La afición
El largo camino de los bosnios entre Río de Janeiro y Sarajevo
60 bosnios disfrutan del Mundial de Brasil en Copacabana y quieren animar a su selección al máximo. Es algo totalmente histórico, el fútbol reúne a bosnios separados por la Guerra.
Playa de Copacabana. El coro se oye desde lejos. El ritmo es conocido y se suele escuchar en los campos de España, pero el idioma es muy distinto. “El que no salte, a Bosnia no la quiere”, explica Dzana Bazdarevic, 28 años, debidamente trajeada con la camiseta de la selección y la bandera de su país. Dzana vive en Sarajevo y es una de los aproximadamente 60 bosnios que se reunieron en un bar en la playa de Copacabana. El ambiente es una mezcla de animación y emoción y cientos de curiosos se amontonan alrededor de la terraza, disfrutando de un momento que parece no hacer falta explicar porque es especial. Mucho. Todo entre cánticos futboleros, muchos abrazos, anécdotas, historias e incluso algunas lágrimas de tiempos no muy lejanos y que para siempre marcarán la historia de este jovencísimo país.
100.000 muertos en tres años de una guerra brutal que dejó el país en ruinas y obligó a casi dos millones de bosnios a dejar el país entre 1992 y 1995 para buscar un nuevo comienzo. Es el caso de Damir Puhovac, que se marchó hace 20 años a EE UU con la familia durante el conflicto y ahora se emociona al encontrar en Río de Janeiro muchos de sus compatriotas con historias muy parecidas a la suya.
“Después de todo lo que pasamos para ser un país independiente y ahora clasificarnos para un Mundial, como Bosnia y Herzegovina, con los colores de Bosnia y Herzegovina, y estar aquí en Brasil para verlo de cerca es lo máximo”, explica Puhovac, al lado de cuatro compatriotas que viven en Suecia, Australia y Alemania. “El fútbol es nuestra pasión y nos ha reunido aquí. Me da igual lo que pase, si ganamos o perdemos, estamos aquí y lo disfrutaremos”, cuenta con los ojos en lágrimas antes de volver a saltar con sus nuevos amigos.