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ATHLETIC

Yo quiero ser Gurpegui

El capitán, admirado por todos, lleva media vida en el Athletic. Las caras de orgullo y emoción de Iribar, Etxebe y Aduriz lo dijeron todo

Bilbao
Gurpegui, con un seguidor en Lezama
JUAN FLORDIARIO AS

Las lágrimas de emoción quedaron para San Mamés. Ahí lloraremos todos, él el primero. Carlos Gurpegui se había mentalizado de que la rueda de prensa en la que anunciaría que cuelga las botas era pan comido comparada con la que vivió con 22 años por su lamentable caso de dopaje. Más o menos así fue, aunque se le pusiese un nudo en la garganta cuando recordó el día al día en Lezama y a sus compañeros. Pablo Orbaiz, su padre rojiblanco, tenía los pelos de punta. Llegó acompañado de uno de los mejores tipos que ha dado el fútbol, Mari Lacruz, metido ahora en Global Ases, la agencia de futbolistas que llevan Alvaro Aicua y el hermano de Gurpegui, Pedro, que hizo compañía a Patri, la mujer de Carlos, quien temía que el trago se le hiciese eterno.  

La afición le esperó en el párking de Lezama para abrazarle, besarle y hacerle regalos, como un cuadro personalizado y una leyenda. El navarro ha calado muchísimo en la gente por su bravura, por su sonrisa, por su ternura. Como le definió Ander Herrera, es un tipo íntegro. Lleva media vida (tal cual) en el Athletic, parece que echó los dientes de leche en Lezama, a donde llegó con 17 años. Tenaz como es, le cogieron en la segunda prueba, en la que se examinó con varios compañeros del Izarra. 

En un córner de lujo, estaban Jose Ángel Iribar, quien de pie es aún más grande, Joseba Etxeberria, uno de los más emocionados, y Aritz Aduriz,  con quien lo ha  compartido todo. Había que ver su carita de circunstancias. En el otro lado, Valverde, cinco años su míster, y Laporte, quien seguro que pensó si merece la pena irse. De Marcos, señalado por Gurpe como el compañero más del Athletic que ha tenido, andaba con la mirada baja, perdida. No era un funeral, pero tampoco una boda. 

También estuvieron los directivos, Amorrortu, todos los empleados de cantera que cabían en la sala. Josu Urrutia tomó la palabra: “He tenido la suerte de compartir muchos momentos en diferentes roles con Carlos. Es muy difícil definir a la persona, casi ha jugado 400 partidos con nosotros. Recuerdo uno que yo estaba en el banquillo y él en el campo. Llevaba poco tiempo y tenía que hacer un marcaje al hombre. Al cuarto de hora, Alkiza oyó a alguien jadear por detrás. Se miraron y le dijo ‘Estoy muerto y llevamos un cuarto de hora’. Bittor se ofreció a que le pasase el recado cuando el rival fuese a su zona. Me contó al final del partido que no le pidió el favor una sola vez”.“Tenemos una conversación pendiente, el Athletic pretende contar con él, puede aportar mucho en diferentes ámbitos. El club está satisfechísimo de su respuesta de casi 20 años como jugador”, valoró su ex compañero metido a presidente. El pensamiento general de la sala fue: yo en otra vida quiero ser Gurpegui.