reglamento (1863)

Placa conmemorativa sobre la fundación de la FA.

Las reuniones en la Freemasons Arms de Londres en el otoño de 1863 tenían como fin establecer unas reglas comunes con las que enfrentarse unos colleges con otros, o unos equipos contra otros, dado que en cada lugar se practicaba el juego del balón de una manera. En realidad, un mixto entre lo que luego serían el rugby y el fútbol. El hombre clave del proceso fue Ebenezer Cobb Morley, un apasionado del juego. Había fundado el Barnes, en el que jugó. También era un afamado cazador y un activo promotor de acontecimientos atléticos. Él fue el impulsor principal de las reuniones en la Freemasons Arms y se arrogó el encargo de redactar unas reglas para proponerlas al colectivo. Su obsesión era proscribir el uso de las manos, por lo que sus reglas prohibían jugar el balón con estas y agarrar a los rivales. Redactó en su propia casa de Barnes un código con catorce reglas, que fue la base de las discusiones. Los disconformes, tras fracasar en su intento de convencer al resto para autorizar el uso de las manos, abandonaron las reuniones y acabarían creando por su cuenta la Rugby Union, que nace en 1871.

Morley, conocido por esa razón en Inglaterra como el padre del fútbol, sacó adelante su código, aceptando algunas modificaciones consensuadas entre todos. Para dar más formalidad al juego, el grupo de pioneros, recién constituidos en Football Association, decidieron llevar a una imprenta las reglas, para editarlas en un cuadernillo. John Lillywhite, un impresor de Euston Square, en Londres, compró los derechos y editó el primer reglamento, del que hizo dos formatos. Uno de bolsillo, que salió al precio de un chelín (doce peniques), y otro algo mayor, con tapas más fuertes, a un chelín y seis peniques. Hoy son ejemplares rarísimos, de gran valor para los coleccionistas.

El primer partido según las nuevas reglas se concertó en principio para el segundo día del año siguiente, en Battersea Park, un escenario de categoría, pero la impaciencia pudo a todos y se adelantó al 19 de ese mismo mes. Lo jugaron el Barnes, equipo de Morley, y el Richmond, en Mortlake, el terreno del Barnes. Asistieron muchos de los pioneros, también muchos de los disconformes, y el resultado fue en cierto modo decepcionante, porque el partido terminó sin goles. Uno de los contendientes, el Richmond, incluso se lo pensó mejor y decidió alinearse con la línea «pro manos» y en 1871 estaría entre los clubes que constituyeron la Rugby Union.

Pero Morley sacó adelante su nuevo deporte, y frente a algunas deserciones hubo cada vez más adeptos. Fue el primer secretario de la FA y su segundo presidente, cuando pasó de aquel cargo a este. Murió con noventa y tres años, justo uno después de la primera final de la FA Cup jugada en Wembley, la del célebre caballo blanco (véase el día 28 de abril). Sus reglas habían progresado. El fútbol ya era para entonces un juego que apasionaba a las multitudes. Morley murió feliz.