René Vignal: guardameta y delincuente a la vez
Una fractura en un brazo debido a un choque en un encuentro, convirtió a este portero francés en el líder de toda una banda de gángsters...
No le temía a nada ni a nadie. René Vignal había nacido en Béziers el 12 de agosto de 1926. Cuando estalló la II Guerra Mundial, apenas contaba con 13 años de edad, una edad en la que uno sueña con convertirse en superhéroe, en un mito para el resto de niños, de los amigos. Más si es en un pequeño pueblo. Y René se transformó en el ídolo al que adorar en su pequeño pueblo. Encontró su lugar bajo los vetustos y semidestruidos palos de madera unas veces; otras, entre dos montones de piedras, que asemejaban ser las porterías de Colombes, el legendario escenario de la final del Mundial de 1938. Comenzó a mostrar todas sus virtudes en el Centro Católico de la Juventud de su pueblo. Ágil, con grandes reflejos, sin miedo a chocar con los delanteros con tal de no encajar ningún tanto, y fiel seguidor de Julien DaRui, gran guardameta galo de la década de los 40. Poco a poco, su nombre se fue haciendo popular en el territorio francés, gracias en parte a su bigote y a una gorra de color gris semidescolorida que le acompañaba a todos los lados. En 1945 llegó a las filas del Toulouse. Sus meritorias actuaciones llamaron tanto la atención hasta tal punto que el Racing Club de París le contrató en 1947. En el equipo parisino realizaría toda su carrera futbolística. En la Ciudad de la Luz, sus espectaculares intervenciones, jalonadas con numerosas heridas y lesiones mal cicatrizadas, hicieron que debutase defendiendo la camiseta bleu ante Holanda, el 23 de abril de 1949. Ese día fue traumático para la selección del gallo. Los holandeses golearon (4-1) en una actuación desastrosa de Vignal, quizá traicionado por los nervios de defender con honor la camiseta de su país. Pero el fútbol siempre da una opción para la revancha. Y ésta llegó apenas cuatro días después, el 27 de abril. Ese día se enfrentaban Escocia y Francia en un encuentro amistoso. El escenario, Hampden Park. Los escoceses vencieron (2-0), pero los asistentes se quedaron prendados de la actuación del portero francés. Vignal detuvo un penalti de manera increíble a Young, en el minuto 27, ganándose el apodo de El francés volador.
Todo le sonreía. Pero su éxito tenía los días contados: en mayo de 1954, y cuando todo apuntaba a que sería el guardameta titular de los Tricolores en el Mundial de Suiza, un choque con Casimir Hnatow le produjo una grave fractura de su brazo. A la larga sería el detonante de su punto final como futbolista, pero entonces era un personaje tan popular que el diario L’Equipe le contrató para que fuese uno de sus colaboradores estrella durante la cita mundialista. Su palmarés es escaso: una final de Copa ganada en 1949 y ser finalista al año siguiente. Su retirada, con apenas 29 años, fue traumática. Especialmente para él.
El lado oscuro. La ausencia de la fama anteriormente tenida y, seguramente, la falta de recursos económicos le hicieron cambiar de vida. Se pasó al lado oscuro. Acusado en un caso de proxenetismo en las calles de Marsella, del que salió bien parado, reunió una banda de gángsters con la que fue ejecutando sus planes criminales. La pendiente del vicio empezó a agrandarse: corrupción, robos, atracos, extorsiones… Todo estaba a la orden del día. Su banda, de lo más variopinto, estaba compuesta por ocho sujetos de lo más curioso: Roger Claveria (43 años de edad), profesor de judo; Roger Martin (43), manipulador de laboratorio; Georges Carrano (32), sin profesión definida; Jean Pierre Arron (33), chófer de reparto; Guy Martin (25), inspector comercial; René Dondel (21), panadero; Jean Louis Perrenin (39), comerciante, y Marcel Flich (38), empleado de comercio. El más veterano y líder del grupo era el propio Vignal, que contaba con 45 años. Su gran año fue 1969. Durante esa campaña, lograron realizar un total de 15 atracos a mano armada, siendo el más espectacular el realizado en la calle Riquet de Estrasburgo, cuando asaltaron, metralleta en mano, la sede del Banco de Escompte. En segundos obtuvieron un botín de casi cinco millones de francos, ante la mirada de decenas de transeúntes que paseaban por dicha calle. Fue considerado uno de los atracos más espectaculares en la historia delictiva gala.
Pero esta brillante carrera delictiva acabaría pronto… y la banda caería en manos de la gendarmería de la manera más estúpida posible. Una madrugada, Vignal y sus cómplices decidieron asaltar un supermercado de Burdeos antes de que abriese sus puertas. Pensaban que las cajas tendrían acumuladas el dinero suficiente para el negocio del día a día. Además, les había llegado el rumor de que el dinero obtenido de días anteriores se guardaba en otra caja fuerte. El golpe, que sería rápido y limpio, es decir no tendrían ningún problema, les reportaría pingües beneficios para vivir unos cuantos meses plácidamente. Pero no salió a la perfección… El supermercado se rodeó rápidamente de policías. Cuando quisieron darse a la fuga, se encontraron detenidos y encerrados en furgones rumbo a la cárcel. ¿Qué había podido pasar? ¿Por qué un golpe tan sencillo, a primera vista, había terminado como el rosario de la aurora, con todos detenidos? La respuesta fue muy sencilla: se les olvidó desconectar el timbre de alarma que unía el comercio con la sede de la policía bordelesa. René Vignal fue condenado a 15 años de prisión (“Yo nunca pegué un tiro”, siempre se defendió), aunque en 1978 fue puesto en libertad, al beneficiarse de una revisión de condena.
Se instaló en los alrededores de Toulouse, ciudad donde sigue viviendo hoy día, pero una enfermedad degenerativa le ha privado de la práctica totalidad de visión de un ojo. Su historia se resume en un libro de más de 300 páginas: Hors-Jeu. Fuera de juego.
Pero no sólo René Vignal fue cazado en fuera de juego. Otros por teros con problemas con la Justicia han sido otro René, de apellido Higuita, ‘Gato’ Ortiz e incluso el mismísimo hijo de O Rei Pelé, Edinho. El primero se perdió el Mundial de Estados Unidos 1994 al estar encarcelado por intentar mediar para conseguir la libertad de la hija de un amigo suyo, que estaba secuestrada. En ese momento, ese tipo de actuación estaban prohibidas por la justicia colombiana, aunque con el paso del tiempo, el propio portero denunció la situación a la que había sido sometido, alegando que se habían vulnerado sus derechos, ganando el caso. Otro más reciente ha sido la detención de ‘Gato’ Ortiz, líder de una banda de mafiosos y en la que él mismo se ha autoinculpado en el secuestro de dos personas. Además de ser un miembro de la célula del cártel del Golfo. Su tarea consistía en informar al cártel de posibles objetivos para secuestrar y lograr así un botín cuantioso.
Quizá el caso más llamativo fue Edinho. El hijo de Pelé, considerado mejor jugador de fútbol de la historia. Un día, mientras jugaba con su padre en un partido improvisado, decidió ponerse de portero, puesto que ya no abandonaría. Pero la fatalidad aparecería en su carrera: en 1996 se fracturó la rodilla, quedándose sin jugar durante un año y medio. Su convalecencia no fue fácil y se vio abocado a la retirada en 1999. Probó con otros deportes. Empezó a competir en carreras de motocross, llegando a realizar un programa televisivo para Brasil. Pero su destino era otro: acusado de participar en una carrera ilegal en la que falleció una persona. Fue encarcelado. Puesto en libertad, no sería hasta comienzos de 2005 cuando, en una nueva vista del caso, quedaría absuelto de todos los cargos. Pero unos meses después, en junio, fue arrestado de nuevo por tráfico de drogas y blanqueo de dinero. Seis meses después, en diciembre, fue puesto en libertad. Según Pelé, no había pruebas lo suficientemente válidas para tenerle encarcelado. En febrero de 2006, dos meses después de su puesta en libertad, Edinho fue detenido nuevamente por tráfico de drogas. Ha sido el peor gol que le podía haber marcado a su padre.