Bilbao se abraza con los héroes
Más de 60.000 personas en el espectacular recibimiento al Athletic en la Basílica de Begoña, el Ayuntamiento y la Diputación. “Este equipo se merecía entrar en la historia”
Bilbao enloquece con los campeones de la Supercopa. Se congregaron durante la jornada más de 60.000 personas. Las calles se han visto inundadas desde primeras horas de la mañana. La gente ha empezado los homenajes en la sesión de Lezama, después ha acudido a la Basílica de Begoña para la ofrenda del trofeo a la Virgen (a donde ha llegado en el autobús del club y ha pasado a uno descapotable) y ha puesto el colofón en la recepción oficial en el Ayuntamiento y la Diputación. No había la multitud del 84 (por entonces un millón de personas, ya que aprovechó el tirón y recorrido de la gabarra y era un mes más propicio), aunque la plaza del Ayuntamiento estaba tomada por el rojo y blanco. Y sus zonas adyacentes: el puente, el muelle de Uribitarte y el Casco Viejo. Hasta había botes en el agua con aficionados vestidos de los colores del Athletic.
Los supercampeones aparecieron en medio de un pasillo de bengalas. Gurpegui no se separó de la copa. Aplausos y gritos de júbilo; el capitán alzó el trofeo y la plaza estalló al unísono: "¡Athleeeeeetic!". El equipo posó en las escalinatas del Consistorio. Dentro, en el Salón Árabe, el alcalde, Juan Mari Aburto, felicitó a los héroes: "Somos el mejor equipo del mundo. Esto demuestra que es posible ganar títulos con jugadores solo de la cantera" se lanzó. "El mayor título ya lo teníamos desde hacía 117: el de la mejor afición. Esa que está en los buenos y en los malos momentos", emocionó.
Urrutia tomó posteriormente la palabra, mientras fuera se proyectaba lo que ocurría en unas pantallas gigantes y la gente gritaba “Guuurpe, Guuurpe”. "Lo siento parte de mí por haber sido jugador, y ahora como su presidente. Es un orgullo representar al Athletic en momentos como éste". El momento cumbre fue cuando la plantilla salió al balcón del Ayuntamiento. Gurpegui elevó la Copa al cielo bilbaíno para éxtasis de los allí congregados, bajo una nube de confeti rojiblanco y al son de los cánticos. Muniain fue el maestro de ceremonias, al estilo de Pepe Reina con la Selección. Williams le secundó perfectamente como ‘hermano’ futbolístico que es. ¿Tamo activo?", se carcajeaban en una expresión característica de ambos. El diablo rubio de La Txantrea empezó a hacer cantar a los asistentes por tramos: “Ahora los de la derecha; lo, lo, lo, loooo; ahora los del puente, lo, lo, lo, loooo; los de aquí abajo, lo lo, loooo, agachados…” (posiblemente por la melodía de la canción de Raphael que apadrinó el Espanyol como grito de guerra para las semifnales de Copa ante el Athletic y que éste acabó apoderándose tras eliminar a los periquitos). Y así varias veces. Llamó a algunos de los protagonistas en la final de la Supercopa para que hablasen micrófono en mano. A Iraizoz le cayó un buen vacile por parte de Muniain: "Ese no es un portero es una puta de cabareeeeet".
Laporte estaba tímido y casi lo tuvieron que sacar a empujones al grito de "oh là là Laporte, oh là là Laporte". "Los momentos malos todos unidos se pasan mejor y los buenos son cojonudos", celebró Gurpegui. "Esto es vuestro por todo lo que nos habéis dado. Somos como vosotros, somos una cuadrilla. Somos diferentes, competimos contra el resto del mundo. Este equipo se merecía entrar en la historia, somos diferentes. El año que viene volvemos aquí pero en gabarra", alabó Aduriz. A Beñat le llamó varias veces pero no aparecía. "Tiene un apretón", le descubría Iker. Y Valverde también tardó un poco en dejarse ver. Le reclamó al balcón: “Esto es por vosotros y para vosotros". De Marcos se lanzó: “Ganar un título aquí es mejor que ganar diez en otro sitio”. “Van muchas finales perdidas, este club merecía un título. Esperemos que lleguen más”, culminó Iturraspe. A Balenziaga lo presentó como "el mejor defensor que ha tenido Messi". San José se acordó de los que nos han dejado: su padre, Iñigo Cabacas, el conocido periodista Jose Iragorri...
Desde ahí al palacio foral dando un rodeo por el puente de El Arenal, para aligerar, pero había tanta gente que tardaron una hora en un trayecto que habitualmente lleva tres minutos. "Este título supone un triunfo de unos valores. Aunque haya que esperar otros 31 años, que no va a ser así, merece la pena. No estáis solos, tenéis todo un pueblo detrás", les dedicó Unai Rementeria, diputado general de la provincia, ataviado con una bufanda rojiblanca. El autobús descapotable quedó estacionado al lado del palacio foral y se perdía la vista en la Gran Vía, la principal arteria de la capital, sin un hueco libre en el que entrase un alfiler. Y las casas de la ciudad se vistieron de rojo y blanco para la ocasión. Los jugadores se asomaron al balcón de la Diputación, en el que se podía leer 'Bizkaia Zurekin' ('Vizcaya contigo'). Posteriormente ondearon una enorme ikurriña con el escudo del Athletic. El gentío hizo botar a un mito como el Txopo al grito ya clásico de "Iribar, Iribar, Iribar es cojonudo, como Iribar no hay ninguno".