REAL MADRID 5 - BASILEA 1
Terapia de goles en el Bernabéu
El Madrid no tuvo rival en el Basilea, al que destrozó en la primera mitad. Goles de Suchy en propia puerta, Bale, Cristiano, James y Benzema. Sigue el ambiente enrarecido en torno a Casillas.
Cuesta extraer conclusiones que no caduquen en tres días. Como estaba previsto, el Madrid no tuvo problemas para liquidar al Basilea y para curarse las heridas, al menos, las deportivas. Los suizos opusieron la resistencia justa; buenas maneras y escasa pólvora. Vivieron de lo que les duró el orden. Los goles de la primera parte desmadejaron al visitante que, cuando se rehizo en la segunda, volvió a encajar un tanto. Lo hemos visto mil veces. En el Bernabéu es malo guarecerse, pero si te aventuras suele ser mucho peor.
Pero volvamos a James. Es de justicia destacar su determinación por ser protagonista, por ejercer de líder. Defiende cuando se acuerda, pero hace por acordarse. Mejora en la mediapunta, aunque ayuda en el mediocampo. Sin duda, el juego se hace más rápido cuando pasa por sus botas. Nacho estará de acuerdo. El envío del canterano tocó en un suizo antes de acabar en la red, pero hay un porcentaje del gol que le pertenece.
Con espacios y con tiempo para pensar, Modric se apoderó el encuentro durante algunos minutos. Su catálogo de pases con el exterior del pie fue un homenaje a Martín Vázquez. Así asistió a Bale en el segundo tanto, culminado por el galés con una vaselina (remate-control-autopase) y un voleón final bajo palos. Difícil hasta con una pelota de gomaespuma.
Un minuto después, el gol de Cristiano tuvo origen en el mismo pie. En esta ocasión fue Bale quien ejerció de intermediario. No transcurrió mucho tiempo antes del cuarto tanto, obra de James, que recogió un balón rechazado por el portero. Hubo para todos. Hasta Benzema se redimió con un zurdazo que le alargará el crédito cinco o diez partidos más.
A pesar de perder el control durante gran parte de la segunda mitad, el momento más incómodo para el Madrid llegó con el gol del paraguayo Derlis González (delantero interesante). Fue entonces cuando arreciaron los silbidos a Casillas, presentes en cada balón que tocó, en pugna sonora con los aplausos que defienden al portero. Así no se puede vivir. O mejor dicho: así sólo se puede vivir contra el Basilea. Por fortuna para Iker, una gran intervención en el minuto 66 le puso final feliz al psicodrama. Hasta dentro de tres días.