No se vayan, aún hay más
El Atlético fue mejor al principio y se adelantó con un gol de Torres, expulsado de modo riguroso. Luis Suárez hizo dos goles y remontó. Festival de tarjetas y de polémicas arbitrales de Brych. El Calderón decidirá.
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Como en tantas cosas de la vida, hay partidos que no deberían acabarse nunca. Este del Barcelona y el Atlético es uno de ellos. La buena noticia es que el miércoles que viene se retomará la trama que se desarrolló en el Camp Nou y que tuvo todos lo ingredientes para que el espectador siga atornillado al asiento esperando el desenlace final. Tuvo un argumento perfecto el encuentro en el que, dependiendo del lado del que se mire, puede ser interpretado desde extremos absolutamente opuestos.
Los del Barcelona reivindicarán unos primeros 25 minutos de la segunda parte sublimes y alguna jugada que pudo ser penalti o tarjeta para los rivales. Los de Simeone están absolutamente legitimados para decir lo mismo, cambiando la segunda parte por la primera y con las mismas quejas sobre el colegiado, que les dejó con 10 en la primera parte y que obvió una segunda tarjeta a Suárez, antes de que el uruguayo le diera la vuelta al partido. Quizás esperen de esta crónica un veredicto sobre cual de los dos equipos tenía razón, pero no lo van a encontrar. Lo que les voy a explicar es un sensacional partido de fútbol que, por suerte para todos, se reanudará el próximo miércoles para disfrute de todos. Simeone y Luis Enrique pueden irse a casa orgullosos de los suyos.
Los choques entre el Atlético y el Barcelona siempre han sido exagerados. Responden a la carga emotiva que soportan dos entidades acostumbradas a vivir en el extremo. Colchoneros y blaugranas han intercambiado remontadas, goleadas, polémicas y campeonatos que se decidían en el último minuto. Lo del Camp Nou no podía ser diferente. El equipo de Simeone es una idea que no entiende de estadísticas. El Barça es una idea que a veces prima la estética por delante de la práctica. Últimamente, parece que tiene razón el Barça, pero eso no asegura nada.
Van siete veces consecutivas en las que el asturiano le gana la partida en el marcador al argentino. Van siete veces consecutivas en la que la crónica del partido de marras depende del acierto de los jugadores y se decide por detalles.
En la primera parte, el conjunto madrileño volvió a ser mejor que el barcelonista robándole a los de Luis Enrique las armas que se supone que son el emblema de los culés. Los de Simeone supieron controlar el ritmo del partido, tácticamente fueron mejores y aprovecharon su orden mientras el Barcelona, en su casa y ante su gente volvía a sentirse incómodo.
Dominaba el Barça, pero creaba peligro el Atlético, que volvió a aprovechar la carta de Torres para adelantarse en el marcador. El delantero madrileño es fiel a la historia y se desata ante el Barça. Para lo bueno y lo malo, nunca falla cuando se le espera. Tras marcar, se expulsó absurdamente decretando un partido de resistencia. Con diez, el Atlético se siguió defendiendo estupendamente, pero perdió colmillo y el Barça aprovechó la circunstancia.
La segunda parte se convirtió en un asedio en toda regla al área de Oblak. El Atleti era el Álamo y el Barça fue un torbellino del que sacó provecho un Luis Suárez que hasta el momento había pasado desapercibido. Buscó el equipo barcelonista un tercer gol en superioridad ante un Atlético que siguió siendo valiente. Fue un partido gigantesco que se acabó demasiado pronto. Por suerte, dentro de siete días tenemos la segunda parte. No se vayan. Aún hay más.