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Café, copa y fútbol | Pedro Ruiz

“Carlo Ancelotti es el algodón para las llagas del Real Madrid”

Pedro Ruiz, pertinaz soltero y reputado Casanova, nos obsequia con rabonas en la puerta de Casa Juan. Jugó en los infantiles del Barça y se entrena con los veteranos del Madrid.

Pedro Ruiz nos obsequia con rabonas en la puerta de Casa Juan.
Pedro Ruiz nos obsequia con rabonas en la puerta de Casa Juan. Dani Sánchez

—¿El espectáculo Uno, pequeño y libre lo escribió usted pensando en Messi?

—No, para nada. Con 17 años veía que todo el mundo tenía unas tarjetas con cargos aparatosos y entonces me hice unas con esa denominación y no he vuelto a tener más. Messi, que me parece un genio, no tiene nada que ver con mi obra. También se podría haber llamado Uno, pequeño y triste y dirían que es sobre Ronaldo.

—No, porque ya no está triste.

—Sí, se le ve feliz. Y le diré que me gusta cada día más porque está mejorando humanamente. Yo, que a veces he tenido fama de prepotente, puedo asegurar que esa fachada responde a un exceso de defensa. Debajo de una apariencia dura siempre hay una sensibilidad grande. Cuando nos blindamos dejamos de ser personas y aparentamos ser gladiadores inalcanzables. Llorar el otro día le ha hecho ganar mucho más que el Balón de Oro.

—No sé si prepotente, pero sí ha tenido usted fama de independiente.

—No quiero pertenecer a nadie y ya que hablamos de fútbol, quiero poner en valor una cosa: soy la única persona en España que me entreno con los veteranos del Barça y con los del Real Madrid. Soy de Barcelona y cuando voy a Valdebebas es mi casa y me tratan de maravilla. Puede servir como referencia para un país que está enfrentado permanentemente.

—¿Ejerció como periodista deportivo?

—Empecé en la radio en deportes por una sola razón, porque en tiempos de Franco era el único ámbito donde había libertad y podías criticar a la autoridad, que también eran los árbitros.

—¿Inventó la moviola para tocar las narices a los árbitros?

—La moviola fue una importación de Luis de la Plaza que lo trae de la RAI. Era un vídeo-disco que permitía echar las jugadas adelante y atrás. La moviola que yo manejaba en el estudio era de atrezzo y estaba oxidada. Lo que sí hice fue ponerle el título al programa: Estudio Estadio, que se ha convertido en una marca de referencia.

—Todavía no sabemos de qué equipo es Pedro Ruiz.

—Soy del fútbol. Si hace falta me pongo una camiseta del Bagdad o de un cabaret erótico si así me dejan jugar, que es lo que a mí me gusta. Nunca he sido un fanático. Veo los partidos tocando la guitarra y sin sonido y quiero que gane el que mejor juegue.

—¿La Liga sigue siendo cosa de tres?

—Parece que el Atleti se ha encogido algo, aunque a mí Simeone me parece un tipo inteligentísimo. Aunque tiene apariencia relativamente tosca, dice cosas muy profundas. Es listo, muy hondo y pisa suelo. Si el Atleti aguanta o no, lo va a decidir una teoría mía que es la de los tres centímetros. En el fútbol todo depende de que el balón se quede a tres centímetros del poste, o la roce el portero o chute mal el futbolista por tres centímetros.

—Además de los tres centímetros, en una Liga tan larga pesa el presupuesto y la plantilla.

—Tampoco pagar 96 millones por Neymar o Bale te garantiza tener mejor equipo. Son operaciones de mercado y márketing. Desde luego tener a gente muy testada, te permite hacer mejor producto. Para mí, lo mejor del Barça es que es una sardana con un bailador de tangos que es Messi. El sedimento de la Masia no lo dan los fichajes. El Madrid con el tiempo, también elegirá ese camino.

—Por su carácter rebelde, ¿era usted más de Mourinho que de Ancelotti?

—En absoluto. Mourinho, que tiene una soberbia extraordinaria, debe tener dentro un tierno desconocido. Ancelotti me parece el algodón que le hacía falta a las llagas del Madrid. Le vaya bien o mal me parece un tipo con la suficiente calma como para saber que hay que estar un poco de vuelta de todo. Le damos importancia a cada segundo y todo es tan corto que las discusiones son inútiles. Ancelotti lo sabe, incluso cuando levanta la ceja.

—Como hombre del espectáculo ¿disfrutaba mucho de los enfrentamientos entre Guardiola y Mourinho?

—Guardiola, al que conozco mucho, era un tipo muy difícil de descentrar y tiene muy claro lo que quiere en la vida. Mourinho tiene un pronto que sabe que le ha convertido en un ídolo. Mi impresión es que Mourinho tiene la frustración de no haber sido entrenador del Barça. Lo digo en serio.

—Cuando se pone la camiseta del Barça o la del Madrid, ¿cuál le sienta mejor?

—Le prometo que ninguna te hace correr más. Me gustan los dos. Sé que no es creíble pero la pasión no me puede, me gusta disfrutar del buen fútbol, y si Messi mete un gran gol o Casillas hace una buena parada me alegro por ellos. Creo que en la vida hay que ser del que se lo merece.

—¿Y cree que Casillas se merece estar de suplente?

—También la pregunta es si merece Diego López dejar la portería cuando lo hace bien. Cuando no hay más que un párking dos coches buenos no caben. Creo que alguien le tendió a Casillas una trampa en su momento y esa trampa ha cogido una determinada inercia y romperla no sería saludable porque parecería favoritismo. No querría estar yo en el sitio de Iker ni de Ancelotti, pero tampoco en el de Diego, al que al fin y al cabo no le reconocen su mérito. Es el triángulo de las Bermudas. A ver quién desaparece antes.

—Y dice usted que disfruta jugando con los veteranos.

—Da gusto jugar con Zidane. Te da un balón bueno, lo pierdes y no te dice nada. La última vez me dio veinte pases de 40 metros. Cuando terminó el partido fui con la lengua fuera y le dije “Zizou, coño que tengo 65 años” y él me contestó, “para eso lo he hecho, para ver cómo se llega a esa edad”. Esto es verídico y están de testigos Morientes y Santillana.

—¿De qué juega?

—Siempre en punta. Lo hice en los infantiles del Barça con Rexach. Luego suspendí tres asignaturas y mi padre me prohibió seguir jugando. También fui subcampeón de España de gimnasia deportiva. Por eso hay veces que termino el espectáculo dando un mortal de verdad. Desde hace 30 años me baño todos los días en la piscina descubierta de mi casa. Para mí es una disciplina y jamás he tenido un resfriado. No fumo, no bebo y jamás me he drogado. Soy un tío raro como ve, pero la clave para hacer un buen espectáculo es estar en forma.

—¿Y esa es la clave para haber estado siempre rodeado de señoritas tan simpáticas?

—Las señoritas deciden siempre con quién quieren estar y digamos que sí, que valoran mi energía. Y lo dejamos ahí. De mí se han dicho muchas cosas que no son verdad y son verdad muchas cosas que no se han dicho. La discreción es libertad. Prefiero seguir viviendo una vida muy privada. Sólo le diré una cosa: nunca persigo a una mujer. Deciden ellas.

—A usted que le gusta el deporte de equipo, trabaja de forma individualista: se produce, dirige, escribe y presenta.

—No me queda más remedio. Aprovecho para decir que me encanta trabajar en proyectos de otros. Lo que pasa es que, como he fomentado esta fama de autónomo, o me lo produzco yo o me quedo en mi casa mirando.

—¿Ha conocido a algún futbolista especial?

—Kubala tenía una humanidad extraordinaria. A todos los húngaros que venían a España los protegía. Llegué a jugar al fútbol cuando él era mayor y seguía teniendo un talento fantástico. Jamás hablaba mal de nadie ni lanzaba un reproche por nada.

—¿Quién cree que ha sido el futbolista más brillante?

—Tengo una camiseta sudada de Maradona que me la cambió por una camisa mía sudada una vez que vino a verme al teatro en Barcelona. Maradona era fantástico jugando al fútbol. Cada uno tiene sus valores. Sin embargo creo que si pudiéramos combinar la habilidad de Messi con la potencia de Cristiano sería el jugador perfecto. Cristiano me parece imparable y Messi inmarcable.

—¿Qué le parecen figuras del fútbol como Florentino Pérez?

—Que han buscado el camino del brillo, al margen de los negocios que les han hecho poderosos. Comprendo que hay un momento en que uno se aburre de ganar dinero y lo que quiere es que se le conozca y admire socialmente. Pero le diré que mis ídolos en la vida son siempre gente anónima que hace el bien sin contarlo. Sospecho de gente como yo que nos ponemos el foco no solamente para enseñar el ego sino para llamar la atención. Mientras unos llamamos la atención otros hacen lo que hay que hacer.

—De los deportistas que ha entrevistado ¿a quién recuerda?

—Recuerdo con ternura a Urtain. Poco antes de morir me llamó para pedir ayuda y cuando se la iba a prestar ya se había tirado por la ventana. Tuve la oportunidad de pasear con él por Barcelona muchas veces. Me quedo también con Pedro Carrasco, Angel Nieto o Rexach­. Los futbolistas han dado ejemplos increíbles, como el de Abidal: un tipo fantástico capaz de volver a jugar después de un trasplante de hígado y luego lo dejaron colgado. Encima tuvo la elegancia de no contarlo todo.

—Las vidas profesionales de las estrellas del deporte son cortas.

—Claro y así pasa que te encuentras a Eladio Silvestre, el que fue lateral del Barça, trabajando de taxista y sin dinero; a muchos otros entrenando en preferente e intentando sobrevivir. Pero con los artistas pasa igual. Si yo le contara la cantidad de artistas que no llegan a fin de mes, se asombraría. Gente de mucho nombre.

—¿Algún fetiche del fútbol que guarde en casa?

—En una fiesta que hizo Isabel Gemio a beneficio de su fundación, me tocó un balón firmado por la selección española. Cuando me lo dieron subí al escenario e hice una rabona y mandé el balón a la mesa de Del Bosque ante el susto de los presentes. Guardo ese balón como un tesoro.

—¿Le queda alguna frustración por no haber sido futbolista profesional?

—No y lo digo en serio. El único éxito que se puede tener en la vida es ser uno mismo y estar en paz. Luego llenar los teatros, meter goles o que te den un óscar es circunstancial. El éxito en la vida es la dignidad.