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"Me he dado cuenta de que no soy tan inútil como técnico"

Cuando el Eibar logró la salvación matemática, todos respiraron. Especialmente el técnico armero, que tenía una reválida tras la amargura de una destitución en Athletic, Valladolid, Osasuna y Levante, en algún caso muy temprano. En Ipurua han dado con el entrenador ideal.

Eibar
Mendilibar, en su banquillo
AMAIA ZABALODIARIO AS

Cada fin de curso llega el momento para hacer las pertinentes evaluaciones. ¿Cuál es la suya?

La valoración debe ser positiva. El objetivo principal era mantenernos y se ha conseguido con creces, sin pasar demasiados apuros en ningún momento. Le daría una nota bastante alta, un notable.

Algunos, viéndoles arriba, soñaban con alcanzar cotas más altas…

Ilusos. Hemos estado ahí y siempre he dicho que me gustaría quedar entre las diez primeras posiciones, pero de eso a pensar en Europa ya no. Sabemos que esto es muy largo, hay altibajos. Los clubes como este suelen tener malas rachas. Afortunadamente, la nuestra llegó cuando estábamos con mucha ventaja respecto al descenso. Nadie se puso nervioso, nos lo podíamos permitir. Aguantamos bien incluso sumando poco.

¿Encuentra explicaciones a lo sucedido durante esta segunda vuelta?

Nunca me preguntan por el subidón en la primera. Sacamos muchos puntos al principio, últimamente menos. Aunque existen varios ejemplos no tan claros, esto es normal. Son circunstancias del fútbol. Resulta complicado mantener ese mismo ritmo continuamente. Además, parece que sólo recordamos lo reciente. Si alguien te rinde al máximo seis meses y con eso sirve para aguantar, está perfecto. Aún así, trataremos de progresar.

Sus dos etapas dirigiendo al Eibar son históricas. Un casi ascenso y la mejor clasificación en Primera.

Tampoco sería justo ponerme medallas. Esta vez vine en una situación insuperable. Ha surgido que estoy aquí, nada más. Ambas han sido buenas. Hace once temporadas me sirvió para darme a conocer porque entonces empezaba mi carrera. Actualmente, venía de épocas peores y me he dado cuenta de que no soy tan inútil como técnico.

Lo que sí habrá notado es un gran cambio. ¿Imaginaba esto?

Este deporte en general está variando porque entra mucho dinero desde las televisiones. Años atrás, se vivía por encima de sus posibilidades. El Eibar no entró a ese panorama y ha aprovechado su oportunidad.

Su renovación está cerrada, por lo que continuará en la élite cerca de casa. Poca queja puede tener…

Estoy a gusto. Al final es un privilegio entrenar en Primera, probablemente la mejor liga del mundo, porque sólo hay 20 equipos y encima sin moverme demasiado de mi entorno. No puedo pedir más. Aún así, la categoría me es bastante indiferente. Allá donde he ido el trato ha sido estupendo.

¿Planifica ya el futuro?

El pensamiento es ligeramente distinto. La temporada pasada quizás creían que esto era un premio efímero. Ahora miramos hacia futuro. Por ejemplo, los fichajes firman por más tiempo o contamos con unas instalaciones magníficas. No tengo ninguna petición especial. Hay una base fuerte y espero conservarla.

La mayoría de los futbolistas dicen que es muy cercano. ¿Cómo se consigue eso?

Caer bien a todos es imposible. Intento tratarles sin excesivas diferencias ni engañar. Cuando hablo con ellos les digo lo que pienso, mi verdad, y entonces poco pueden decirte. No regalo nada, sólo premio los méritos de cada uno.

Tras haberse retirado lleva una dilatada trayectoria como entrenador. Supongo que tendrá miles de anécdotas…

Hay jugadores con los que, en momentos determinados, me he peleado para hacerles entrar al hielo. Otras veces pides adelgazar a la gente y al principio no te obedecen, pero luego presumen por el vestuario.

¿Dónde se sufre más?

Sin duda sobre el campo porque cuando estás ahí eres más egoísta. Yo era un mingafría que se creía bueno, rápido, aunque mi debilidad física y psicológica me impidió dar la talla suficiente para llegar hasta arriba. Tengo esa espinita clavada.

Guardó entonces ese carácter para los banquillos.

No quiero que la gente con condiciones se quede en el camino.

OPINIÓN

UN TIPO DIFERENTE Y SIN TAPUJOS

Tras haber superado las dos décadas en los banquillos, poco vamos a descubrir acerca de José Luis Mendilibar. No obstante, sorprende con cualquier cosa inesperada cuando menos te lo esperas. Sin ninguna duda, genio y figura tanto dentro como fuera del césped. Respecto a los looks que llevan sus jugadores reconoce hacer bromas, pero sabe encajarlas de vuelta igualmente. “Son idénticos, copias. Ninguno es original ni me parece nada bonito. A ellos les gustará. Mis peinados o ropas son de hace mil años. Pensarán eso también. Al empezar mi carrera prohibían los piercings u otros adornos. Ahora no puedes decirles nada. Es lo que hay y nos echamos unas risas”, comentó. Durante nuestra conversación en su humilde despacho de Atxabalpe hablamos sobre Gurpegui, que mañana se retira. “Sólo coincidimos en el primer equipo; aun así, siempre quise tenerle conmigo. Es querido por todos, ha demostrado ser un gran tío y profesional. Desde aquí le agradezco que se acordase de mí en su despedida. Haber conocido este tipo de gente merece la pena”. Así es Mendi, sincero, agradecido, un gustazo para el fútbol.

No era fácil tomar el relevo a un icono como Garitano. José Luis conoce las dos partes del fútbol. Aunque no llegó hasta lo más alto siendo jugador, ahora desde fuera se ha hecho un hueco entre la élite. El Eibar le viene como anillo al dedo y así está quedando demostrado con sus resultados. En otros sitios tuvieron menos paciencia. Le dejaron escapar antes de tiempo.