REAL MADRID - ATLÉTICO

El Nunca Dejes de Creer invade Milán antes de la final

La Fan Zone, el Doumo y el Metro, tomados por los rojiblancos a tan solo unas horas del comienzo de la final de Champions entre los equipos madrileños.

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En Milán, allá por donde uno camine se escucha. El ale, ale, ale, atleeeti que lo invade todo. Estaba anoche en los canales de Navigli y todo el centro. Está en cada vagón de Metro. En el corazón de la galería Vittorio Emanuele II donde suena con eco, y lo hace más impresionante. Los atléticos presumen de colores por toda la ciudad. De las 10:00 de la mañana tomó la Piazza Duca D’Aosta. A las 13:00 eran cerca de mil las personas que, bajo un sol de castigo, entonaban el Ale, ale, ale, Atleeeti. El DJ también lo ponía. Mezclado con canciones de El Canto del Loco, Rosendo o Pereza. Todos rojiblancos, por cierto.

Decenas de historias de amor con el Atleti se concentraban en apenas unos metros. Algunos iban con su padre. Otros los llevaban en el recuerdo, en el corazón. “Ojalá estuviera viviendo esto”, dice Erika, una chica de Burgos, antes de mirar al cielo. Quique y Luis van con Quique padre. Partieron en el vuelo de Madrid a las 15:15 y lo tienen claro: “Seas torrista o no, sabemos que va a ser él, lo será: vino para jugar este partido y siempre es decisivo en las finales”. Torres, su nombre está en muchas de las camisetas y en las bocas de todos. “Vino para esto”, cuenta Rubén, un chico de Huelva, vestido de indio con su novia. Literal. “Era clave para venir aquí. Hay que darle color a esto”, dice ella. “El Atleti es algo que no se puede explicar. Suena a tópico pero es así, así es”, esgrime él. 

Unos metros más allá ya han puesto su bandera Marianín y los demás de la peña navarra de Raúl García. Sufriendo existo, dice. Los únicos rojiblancos que el día anterior ya estaban por la zona, cuando la Fan Zone aún no estaba ni montada, cuentan historias de viajes, historias de hinchas del Atleti dispuestos a coger aviones, cancelar trabajos y no dormir días para estar aquí, en Milán, este partido. “Conocimos ayer a un hombre de Hong Kong que lleva un mes en Europa y fue al partido del Calderón ante el Barça, al del Atleti en Múnich y ahora aquí. Todo en coche”. Otro enamorado más de este equipo, de estos colores, de esta camiseta. Porque este, el del Atleti, es un amor que no conoce fronteras. “Nos contó que siempre ve los partidos allí, a las cuatro de la mañana, se pone el despertador y, cuando acaban, se duerme”.

Muchos han llegado en avión, otros después de viajes interminables en furgoneta, coches o caravanas. Están Rober, Luismi y David. O Danielo Pifonauta. Y también está Hugo y Arancha. Y la Peña 17 de mayo y la Flor de Entrevías. Están todos. Y todos piensan lo mismo, que marca Torres. La posibilidad de perder no existe. “Y si pasa, nos levantaremos y volveremos, como en Lisboa”. Lo dice Quique padre, mientras el DJ pincha, otra vez, el himno del Atleti. Lo hará hasta las 17:00, cuando la Fan Zone cierre y todos se encaminen a estadio con la ambición de ver el final perfecto de su historia de Amor. La Primera, y con gol de Torres.

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