Ni Aspas pudo parar al Sevilla
Los dos goles del ex de Emery dieron esperanzas al Celta fugazmente. Banega y Konoplyanka certificaron el pase andaluz a la final. Guidetti falló un penalti.
La década prodigiosa del Sevilla continúa. Los hispalenses jugarán su decimotercera final y buscarán su noveno título en los últimos diez años. En Balaídos sellaron su plaza para la final del próximo 21 de mayo, que disputarán contra el Barcelona. Tras la goleada de la ida (4-0), la vuelta se presentaba plácida para los de Emery. Nada más lejos de la realidad. El Celta le metió en el miedo en el cuerpo. La fe viguesa fue digna de elogio, desde antes de empezar incluso. Miles de aficionados se dieron cita en las inmediaciones de Balaídos hora y media antes del partido para acompañar al autobús del equipo y hacer creer a sus jugadores en el milagro. La plantilla se contagió del optimismo enfervorecido de la masa.
El duelo arrancó con un susto de Krohn-Dehli a los cinco minutos. El danés pudo liquidar todos los sueños de sus antiguos seguidores a las primeras de cambio, pero falló en el remate. Pasaban los minutos y el Celta no encontraba los huecos. Tenía el monopolio de la pelota y buscaba los espacios con ahínco, pero el Sevilla era una muralla indestructible. Hasta que apareció la conexión chileno-moañesa. La perfección fue absoluta. Apertura imposible de Aspas, asistencia milimétrica de Orellana y balón en la red. Iborra pudo resolver al filo del descanso, pero su cabezazo se fue al palo. El Celta seguía vivo.
Las fuertes precipitaciones no cesaron y el césped se resintió en la segunda parte. El balón era cada vez más impredecible. Entre eso y el alto ritmo céltico en la reanudación, la locura no tardó en instalarse. Rico fue el que peor interpretó las diabluras del cuero. Primero evitó sin querer el tanto de Marcelo Díaz y acto seguido no acertó a despejar un centro. Para su fortuna Aspas erró en el testarazo a puerta vacía. No se esperaba el fallo de su ex compañero, pero le sirvió para estar prevenido y no desaprovechó el siguiente desacierto del portero. 2-0 con más de media hora por delante. Balaídos rugía y el Sevilla temblaba.
Apenas un minuto le duró la ilusión a los célticos. Un mal saque de banda de Planas permitió que Krohn contactara con Banega. El argentino hizo el resto y puso al Sevilla en la final. En la siguiente jugada Munuera le perdonó la roja a Rico y Guidetti falló el penalti. Lo pagó N’Zonzi que vio la amarilla que le impedirá jugar la final y acabó siendo expulsado. Vitolo empató en el tramo final. Sevilla, cerca de la gloria.