El primer Superdepor de Arsenio Iglesias
En la temporada 70-71, el mítico Zorro de Arteixo dirigió a su primer Superdepor, con un ascenso, en el año de su debut en los banquillos.
A Coruña vivía en 2012 un verano plácido y alegre tras un año en el Infierno. De la mano de Oltra, el Depor conseguía un ascenso histórico plagado de récords que devolvía a los blanquiazules a su espacio natural. Varias generaciones de coruñeses ni conocían Segunda, una categoría inédita desde principios de los 90. Y es que el último ascenso del Depor databa de la temporada 90-91, con un joven presidente llamado Lendoiro al frente, un curtido Arsenio a los mandos del banquillo y un chaval de Carreira llamado Fran, que comenzaba a asombrar con su zurda. Aquello fue la primera piedra de lo que dos años más tarde se conocería como el Superdepor, un equipo que desafió a los grandes y que conquistaría una Liga, dos Copas, tres Supercopas y cinco gloriosos años de Champions.
Sin embargo, aquel equipo no fue el primer Superdepor de Arsenio. Veinte años antes, en la temporada 70-71, el Zorro de Arteixo tuvo su primera gran oportunidad en los banquillos, haciéndose cargo de un Depor que militaba en Segunda y que se había convertido en el clásico equipo ascensor. Muy lejos de los rutilantes fichajes de la etapa dorada, un grupo unido y formado fundamentalmente por jugadores gallegos, muchos de ellos salidos del fútbol modesto coruñés, consiguió el último ascenso antes del inicio de la era Lendoiro.
Han pasado casi 50 años desde entonces y ocho emblemáticos jugadores de aquel primer Superdepor recordaron para AS, con motivo del último ascenso, aquella temporada de un éxito que tardaría dos décadas en repetirse. Manolete, presidente de los veteranos, hablaba de aquella Liga como un recuerdo imborrable. "Era un gran equipo, veníamos de bajar y fue un año histórico”. Seoane, portero de aquel equipo, añadía: “Además de subir, hicimos un año muy completo, porque eliminamos en la Copa al Real Madrid y al Celta… Además, más de la mitad del equipo éramos gallegos”. Cholo no dudaba en definir aquella plantilla como de altísmo nivel. "Cualquiera jugaría hoy en día en Primera sin problemas. El fútbol modesto en A Coruña era una verdadera maravilla en aquella época y esa era la cantera del Depor. De él salieron Amancio, Luis Suárez y muchos otros. Creo que luego fue perdiendo fuerza y eso influyó mucho en los casi veinte años que no se volvió a Primera”. Luis destacaba: “Sobre todo, éramos un grupo y muy solidarios. Eran otros tiempos y había lo que había. Yo llevaba un chándal que el número se le había caído, pero que se veía por la sombra que quedaba. Y ahora hay una polémica enorme por las camisetas de la próxima Liga. No lo entiendo, la verdad”.
Loureda no olvidó su ascenso, pero le quedó grabado el matrimonio actual entre afición y Deportivo: “Nosotros éramos un equipo ascensor y casi todos de aquí. Cuando perdías, no podías salir de casa, porque se metían contigo. El año anterior al último ascenso, con el equipo casi en Segunda, lo fueron a buscar miles de personas para alentarlo. Si en nuestra época tenemos la afición de ahora, nos salimos de la tabla”. Belló también destacaba la actual fortaleza del Depor como club: “Estábamos convencidos de que el equipo iba a subir en la 2012, ya se hizo raro verlo en Segunda después de ganar la Liga, la Copa… En nuestra época la afición se llevaba un desengaño, una alegría, otra decepción… La de ahora sólo conoció el éxito. Su respuesta este año ha sido impresionante”.
BECI, EL HÉROE DEL ASCENSO
Todo título o ascenso tiene su héroe, un jugador que marcó aquel gol decisivo, aunque para llegar a meta el trabajo fuese de muchos. El último fue Xisco; en 1991 el regreso a Primera llevó el sello de Stojadinovic, con sus dos goles al Murcia; y en 1971 la gloria se la llevó Beci, en el último partido de Liga en Riazor ante el Rayo Vallecano. El delantero, que fue secretario técnico del Deportivo hasta hace unos años, lo recordaba así: “Un delantero difícilmente se olvida de sus goles, aunque sea un balón que ibas a centrar y se cuela por la escuadra. Aquel fue un gol muy importante. Marcamos pronto, a los diez minutos más o menos, y luego nos las hizo pasar canutas el Rayo, porque a ellos les bastaba empatar para ascender. Mi gol fue una falta que sacó Cervera, el portero salió a despejar, chocó con el central y yo metí la cabeza. Cholo recuerda aquel día como algo memorable. El ambiente era tal que incluso hubo que poner sillas alrededor de la pista de atletismo para ver el partido. Al ganar fue increíble”.
LAS MANíAS DEL ZORRO DE ARTEIXO
La personalidad de Arsenio caló en toda España tras la eclosión del Superdepor. Su modestia y ‘retranca’ iban acompañadas de anécdotas, como su revisión cuartelaria en las comidas para controlar que nadie bebiese más de una copa de vino. Su rectitud en los 90 era poca comparada con la que exhibía en los 70. Seoane recordaba que el Zorro de Arteixo siempre fue muy clásico en su trabajo. "Él decía que el equipo tenía que estar concentrado en lo que tenía que estar. Como había Copa y jugábamos los miércoles, nos llevó a un balneario en Arteixo, precioso, eso sí, y nos tuvo allí un mes seguido. Los solteros no teníamos problemas, pero los casados… Pero nos fue bien”. Loureda apuntaba: "Arsenio venía del Fabril, pero ya había sido segundo de Cheché Martín. Nos conocía bastante bien”. Para Manolete también fue clave el cambio de entrenador en el equipo: “Primero estuvo Roque Olsen, pero aquello no funcionaba. Vino con unos sistemas muy duros, raros, incluso le dijimos al presidente que con él no íbamos a ascender. Lo destituyeron, llegó Arsenio, que nos conocía a todos, y estuvimos mucho más unidos. Luego fue todo más fácil”.
ANTONIO GONZÁLEZ Y LENDOIRO, UN ESPEJO
El presidente de aquel Depor fue el ya desaparecido Antonio González, un pionero con muchas similitudes con Lendoiro. Se hizo cargo del club en 1965, con 36 años, sólo tres más de los que tenía el de Corcubión cuando desembarcó en la Plaza de Pontevedra en 1988. Una de sus frases referencia nada más ascender en 1971 fue: "De vender nada, seguiremos sin vender”. Algo de lo que había dado pruebas en 1962, cuando dimitió de su cargo como secretario del Deportivo a consecuencia del fichaje de Amancio por el Madrid. Dos décadas más tarde, Lendoiro, nada más irrumpir en la élite, acuñó el famoso eslogan “El Depor es club comprador, no vendedor”. La edad y la política de club no era lo único que unía a estos dos presidentes. Ambos tienen un segundo amor poco frecuente en el fútbol: el hockey patines. Antonio González fue también presidente de la Federación Gallega de Hockey sobre Patines y más tarde vicepresidente de la Española. Lendoiro, por su parte, fue presidente y artífice de la irrupción del Liceo en el hockey español.
Quizás, la gran diferencia está en su pasado deportivo. Mientras Lendoiro ya era presidente del Ural a los 15 años, González fue jugador antes que presidente, debutando con el Depor tivo en Primera División el 14-1-51, en un derbi en Balaídos que acabó de color blanquiazul (1-2).
Loureda recordaba a Antonio González como un presidente innovador: “Fue un genio. Llevaba insignias, una foto de La Coruña… Parecíamos el club más rico del mundo, porque él lo vendía muy bien. Íbamos a Madrid y todos los medios estaban pendientes, porque se ocupaba de ello el presidente”. Algo que corroboraba Manolete: “El Depor tenía una imagen y un caché impresionantes. Íbamos a buenos hoteles, viajes cuidados... se miraba por la imagen”.
LA PRIMA INÚTIL DEL BARÇA
Al año siguiente del ascenso, en la temporada 71-72, las primas a terceros por ganar se cruzaron en el camino del Depor, en una enconada lucha entre Real Madrid y Barcelona. A tres jornadas del final de Liga, el Real Madrid visitaba Riazor, caía 1-0 y el Barcelona se situaba a dos puntos tras ganar al Burgos. El Barça perdió los dos últimos partidos y la Liga fue blanca, aunque los culés lo intentaron todo, como recordaba Belló: “El Barcelona nos primó para aquel partido y ganamos, pero la jornada siguiente perdieron en Córdoba y no fueron campeones por eso. Y eso que el Córdoba ya estaba descendido. Es de las pocas primas que recuerdo, pero fue, por supuesto, por ganar”.